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La transición china

Pendiente una acción más drástica en respeto de derechos humanos y libertades políticas

La transición china al sistema de mercado ha resultado de un proceso de aprendizaje caracterizado por el alejamiento cada vez mayor de los gobernantes chinos de la ideología marxista, en favor de un pragmatismo que utiliza el lado práctico de las experiencias como base primordial para la evaluación de sus decisiones.
En vez de realizar una reforma estilo big bang como el impuesto en los países de la antigua Unión Soviética, desde1978 los gobernantes chinos, tras observar el éxito económico de sus vecinos asiáticos, optaron por un estilo de reforma que les ha permitido no solamente alcanzar un crecimiento sostenido y elevar el nivel de vida de su población sino estabilidad social y apoyo político (Jie Chen, Apoyo político popular en la China urbana, 2004) para las reformas.
Con clara conciencia de que no se puede reformar todo al mismo tiempo (pues, como decía Karl Popper, al hacerse reformas holísticas no puede saberse adonde están los errores), inicialmente crearon, a manera de experimento, las zonas económicas especiales. Al observar que el desarrollo empresarial en un contexto de mercado y de apertura a la inversión extranjera generó un extraordinario crecimiento económico, los gobernantes reaccionaron cambiando rápidamente el contenido de los programas de enseñanza de la Economía, del enfoque marxista al enfoque de mercado.
Soluciones creativas. El proceso de reforma y apertura fue delineándose según reaccionaban las propias élites políticas a las soluciones creativas iniciadas en los distintos nodos de la red social como respuesta a las decisiones tomadas por estas a lo largo del proceso de reforma. Otro ejemplo fue la aceptación por parte de dichas elites de la nueva creación institucional conocida como sector colectivo no estatal (o empresas pueblos villas) que surgió espontáneamente y se diseminó por gran parte de la zonas rurales al inicio de la década de 1980, como respuesta a la restricción presupuestaria y el nuevo sistema de incentivos de mercado, aplicados por el Gobierno central a los gobiernos locales. La aceptación por parte del Gobierno central de la nueva modalidad empresarial se debió a su gran propagación y al rotundo éxito que tuvo en la financiación de las obras públicas locales, la diversificación de la producción, el avance tecnológico, el aumento de la productividad y el empleo rural.
No obstante, ante la necesidad de esas empresas de financiar su expansión y de adquirir tecnologías y destrezas mediante alianzas estratégicas con empresas extranjeras, los gobernantes cambiaron su régimen de propiedad, de sector colectivo no estatal a cooperativas accionarias. Más tarde enmendaron el artículo 11 de la Constitución y se colocó al sector privado al mismo nivel que el sector público y, con el fin de incluir al sector privado en los procesos futuros de decisión, en el 2002 se invitó al sector empresarial a formar parte del Partido Comunista. Como se puede observar, la transición China ha sido un proceso guiado por las soluciones empresariales exitosas (teoría de la legislación basada en la experiencia) y no por el diseño anticipado de un nuevo marco institucional.
Debido a que el sistema legal estaba muy poco desarrollado, pues desde épocas inmemoriales las relaciones económicas se basaban predominantemente en un código no escrito de confianza (guanxi) cimentado en las relaciones de parentesco y amistad, la necesidad de atraer inversión extranjera occidental también los llevó a impulsar el Estado de derecho. Sin embargo, debe aclararse que el mencionado código de confianza fue un elemento cultural que tuvo un importante papel en la atracción de inversión de parientes chinos en el exterior, y,por ende, en el éxito económico mismo de las reformas.
Contra la corrupción. Con clara conciencia de que la profundización del proceso de transición y el mantenimiento de la estabilidad social y política dependen de que el Gobierno logre en el mediano plazo extender el crecimiento económico a las zonas alejadas, mejorar la calidad y alcance de los servicios públicos, reducir la corrupción, incrementar el empleo urbano y aumentar las libertades políticas. En 1998, por iniciativa del entonces primer ministro, Zhu Rongji, se realizó una reforma del sector gubernamental y del sector bancario con el fin de luchar contra la corrupción, mejorar la eficiencia de la economía y lograr que la prestación de servicios del gobierno fuese más eficiente y transparente. Se buscaba también, mediante la privatización de muchas empresas estatales que dejaban pérdidas y la eliminación de las empresas del sector militar, suprimir prácticas de comercio desleal como el contrabando y los préstamos fáciles.
Con el fin de extender el crecimiento económico a las zonas alejadas y fomentar la unidad nacional, gracias a los ingresos fiscales generados por el alto crecimiento económico de las zonas costeras, en 1999, con gran pompa, dio inicio el "Programa para el desarrollo del oeste". Queda pendiente una acción más drástica en favor del respeto a los derechos humanos y las libertades políticas.
Debido a la creatividad y productividad de las empresas no estatales chinas y a la capacidad del Gobierno de adaptarse a la realidad cambiante, China ha logrado sacar 350 millones de personas de la pobreza y ha alcanzado una posición que le permitiría convertirse, en dos o tres décadas, en la primera potencia económica mundial.

  • POR Patricia Rodríguez Hölkemeyer
  • Opinión
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