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Budapest. AFP. Más de 10.000 manifestantes se reunieron ayer por la noche en el centro de Budapest para una tercera jornada de protestas contra el primer ministro socialista Ferenc Gyurcsany, quien se ha mantenido firme en que no va a renunciar al puesto.
Los manifestantes reclaman la partida de Gyurcsany luego de que reconociera haber mentido, lo que provocó el lunes por la noche los peores disturbios desde la caída del comunismo en Hungría, en 1956.
Policías antimotines equipados con escudos, cascos y máscaras de gas debieron formar un cordón de seguridad alrededor del Parlamento húngaro ante la multitud formada principalmente por jóvenes entre 20 y 30 años.
El ambiente, apacible al principio y con numerosos cantos, se tensó progresivamente con discursos agresivos contra Gyurcsany, aunque sin actos de violencia.
Por otro lado, el edificio de la televisión nacional húngara MTV, situado en el centro de la ciudad, fue parcialmente evacuado e a causa de una alerta de bomba, luego de recibir una falsa alarma un poco antes en la sede de la televisión privada HIR TV, dijo la policía.
Gyurcsany y el presidente húngaro, Laszlo Solyom, un independiente cercano a los conservadores, advirtieron sobre el peligro de las manifestaciones masivas en un comunicado conjunto.
"Luego de los hechos violentos, los organizadores de toda manifestación masiva deben evaluar su capacidad y la de la policía para garantizar la seguridad y asegurar que ningún participante se salga de la legalidad", advirtieron.
“No tendremos paciencia con ellos”, declaró Gyurcsany, al referirse a los centenares de manifestantes que piden su renuncia.
Los enfrentamientos entre la policía y centenas de manifestantes dejan ya un saldo de 57 heridos y 98 detenciones, según autoridades.
Las protestas comenzaron luego de que la radio pública húngara difundiera, el domingo por la noche, la grabación de un discurso a puertas cerradas ante los diputados del Partido Socialista en mayo.
En la alocución Gyurcsany declaró que el gobierno solo había hecho “estupideces” y mintió durante un año y medio para esconder su proyecto de austeridad.
La violencia estalló después de que el propio Gyurcsany reconociera el lunes la autenticidad de ese documento sonoro.
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