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Aunque parezca mentira

Hace más de sesenta años, en Ujarrás de Buenos Aires –entonces de Osa–, nació una indígena cabécar llamada Albertina.
Por error, quien hizo la inscripción en el Registro anotó "Albertino". Sus hijos han tratado por años, sin éxito alguno, de conseguirle la cédula de identidad.
Aunque parezca mentira, hasta le han pedido un dictamen médico que certifique que es mujer, y de nada han valido sus siete partos para probarlo: ella ha caminado más de 5 horas en varias ocasiones para que el médico de la CCSS lo certifique, y, cuando llega, no la han atendido.
Con una ineficiencia espectacular, las autoridades del Registro Civil han perdido los papeles, aun las constancias que sus hijos, nacidos en su rancho de Ujarrás, enviaron, pero que incluso cuestionaron porque no eran de una clínica.
Como resultado, doña Albertina aún no ha podido ejercer sus derechos como costarricense: el voto, la posibilidad de tener acceso a una cuenta bancaria, etcétera.
Sigue siendo real el hecho de que nuestros indígenas no son ciudadanos en su propia tierra.

  • POR Yalena de la Cruz
  • Opinión
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