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Los restos encontrados en la gruta El Gigante , a 180 km. de Tegucigalpa, podrían ser evidencia del paso de los primeros habitantes de Honduras, y talvez de todo Centroamérica.
Estos vestigios, que datan de hace más de 11.000 años, fueron analizados por el arqueólogo Alejandro Figueroa, del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), en conjunto con los investigadores George Haseman y Timothy Scheffer, de la Universidad de Pensilvania.
En 1994, Haseman había calculado que la zona habían sido habitada hace 14.000 y 19.000 años, sin embargo, Timothy Scheffer estudió más a fondo la evidencia y concluyó que dicho asentamiento se ubicaba en el 9480 antes de Cristo.
Los investigadores encontraron fibras textiles, cuerdas, cestería e implementos de hueso, piedra trabajada y puntas de proyectiles usados para la cacería.
Pinturas. Las paredes de El Gigante están cubiertas de pinturas rupestres con dos tipos de imágenes: unas manos y una forma parecida a un ganso o cisne.
La mano es un ícono común en Sur, Centro y Norteamérica, como también en Australia y Europa.
Según Scheffler, los cisnes son una manifestación más local.
En su informe, el investigador dice que la iconografía puede relacionarse con un asentamiento de subsistencia y su forma es parecida a pinturas encontradas en sitios arqueológicos en Francia y España.
Bernal Morera, profesor de Antropología Genética de la Universidad de Costa Rica, reconoció la importancia de estos descubrimientos por la antigüedad de la evidencia.
Sin embargo, el académico destacó que hay teorías sobre la aparición del hombre en América que descartarían que estos habitantes hayan sido los primeros hombres en la región.
"Es verdad que son los restos más antiguos encontrados, pero hay teóricos que defienden la existencia de poblaciones anteriores, de hasta 30.000 años, aunque aún no hayan evidencias todavía", explicó el antropólogo.
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