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La comisión de Recursos Fitogenéticos de la FAO creó un fondo de $1.500 millones para asegurar la justa repartición del germoplasma mundial.
Según los expertos, la humanidad utiliza para su alimentación apenas cuatro especies vegetales básicas: maíz, trigo, arroz y papas; las segundas agrupan la caña de azúcar, la tapioca, la soja, la casave, el sorgo, la avena, la cebada, y la vid. Son al mismo tiempo las 12 especies de mayor producción.
¿Por qué tanto esfuerzo? ¿Se está monopolizando nuestra comida? ¿Habría que comprar a un puñado de empresas las semillas que necesitamos cultivar, dado un acaparamiento por parte de las grandes multinacionales de las variedades vegetales que recogen en forma gratuita por todo el mundo y que procesan y conservan mediante técnicas de laboratorio?
Las firmas usan patentes comerciales para tener su propiedad. De esta forma cada vez que una variedad desaparezca habrá que recurrir a las multinacionales. La situación se hace mucho más compleja si se toma en cuenta que muchas de estas variedades contienen genes capaces de hacer frente a las enfermedades y las plagas.
La FAO se busca dos objetivos básicos: que los recursos fitogenéticos sean patrimonio de la humanidad y prohibir las patentes de especies vegetales.
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