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El Banco Central anunció que migrará del sistema de mini-devaluaciones a uno de bandas cambiarias que será efectivo en el tercer trimestre del presente año.
El sistema de mini-devaluaciones se aplicó con éxito durante más de 20 años, pero los expertos afirman que el tipo de cambio se hizo demasiado predecible y ello afecta la labor del Banco Central.
La nueva estrategia es lograr mayor efectividad de la política monetaria, como vehículo para controlar la inflación y limitar el crecimiento de las pérdidas del Banco Central.
Esta iniciativa parece sencilla, pero en realidad es muy compleja, pues intervienen una gran cantidad de variables. Aquí deseo resaltar dos de esos aspectos.
En primer lugar, el éxito del nuevo sistema cambiario depende de la credibilidad que los agentes económicos tengan sobre el desempeño del Banco Central.
Esta credibilidad está en función de la capacidad del Banco para intervenir de manera oportuna y eficiente para prevenir que el tipo de cambio se salga de las bandas establecidas.
Para ello se requiere de una adecuada disponibilidad de reservas monetarias internacionales en poder del ente emisor.
Si el Banco Central insiste en mantener altas reservas monetarias para afrontar eventuales ataques especulativos, podría descuidar la meta buscada– controlar la inflación– pues al mantener más reservas tendrá que inyectar más colones a la economía y esto podría empujar los precios al alza.
En segundo lugar, el nuevo sistema implica mayor volatilidad de las tasas de interés. Entre mayor es la amplitud de la banda, mayor la volatilidad esperada en las tasas de interés.
Si aumenta la tasa de interés, aumentan las expectativas de devaluación, lo cual eleva la demanda de divisas y de esto fomentaría la devaluación.
Un aumento en las reservas y en las tasas de interés podrían presionar los precios al alza y dificultar el control de la inflación.
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