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El verdadero cambio

De los cambios que hagamos ahora depende el futuro de nuestros hijos y nietos

El verdadero cambio de nuestra sociedad radicará en nuestra capacidad de tener presente el futuro que deseamos al tomar decisiones, y, desde luego, al formar opinión sobre cómo se dirigirá la vida de la nación.
Si la sociedad costarricense tomase conciencia de esto, o por lo menos de lo inmediato, de lo que nos rodea, del pasado, pero, sobre todo, de los ojos que nos miran hoy, el cambio en el entorno sería más fácil de aceptar.
Si tan solo quienes se apegan a un pasado político, económico y social, lleno de cosas buenas, tuvieran conciencia de que no podemos transformar ese pasado ni el presente, sabrían que lo único que podemos modificar es el futuro, el mañana de hijos y nietos.
Ese mañana es el compromiso político, económico y social que tenemos con las futuras generaciones; es transformar, reinventar: el gran desafío que tenemos hoy los habitantes de este bello país.
Sabiduría. Por eso, tanto quienes se oponen al cambio como quienes lo favorecen debemos serenarnos para discernir con sabiduría, en las horas que se avecinan, en la discusión del TLC, de forma que tomemos la decisión correcta. Tratemos de ver el horizonte que nos señala el Presidente de la República; dibujémoslo; no nos quedemos en el dedo que señala. No seamos miopes ni egoístas al tratar de mantener un statu quo que nos es conocido desde tiempo inmemorial.
Todos debemos colaborar en la formación de la Costa Rica que los hijos e hijas de todos tendrán como futuro. Ellos tendrán un destino común, razón de más para que establezcamos instituciones con autoridad, prestigio y los medios humanos y financieros indispensables en este mundo globalizado. Esto nos daría la seguridad hoy, como ayer, de que les legaremos una patria con diálogo, con conciliación.
Pausa facilitadora. Si los grupos sociales pensasen en el futuro por un instante, sabrían que nos llegó el momento de hacer una pausa para facilitar el encuentro, la conversación, la alianza en lo que concordemos. Lo que discrepemos se lo dejaremos al ejercicio de las mayorías pues esa ha sido una constante costarricense. Hacer esto hoy significa decir a los hijos de Costa Rica que se está comenzando un nuevo camino, el del pueblo, con la voz de todos, y que el meollo está en compartir mejor y, desde luego, en saber mirar hacia delante.

  • POR María Gabriela Álvarez A.
  • Opinión
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