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Los domingos de lucha libre, los técnicos siempre perdían con los rudos en los retos de máscara contra cabellera. La historia era siempre igual: muchas piruetas por parte de técnicos enmascarados –como el Santo –, pero, al final, los rudos les aplicaban la silla eléctrica, rociaban limón en sus ojos, y... ¡adiós, máscaras! Aunque evidentes, el árbitro nunca veía los trucos y uno comía uñas: ¿cómo explicar, tanto tiempo después, la frustración de verlos perder cuando el triunfo estaba cerca? Quizá esto podrían contárnoslo los fans del C. D. Cartaginés.
Hace rato que los técnicos y los rudos son historia (según dicen, el Cartaginés anda por ahí), pero los retos de máscara contra cabellera siguen en nuestra Costa Rica. A ver quién gana cuando se den los siguientes enfrentamientos (aclaro que por ahora solo hipotéticos).
Parque Nacional Manuel Antonio con su temible banda de monos titís versus proyecto de US$ 600 millones de condominios de lujo con ocean view y marina.
Dominio público de las playas con todo y comegüevos versus inversionistas con mil millones bajo el brazo para resorts exclusivos de ricos y famosos. Otro: producción de energía limpia, basada en agua, viento o fuentes geotérmicas versus alta demanda por energía eléctrica.
Aquí vamos, señoras y señores, apostadito. Como seguidor de los técnicos, me encantaría que los monos titís ganen, que las playas sigan siendo públicas, que haya un buen acomodo con los inversionistas y que no usemos el petróleo cada vez más como fuente de energía. También me gustaría que los comegüevos dejásemos limpios los lugares porque, ¡qué caray!: ¡que vivan los técnicos siempre pulcros! Pero algo me dice que los titís pelearán como nunca y perderán como siempre.
Por ahí viene el árbitro blandiendo tremendo plan regulador en una mano. Según el inciso w) del artículo 580, ahí donde está toda esa nueva ciudad con edificios de 20 pisos, campos de golf y cuarenta hoteles, ahí, precisamente ahí, el plan dice que eso es una zona protectora. Nadie supo cuándo brotó esa ciudad. En la otra mano, el árbitro trae la estrategia nacional de ambiente, que dice que somos país sostenible y que el petróleo no cuenta.
Eso de la naturaleza y el país ecológico estaba muy bonito para la exportación y para cuando quedaron un montón de potreros abandonados por la crisis ganadera; pero ahora, cuando el país quema con el crecimiento y la inversión inmobiliaria, es cuando vienen decisiones difíciles. ¿Dónde estará el Chaparrito de Oro ?
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