Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
La Nación publicó, el 20 de setiembre pasado, el capítulo de la encuesta de Unimer, por encargo de este periódico, correspondiente a la posición de los costarricenses sobre el Tratado de Libre Comercio con EE. UU., Centroamérica y República Dominicana (TLC). En los días siguientes se han venido publicando otros resultados relevantes de esta investigación profesional acerca de diversos aspectos de la realidad del país en el orden económico, social y político.
Los datos básicos son los siguientes: el 51% de los costarricenses valoran como "buenas" o “muy buenas” las consecuencias de la aprobación del TLC para el país. El 25% lo considera “malo” o “muy malo”. Por otra parte, el 46% de los encuestados lo considera beneficioso en el orden personal, frente al 29%, que lo estima perjudicial. En lo que se refiere a los partidos políticos, el 58% de los ciudadanos que votaron por el candidato ganador, Óscar Arias, en las elecciones pasadas, apoya el TLC (“muy bueno” o “bueno”). Esta es la opinión, asimismo, del 40% de quienes votaron por Ottón Solís, candidato del Partido Acción Ciudadana(PAC), contra el 35% de sus votantes, que consideran este tratado “malo” o “muy malo”. De la misma manera, más de la mitad de las personas menores de 40 años respaldan el TLC. Lo aprueba también, por su lado, el 37% de quienes sobrepasan esta edad.
Estos resultados invitan a la objetividad y a la prudencia contra la emotividad y el interés ideológico. En primer lugar, estos porcentajes desestiman el dicho de que el TLC ha polarizado el país. Esta polarización no se ha dado en el orden cuantitativo y tampoco en el cualitativo, aunque algunos desearían que así fuese. Mucho menos ha ocurrido en el campo político pues, como expresamos, el 40% de los votantes de Ottón Solís (contra el 35%) y el 58% de los que votaron por Óscar Arias (contra el 17%) apoyan el TLC. Es decir, no hay correspondencia entre la posición de los dirigentes y diputados del PAC y la mayoría de quienes los favorecieron con los votos. Una encuesta no es una verdad de fe ni una sentencia en firme, pero resultados como estos, en una situación concreta, invitan a la coherencia.
En segundo lugar, y como derivación de lo anterior, hay razones suficientes y objetivas para cuestionar la representatividad que ciertos sindicatos, el PAC y algunos dirigentes políticos, de ayer o de hoy, pretenden adjudicarse, ante el TLC, para hablar en nombre del país, de los estudiantes o de una supuesta “sociedad civil”, y hasta proclamarse defensores de la soberanía o de la patria. Debería resultar paradójico o extraño para estos dirigentes o grupos que, pese a la vehemente y abundante campaña contra el TLC, en estos meses y, sobre todo, en la campaña política pasada, la gente no los haya secundado, pese a los sombríos cuadros que han presentado acerca del futuro del país o de la dignidad nacional, si este tratado se aprueba.
La encuesta muestra, asimismo, una clara preocupación, de parte de los costarricenses por la pequeña y mediana empresa, así como por los agricultores para el mercado local, por los efectos del TLC. Esta aprehensión, obviamente, no puede ser motivo para desechar o retrasar esta oportunidad de apertura comercial, de más inversiones y de más fuentes de trabajo para el país. Más bien, ha de mover al Gobierno a colaborar con estos grupos, mediante la aprobación oportuna de proyectos o leyes en el marco de la agenda complementaria, lo que, según entendemos, ya se está haciendo. Este esfuerzo exige tener en cuenta, precisamente por el bien de estos grupos, las experiencias del pasado para evitar los abusos y las distorsiones de estos proyectos.
En otras palabras, no hay razón alguna para el entorpecimiento antipatriótico, para los llamados a la violencia, para las amenazas y la retórica ideológica, los sofismas, las falsificaciones, y la censurable manipulación de los estudiantes. Sí hay razones suficientes para entender, de buena fe, lo que la gente, en general, observa con sentido común y hasta con esperanza. No hay razón alguna para atacar y entorpecer un tratado comercial, que tantos países más bien anhelan, cuando el buen juicio y la responsabilidad nos instan a realizar, bajo su alero, las reformas estructurales que, desde hace tiempo, exige y necesita nuestro país.
Este documento no posee notas.