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Al parecer palabras de justificación en entrevista (La Nación, 1.°/10/06), lo que dijo la rectora Yamileth Gonzalez no debe tomarse a la ligera. Si se le toma una fotografía en este instante, la Universidad de Costa Rica (UCR) contabilizaría tan solo 8 carreras certificadas por el Sinaes y no precisamente las 30 que proyecta la rectora para el futuro. Y esto no deja de ser bochornoso.
La vergüenza radica en que la UCR ha sido baluarte de la educación superior desde su fundación y hoy, por ejemplo, permite al país aglomerar casi toda la investigación básica que se realiza en el ist-mo en una sola institución. La UCR, además, cuenta con personal docente de altísimo nivel, del cual buena parte ha realizado estudios de posgrado en universidades extranjeras de reconocido prestigio internacional. Es decir, existe el capital humano adecuado y una historia de éxito que vuelve imperdonable a que tan reputada institución gradúe a la mayor parte de su estudiantado en el anonimato internacional.
El costo relativo de los $7.300 por acreditación de carrera es ínfimo para la universidad más pudiente de Centroamérica. La prueba está en que una reconocida universidad privada del país cuenta con más de la mitad del número de carreras que tiene la UCR acreditadas, con un presupuesto ni tan siquiera cerca de la mitad.
Plazo ineludible. El yerro es, sin lugar a dudas, administrativo. La esclerosis del tiempo no ha perdonado a la UCR y la inercia que lleva a ciertas instituciones públicas a crecer a sus anchas le ha pasado factura. Hoy, la diferencia entre lo que gana un doctor recién graduado en el exterior con la de un experimentado misceláneo es negativa. La cantidad de personal administrativo es catastróficamente grande en una era que exige servicios "al instante" y despersonalizados. Por ello, la UCR debe controlar la calidad del gasto y no solamente ceder ante las presiones de un personal administrativo sumamente privilegiado.
Para que cualquier universidad cumpla su auténtico papel, debe retroalimentarse constantemente con la sociedad en que se encuentra inserta y brindar respuesta oportuna a las necesidades que surjan en el tiempo. En esta era de de la información, las señales del mercado cuentan y la acreditación de carreras urge.
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