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Bien se sabe que mediante una donación de quince mil dólares al Poogawaspa College de Jackson, Alabama, cualquier personaje menor de la política costarricense puede lograr de aquella gris institución académica un doctorado honoris causa conferido en una ceremonia tan llena de fanfarrias que podría ser tomada por el inicio de una invasión gringa a las Bahamas. Si, por añadidura, la figura homenajeada tiene en nuestro país las conexiones adecuadas, será objeto de un despliegue televisivo que, al menos momentáneamente, le proporcionará la celebridad de Melico Salazar, Franklin Chang, Bertoldo Blanco y Vica Andrade juntos. En suma, alcanzar los ansiados y necesarios quince minutos de fama es, en una figura tica en escalada, más cuestión de plata que de esfuerzo.
Pero eso no es justo. Personas y organizaciones de méritos notables permanecen ayunas de reconocimiento, sin que la prensa se tome la molestia de mencionar, por una vez, sus grandes logros o reconocer sus enormes sacrificios. Veamos, p. ej., el caso del Carmelita, organización deportiva creada a fines de la década de 1940 y sostenida a lo largo de más de sesenta años por los vecinos de un modesto barrio alajuelense. Tan encumbrados son los méritos del Carmelita que, hasta donde sabemos, es el único equipo de fútbol del mundo aludido directamente en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE).
Recordemos que, para más de 540 millones de hispanohablantes, el DRAE es la autoridad lexical suprema, y tomemos en cuenta que la sola alusión en una de sus entradas es un reconocimiento muy superior al que significaría figurar en el Guinness Book of Records. Por ello es razonable destacar en esta columna el hecho de que, en el DRAE, la 9.ª acepción de la palabra tapa es un homenaje a la destacada institución deportiva alajuelense. En efecto, se lee en la entrada tapa: "… //9. C. Rica. Lo máximo, lo mejor. El equipo de Alajuela es la tapa".
Mas no se despierten el orgullo liguista y la furia ultramorada: sin duda alguna el “equipo de Alajuela” al que se refiere el DRAE no es otro que el Carmelita, verdugo reciente del ahora lívido campeón nacional, pues no habrá quien se atreva a afirmar que la honrosa mención alude a la “Liga”, conjunto balompédico desarticulado al que últimamente vapulea sin mayor esfuerzo cualquier conjunto cantonal que se le enfrente. El único “equipo de Alajuela” que reúne los requisitos para ser alabado en un documento tan exclusivo y competente como el DRAE es la gloriosa “escuadra de la barriada”.
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