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Las muertes en la carretera, ese macabro "deporte" nacional, posiblemente nos está reblan- deciendo la memoria.
Del reciente caso del triple choque cerca de las instalaciones de Recope, en Barranca, ni siquiera se habló los tres tradicionales días que los costarricenses solemos dedicar a los acontecimientos importantes.
Sin embargo, el recuerdo de las tres personas fallecidas ese día, sumado a las decenas de víctimas inocentes que registran las estadísticas, merece que ahora mismo empecemos a modificar todo lo malo que tenemos en este sentido.
Ya se ha hablado suficiente de la falta de recursos que enfrentan las autoridades para controlar mejor el flujo vehicular, ya se ha escrito profusamente de la carencia de una demarcación adecuada de las carreteras que minimice los riesgos, ya se ha discutido con abundancia la necesidad de cambiar la cultura vial de los costarricenses y hacer más drásticas las multas.
Todo esto tiene que mejorar, pero de igual forma deben sentarse precedentes adecuados en lo que a los responsables de esas muertes y pérdidas se refiere.
El presunto causante del accidente de Barranca posiblemente estará muy pronto otra vez detrás del volante. Y quizás nadie intente evitar eso.
Tampoco se le hará responsable de las consecuencias indirectas de la negligencia e imprudencia de su supuesto falso adelantamiento. ¿O es que filas de 25 kilómetros de vehículos varados a causa del choque, de cientos de personas que debían tal vez atender obligaciones y compromisos ese día y se vieron obligadas a esperas hasta de seis horas, de cargas de mercadería que no llegaron a tiempo al puerto, no producen ningún efecto negativo?
Aparte de eso, ¿hizo algo el Tránsito por avisar a los implicados en la congestión sobre la gravedad del caso, los posibles tiempos de espera, las rutas alternas factibles?
¿Hizo algo por sancionar a esa espernible especie nacional (usted la conoce, su nombre termina en ...tica) que empieza a adelantar por el carril contrario, despacito, con las luces de alerta encendidas y una carita de 'qué será lo que pasa')?
Varios hogares lloran hoy la desaparición de sus seres queridos, como tantos otros los han llorado antes, pero quienes tuvimos la suerte de no estar ese día en la ruta del desalmado de turno, también merecemos la atención estatal.
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