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En 1492, Cristóbal Colón, con el apoyo de la reina Isabel la Católica, zarpó rumbo a la conquista del "nuevo mundo". En aquella época se creía que el mundo era cuadrado y que cuando la carabela de Colón dejara de verse en el horizonte, su empresa habría fracasado. Para algunos, este es el primer hito de la globalización. Para otros, la globalización se remonta a los romanos, quienes expandieron su imperio por toda Europa, Medio Oriente y el norte de África, en un proceso de conquista, construcción de canales comunicantes, esclavitud e intercambio comercial. La globalización no es algo nuevo, siempre ha estado presente, pero en los últimos años con la revolución tecnológica, la aparición de IBM y Windows, se ha acelerado.
De hecho, según Thomas Friedman, tres veces ganador del premio Pulitzer y columnista del New York Times , gracias a los avances tecnológicos, el mundo se ha vuelto plano. En su mas reciente publicación, precisamente titulada “The World is Flat”, argumenta que la globalización ha creado nuevas oportunidades de comunicación e intercambio que hacen innecesario desplazarse de un lugar a otro para laborar. La globalización ha hecho posible que cuando ocurre un tsunami en un lugar remoto en el océano Índico, instantáneamente el mundo entero pueda darse cuenta. Igualmente, la globalización es culpable que la cancha global se haya emparejado y los premios están ahí disponibles para que cualquiera pueda tomarlos, porque todos somos jugadores, sin importar en que lugar del mundo nos encontremos.
En el mundo plano, argumenta Friedman, cualquiera puede innovar sin necesidad de emigrar. Un ejemplo práctico es que con la ayuda de una computadora portátil y una diminuta cámara de video que cabe en la palma de mi mano, desde mi casa en Inglaterra nos podemos comunicar al mismo tiempo con nuestros familiares en Costa Rica y Noruega, con video y en vivo. Podemos también comunicarnos instantánea y simultáneamente con nuestros amigos en las ciudades de Chicago, Nueva York, Washington, D.C., y también en Santiago y Buenos Aires, pasando por Tokio, Viena y París. Y todo ello totalmente gratuito (¡qué será del ICE en el mediano plazo!).
N.Y, Los Ángeles, Chicago…y China. Sin embargo, estamos aún lejos de que la globalización haya emparejado la cancha de juego para todos por igual. Richard Florida, autor del best-seller “El vuelo de la clase creativa” y profesor de la Universidad George Mason, le ha recordado a Friedman que el mundo lejos de ser plano, es sorprendentemente puntiagudo (“The World is Spiky”). De hecho, en términos de poderío económico e innovación tecnológica, pocas regiones realmente importan en la economía global de hoy en día. Por ejemplo, cinco megaciudades actualmente tienen más de 20 millones de habitantes cada una, y, cuando se trata de producción económica, las diez más grandes áreas metropolitanas de Estados Unidos están detrás solamente de Estados Unidos en su conjunto y de Japón.
La economía de Nueva York es del tamaño de la economía de Rusia o de Brasil, y la de Chicago es similar a la de Suecia. En conjunto, Nueva York, Los Ángeles, Chicago y Boston tienen una economía más grande que toda China. Según Florida, mirando el lente de la producción económica, existen tres tipos de lugares: el primer tipo son los “picos” altos, que son los centros de innovación que cuentan con la capacidad de atraer talentos globales y creación de nuevos productos e industrias. Luego, se encuentran las “montañas”, donde se manufacturan los bienes establecidos del mundo, se toman sus llamadas y se apoya a los centros de innovación. Estas montañas son prósperas, pero inestables. Finalmente, están los “valles”, que son numerosos y con pocas conexiones con la economía global y limitados recursos.
C. Rica: categoría intermedia. Y ¿dónde está Costa Rica en todo esto? ¿Es nuestro país plano o, como su paisaje, posee valles, montañas y picos? En mi opinión, Costa Rica no es ni un pico ni mucho menos plano. Se encuentra en una categoría intermedia (¡para variar!), acercándose talvez a una llanura montañosa (eso sí, con muchos árboles que impiden ver la superficie en su totalidad) que, en lugar de atraer talentos (con la excepción talvez del regreso del Dr. Chang Díaz), se está convirtiendo en una sociedad de maquiladores tecnológicos (centros de llamadas, casas de apuestas, inversión extranjera sin encadenamientos, etc). Es una sociedad que ha perdido la capacidad de generar consenso sobre el rumbo de desarrollo y el engranaje institucional ha perdido capacidad de respuesta a los problemas de la pobreza y la inequidad. Es una sociedad que ha temido a la toma de decisiones y cedido los intereses generales por sobre los individuales (tanto de los conservadores, como los socialistas y los neoliberales).
Todavía estamos a tiempo de enderezar el barco y el tiempo nunca sobra para empezar a hacer bien las cosas si queremos convertirnos en el primer país desarrollado de América Latina. La globalización no se detiene, ni esperará a que nos pongamos todos de acuerdo. Ante esto, tenemos la opción de lamentarnos y verla pasar, o aprovechar sus beneficios y dar el salto cualitativo para convertirnos en un pico innovador. La planificación en esto será un tema crucial. Se necesita pasar del diagnóstico a la planificación para solucionar los problemas de pobreza, desigualdad, educación y salud, pero más aun sobre los cimientos de la falta de liderazgo y compromiso de sectores claves, para que podamos rectificar errores que no fueron resueltos oportunamente, pero, aún mas importante, para lograr la sostenibilidad del desarrollo. Los próximos cuatro años tienen la palabra; yo soy optimista pues creo que el mundo sigue siendo ovalado.
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