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Puntarenas. Puntarenas le puso fin a la mala racha de dos derrotas con un carnaval de anotaciones.
El Puerto despertó de su letargo y lo hizo con furia: 8 a 1 ante un Liberia que lució en franca crisis.
Las emociones emergieron temprano para una afición menos que regular, que presenció un buen juego en una tarde indecisa entre momentos de sol y otros instantes de cielo gris.
No hubo que esperar planteamientos ni estrategias de los técnicos para saber que el grito de gol estaría presente desde temprano. Al minuto tres, Kurt Bernard, inició la fiesta con un remate de pierna izquierda.
El único momento de alegría visitante se produjo al minuto 5, cuando Marcos Morera igualó las acciones 1 a 1.
Pero un minuto después, Mario Víquez envió un centro desde la izquierda. En el área, Jahnny Flores realizó un pésimo despeje hacia atrás y el esférico rebotó en el horizontal de su portero Rodolfo Álvarez, rebote que aprovechó Kurt Bernard para el 2 a 1. Bernard repitió en la red al minuto 16.
Los hombres del Puerto del Pacífico definieron el partido con perfectas arremetidas por la banda izquierda, donde transitaban a placer Mario Víquez y Max Sánchez.
Para mejor respaldo de esa lectura basta solamente un dato: los primeros cinco tantos fueron generados por ese sector, donde el club local dominó a placer.
El 4 a 1 llegó en piernas de Kevin Sancho, quien de derecha asestó otro golpe a los 22 minutos.
La llegada de Ricardo García, quien sustituyó a Max Sánchez, se convirtió en una de las piedras de toque para que la afición local empezara a festejar la goleada más abultada en la presente campaña.
Las caras de alegría empezaron a soñar con una paliza inusual tras la caída del 5 a 1. Esta vez el responsable fue Mario Camacho, quien cabeceó un tiro de esquina que ejecutó Mario Víquez.
Luego, en el complemento llegarían tres goles más (48’, 58’ y 72’). La sed de gol porteña jamás quedo saciada, por el contrario, la páliza estuvo a punto de ser aún mayor habida cuenta de los escasos recursos de un rival sin arrestos.
Los hombres de la Ciudad Blanca tuvieron una presentación para el olvido. En cada una de las jugadas se mostraron erráticos en demasía y pagaron caros errores de bulto que, al final de cuentas, tuvieron repercusiones "extracancha" con la salida del director técnico Juan Diego Quesada.
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