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El TLC entre Centroamérica, República Dominicana y los Estados Unidos ha suscitado esperanzas y despertado temores. Ante la perspectiva de la posible ratificación de este tratado comercial por la Asamblea Legislativa de Costa Rica, conviene dar una mirada a lo que ha venido ocurriendo desde su puesta en vigor en los países vecinos.
Nicaragua es un buen lugar para ver lo que ha pasado y comparar los impactos que pueden atribuirse directamente al TLC. Observando los primeros resultados, los nicaragüenses pueden comprobar objetivamente que sus esperanzas estaban fundadas, no sus temores.
Así se desprende de un reciente debate entre los candidatos presidenciales de Nicaragua, transmitido por CNN para Estados Unidos y América Latina, el pasado miércoles 13 de septiembre.
El rasgo más relevante de este debate fue que todos los candidatos, sin importar su orientación ideológica, apoyaron con entusiasmo el TLC. Sus diferencias se centraron en distintas direcciones de políticas públicas para aprovechar mejor las oportunidades del tratado.
Ni siquiera los sectores más recalcitrantes contra la globalización atacan el TLC. Daniel Ortega, quien no asistió a ese debate, se refirió al TLC posteriormente y tuvo que decir: "Mi gobierno aprovechará las oportunidades que nos abrió el DR-CAFTA y lo que no podamos vender ahí lo venderemos en América del Sur". Tal es la popularidad de este tratado en Nicaragua.
A los nicaragüenses les sobran razones para pensar así. El TLC entró en vigor el 1.° de abril del 2006. Han transcurrido más de 100 días desde su puesta en vigencia y ya se pueden contabilizar impactos directos.
Primer resultado: crecimiento de las exportaciones
El primer día de la puesta en vigor del TLC en Nicaragua fue emblemático. Ese día ingresaron al mercado más grande del mundo, sin pagar aranceles, los primeros furgones de calabacines, yuca parafinada, frijoles rojos y otros productos agrícolas. Tres meses después, tenemos cifras concretas, que reflejan el crecimiento del sector exportador nicaragüense.
El intercambio comercial bilateral entre abril-junio de 2006 se incrementó en un 30% si lo comparamos con el mismo periodo del año 2005. Las exportaciones de Nicaragua hacia Estados Unidos crecieron en un 38,0%, al pasar de $202 millones, el año pasado, a $263.2 millones este año.
En este excelente desempeño sobresale el incremento en los primeros lugares de los siguientes productos: café oro ($32 millones), azúcar de caña en bruto ($11,1 millones), oro en bruto ($10 millones), carne bovina ($9,5 millones), aceites en bruto ($2,4 millones), pargos ($ 2,6 millones), cigarros ($2,2 millones), sandías ($2,1 millones), bananos frescos (2 millones), fregaderos de cerámica ($1,8 millones), camarones cultivados ($1,5 millones), colas de langostas ($1,3 millones).
Otro ejemplo de incremento de las exportaciones se refleja en el desempeño de los contingentes de exportación. Las cifras son contundentes. Al 31 de julio de 2006, en apenas cuatro meses, Nicaragua había utilizado ya la mitad de los contingentes arancelarios (cuotas) de exportación de a Estados Unidos. El azúcar de caña utilizó el 96% de la cuota arancelaria preferencial, y fue este el rubro que en poco tiempo ha obtenido el mayor beneficio del tratado de libre comercio con Estados Unidos, seguido de las exportaciones de quesos que se han favorecido con el 57% y otros productos lácteos con un 30% de su cuota asignada.
La otra cara de la moneda, las importaciones, también tuvieron un comportamiento estimulante. Nicaragua importa ahora 26% más que el año pasado, pero estas importaciones adicionales se concentran en insumos requeridos en el proceso productivo, lo que le permite mayor competitividad a la producción nicaragüense.
Es preciso tener en cuenta que la mitad de estas importaciones no está en competencia con la producción nacional: maíz amarrillo para alimento de pollos, el trigo duro, huevos fértiles, para la industria de pollos, herbicidas y maquinaria para la agricultura.
Existen otros bienes importados que corresponden a productos locales, pero tampoco entran en competencia con ellos porque la producción local no logra satisfacer toda la demanda de consumo. Este es el caso del arroz, producto de la canasta básica de los nicaragüenses. Tres meses después de la entrada en vigor del TLC Nicaragua ya había importado la cuota de arroz oro para satisfacer el consumo interno.
Este producto, que por su naturaleza es altamente sensible en todo el istmo centroamericano, tiene protegido su ingreso mediante un contingente de importación y un arancel suficientemente elevado para lo que esté fuera de la cuota. Además, es importado por las propias asociaciones arroceras, las cuales lo venden localmente para satisfacer el consumo interno. Lo anterior demuestra que la importación del arroz que no se produce en el área no está perjudicando a los sectores productivos nacionales.
Lo relevante de este período es que el 100% del valor exportado desde Nicaragua hacia Estados Unidos, equivalente a $89,9 millones, se benefició del segmento con preferencias totales del TLC, es decir, se ubican en las categorías de arancel cero o acceso inmediato desde la entrada en vigencia del tratado.
Diversificación de la oferta exportable nicaragüense
El crecimiento de las exportaciones nicaragüenses se vio acompañado por una diversificación de su oferta exportable. Productos que han tenido un incremento verdaderamente espectacular son catalogados como no tradicionales: la exportación de malanga, por ejemplo, que ascendía solo a $22.000 dólares, entre abril y junio del 2005, se multiplicó por veinte, entre abril y junio del 2006, al registrar $422.100. La sandia multiplicó por cinco sus exportaciones y pasó de $474.000 en el 2005 a $2,1 millones entre abril y junio del 2006.
Un volumen de 171 nuevos productos, por un total de $15,6 millones, que representan el 17% del total exportado a Estados Unidos, se contabilizan como productos totalmente nuevos que no se exportaban antes a los Estados Unidos. Sobresalen en este segmento, viandas y vegetales, queso fundido y otros.
Si se considera que la oferta exportable nicaragüense total se sitúa apenas en 500 productos, la aceleración en la diversificación de su oferta exportable ha crecido, entonces, en un 34% en los primeros tres meses de entrada en vigor del tratado. Un crecimiento realmente impresionante.
Atracción de la inversión extranjera directa
A tres meses de vigencia del CAFTA-DR, los registros oficiales, que por ley realiza la Dirección de Inversiones del MIFIC, reflejan que, entre abril y junio de 2006, se multiplicó por 38 el volumen de inversiones procedentes de los Estados Unidos, al pasando de $2,0 millones, entre abril y junio 2005, a $76.58 millones en el mismo período del 2006.
Los sectores económicos beneficiados se han diversificado. Así, si antes las inversiones turísticas eran exclusivas, ahora se han incorporado sectores de inversión en energía ($0,16 millones y zonas francas ($72,10 millones).
Conviene aclarar que, en el primer semestre del 2006, ha habido un retroceso del 1,5% de las inversiones extranjeras globales en Nicaragua. Este retroceso obedece al incremento del riesgo país, como consecuencia de estar Nicaragua inmersa en un año electoral, donde Daniel Ortega y el sandinismo se vislumbran como posibles ganadores las elecciones. Este hecho resalta todavía más el notable incremento de la inversión norteamericana: 13 empresas del sector textil vestuario y parques industriales procedentes de Estados Unidos y de Taiwán se han instalado en Nicaragua, con una inversión de $231 millones que generan alrededor de 11.000 nuevos empleos locales.
Historia de dos ciudades
Dickens escribió en su novela Historia de dos ciudades que hay ciudades que saben y ciudades que no saben sobre las raíces de sus esperanzas y de sus pesadillas. En Centroamérica, Costa Rica siempre fue la ciudad que sabía, frente a nuestros vecinos: la ciudad que no sabía. Supimos antes que nadie que la educación, la paz y la apertura comercial son fuentes de progreso. Ahora, sin embargo, parece que un sector minoritario se empeña en convertirnos en la ciudad que no sabe sobre los beneficios del TLC y que, por lo tanto, nos amenaza en convertirnos en la ciudad que va a saber, en carne propia, lo que cuesta no tomar las medidas correctas a tiempo. El sueño que los nicaragüenses están realizando puede convertirse en la pesadilla costarricense si no reaccionamos a tiempo. Como diría don Julio Rodríguez, locutus sum et salvavi animam meam , es decir, ya dije lo que tenía que decir y con ello salvo mi responsabilidad.
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