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Dili. efe y afp. Un poco más de 70.000 personas continúan en los campamentos de refugiados de Dili, capital de Timor Este (ex Timor Oriental), escasos de alimentos, a la espera de solución a un conflicto que prácticamente ha paralizado a ese país.
Unas 65.000 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares debido a la violencia y refugiarse en campos provisionales.
"Creo que la situación está bajo control. Ciertos campos necesitan alimentos pero el Programa Alimentario Mundial (PAM) ya empezó a distribuir comida", dijo el responsable de la misión de la ONU, Sukehiro Hasegawa.
Una ola de violencia azota a esa joven nación desde finales de abril, debido a la deserción del 40% de las fuerzas militares tras denunciar discriminación étnica.
Al conflicto entre los militares desertores y los fieles al gobierno de Dili se sumaron los enfrentamientos esporádicos en la capital timorense entre bandas rivales de jóvenes del este y el oeste del país.
Los enfrentamientos provocaron 25 muertos hasta el domingo pasado, con la llegada a Timor de unos 2.000 militares extranjeros bajo mando australiano.
Sin embargo, a pesar de la presencia de soldados extranjeros, Dili vivió ayer nuevos incidentes violentos, como la quema de algunos coches y tiendas.
Pese a la confusión reinante, la ONU considera que la situación está estabilizada aunque frágil.
En el campo político del país persisten serias diferencias entre el presidente Xanana Gusmao y el primer ministro Mara Alkatiri.
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