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Un buen día mister George anuncia que está dispuesto a intensificar los negocios con la finca que administra don Ariano. Sin siquiera conocer la oferta que mister George desea hacerle, don Ariano proclama que el trato es urgente, que, si se realiza el negocio, todos los que tienen que ver con la finca se harán ricos. Días después mister George presenta sus demandas y condiciones para el trato. Sin duda que aprovecha la urgencia de don Ariano y le hace una oferta totalmente desventajosa. Para su sorpresa don Ariano sigue manifestando un casi desesperado interés por el trato. Inician conversaciones. Mister George se entera de que don Ariano repite una y otra vez que el trato es urgente. Por eso mister George agrega más y más condiciones a su favor. Don Ariano acepta prácticamente todas.
Don Paco, uno de los socios de don Ariano que en principio también está dispuesto a intensificar las relaciones de negocios con mister George, al conocer los contenidos del trato, le solicita que renegocie, que no firme la escritura en esas condiciones. Don Ariano responde a viva voz lo de siempre ( mister George, por supuesto, se entera): que el trato es bueno, que lo negociado es un requisito para hacerse rico, que no se pueden cambiar las condiciones. Mister George sabe que quien decide si se renegocia es don Ariano y no don Paco. Entonces, por supuesto, afirma que el trato no se va a renegociar.
Don Ariano muestra esa afirmación de mister George, prácticamente solicitada por el mismo don Ariano, como evidencia de que el trato no se puede modificar. Y espera que don Paco acepte que no se puede renegociar y que lo acordado es lo máximo alcanzable.
Extraño estilo. Don Paco se pregunta una y mil veces sobre ese extraño estilo de negociar en que una de las partes muestra desesperación por el trato desde el inicio. Tampoco entiende cómo el mismo don Ariano facilita las cosas a mister George afirmando que el trato no se debe y no se puede renegociar. No comprende cómo don Ariano se comporta más como socio de mister George que de sus verdaderos socios: los dos dicen lo mismo, intentan ponerle trampas a don Paco, se escriben cartas para reafirmar las opiniones del otro. Lo que más le sorprende es que esperen que alguien crea que en el trato se obtuvo lo máximo posible. Él no duda de que se ha obtenido lo mínimo alcanzable y que don Ariano debe seguir luchando por un nuevo trato.
También se pregunta si será que don Ariano no pondera bien la gran calidad de finca que les heredaron sus padres y abuelos, lo cual hace que los contenidos del trato tengan que ser muy diferentes de los otros que ha finiquitado mister George. Con preocupación se pregunta si será que don Ariano no se siente responsable de la finca y por ello no le importa malversarla. Don Paco no quiere pensar que pueda haber otras razones. Mira al horizonte y piensa con optimismo: "Aún no se ha firmado la escritura".
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