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Poco antes de que el caso de supuesto acoso sexual atribuido al diputado Federico Tinoco alcanzara el punto de no retorno, el presidente del Congreso, Francisco Antonio Pacheco, respondía sonriente a las preguntas de la prensa. En un ambiente tan politizado, decía, "cualquier cosa" se presta para levantar un escándalo.
Mayi Antillón, jefa de la fracción liberacionista, se pronunció en forma similar y declaró el caso cerrado después de la confusa disculpa de Tinoco “ante el altar de la patria y de las mujeres costarricenses”.
Hoy, los liberacionistas se ven obligados a aceptar que el caso está abierto y que no se trata de una cosa cualquiera, de esas que alimentan escándalos.
Hasta el jueves, solo la fracción verdiblanca y el diputado Óscar López, del Partido Accesibilidad sin Exclusión, se negaban a iniciar una investigación. Los liberacionistas cerraban filas en torno a su compañero, como lo hizo Gladys González, quien interrumpió un diálogo entre Tinoco y la prensa para atestiguar: “Es una persona atenta, cordial y muy simpática. Todas las mujeres de la fracción lo queremos mucho porque es muy cariñoso y siempre se da a todas nosotras”.
A la coincidencia verdiblanca se sumó Gilberto Jerez, cuya argumentación se centró en la defensa de las mejores tradiciones legislativas: “Este parlamento cae en la intolerancia y chabacanería. Cada vez más nos parecemos a la Asamblea anterior”.
Lleva razón la exdiputada Gloria Valerín cuando dice que la investigación en ciernes es mérito de la prensa, sin la cual el caso pudo quedar relegado al ámbito del rumor. Ahora, la prensa y todas las fuerzas políticas tienen la responsabilidad de vigilar el proceso, sin dejarse confundir por versiones, desviaciones y distracciones.
Interesa esclarecer la verdad, pero todo ataque personal contra la presunta víctima, sus costumbres y actitudes debe ser objeto de sospecha. En el acoso, poco importa la conducta pasada de la víctima; solo interesa su falta de consentimiento y la indebida persistencia de quien, en el caso concreto, ejerce sobre ella poder o influencia.
También es aconsejable la cautela frente a las denuncias que puedan aflorar contra otras personalidades de la política nacional. Si ocurren, deberán ser investigadas, pero es necesario un firme rechazo a la táctica del empate.
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