Ayer una escultura de Jorge Jiménez Deredia en homenaje al papa Juan Pablo II se develó en una de las esquinas más céntricas de San José, en medio de un fuerte aguacero.
Su trabajo resultó tan querido para muchos que decenas de personas le pidieron autógrafos en la catedral metropolitana. Esto hizo que una periodista dijera: "¡Qué dicha que algunos sí son profetas en su tierra!".
Quizá fue el propio artista el que convocó a la lluvia. Desde que llegó a Costa Rica, a principios de setiembre, ha insistido en que la lluvia es una bendición y acompaña esta afirmación de la frase de un amigo suyo: “Las cosas importantes se hacen bajo la lluvia, las que no son tan importantes sí pueden esperar”.
Jiménez Deredia es un escultor de 51 años, radicado en Italia y quien tiene una trayectoria internacional impresionante. Por ejemplo, sus esculturas monumentales se expusieron en el verano europeo en los espacios públicos de la ciudad italiana de Florencia.
Además, en el año 2000, su escultura de San Marcelino Champagnat se colocó en la basílica de San Pedro, en la Ciudad del Vaticano.