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Alajuela. Escuchó que lo insultaban por el color de su piel, evocó la memoria de su madre y reaccionó como un ser humano.
Por esa razón lo expulsaron.
En lo demás, el trabajo de Carlos Watson, estratega del Club Sport Herediano, le permitió elaborar el fruto de una faena casi perfecta, plena de convicción y poder, las cualidades que exhibe Herediano, el último invicto que le queda al Torneo de Apertura.
Ayer pasó por encima de Alajuelense con un 2 a 0 a domicilio, un buen retrato de la justicia.
Y es que solo un equipo se vio en la cancha, al menos con la cohesión futbolística que los principios del juego exigen, por vocación y concepto.
Por el contrario, en el alma rojinegra se reiteró la carencia de un elenco que está lejos de convencer y que, sin duda, resiente la vieja jerarquía del excapitán ausente, a quien, sin embargo, muchos abucheaban en reiteradas oportunidades. ¿Se acuerdan? Le decían "Malín". ¡Qué cosas, no!
Minucioso con los numeritos, mi colega Arnoldo Rivera lo advirtió al instante. “Llevamos apenas seis minutos de juego y ya se han producido seis tiros de esquina a favor de Herediano”.
Efectivamente, daba la impresión de que el forastero actuaba como local. Y en una de esas acciones en el área manuda, Pablo Gabas derribó a Junior Díaz sin que el árbitro se percatara, en lo que fue el primero de varios errores de bulto que cometió el juez.
Al 22’, después de que Gabas se había hecho “un nudo” con los delanteros del Herediano sobre el costado derecho de su territorio, el zaguero Pablo Salazar erró y le entregó la pelota a Kenneth Vargas, quien sacó de seguido un centro a Leandrinho. Toque suave y golazo.
Fue en el minuto 37 cuando Watson increpó a quien lo atacó detrás de la malla. De inmediato, Randall Poveda, el secretario del encuentro, dio el parte al juez Jiménez y el técnico visitante se convirtió en el primero de los cinco expulsados que consignamos en la ficha.
Al fin de cuentas, la precipitación de don Carlos, al responder ante un insulto de los tantos que lanzan quienes solo a eso asisten a los estadios, no le trajo mayores consecuencias a su equipo, que continuó con su estrategia al dictado del asistente, Austin Berry.
Donde nacen las ideas. Si bien hemos designado a Leandrinho como la figura, pues intervino en las dos anotaciones, la mayor virtud del Herediano de ayer radicó en el mediocampo, sin olvidar, claro está, la seguridad de su parte baja.
Félix Montoya, corte y certeza; Cristian Blanco, pulmón y creatividad; Roberto Fermino, técnica exquisita. Ellos fueron los artífices al coordinar y equilibrar la reciedumbre de la defensa con el vértigo de sus delanteros, donde Kenneth García, de nuevo Leandrinho y el ariete Gerald Drummond (relevo de Vargas) gestaron, toque a toque, el 2 a 0 de la sentencia, al 78’.
Mientras Herediano fue inspiración pura, el alma alajuelense solo registró una leve mejoría con las manos en alto de Wílmer López.
Aunque el ídolo clamaba por el apoyo de la multitud, este fenecía lentamente con el rugir y el pálpito de un león gigantesco que se hacía sentir, pero solo por los altavoces.
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