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Algo está pasando en Cuba, al calor –o al frío– del estado de salud y de impotencia de Castro, para que el periódico Granma , órgano del Partido Comunista Cubano y, por lo tanto, del propio Gobierno, salga en defensa de la democracia y de la soberanía de Costa Rica. Algo así como que los dueños de un negocio de pederastas o de proxenetas clamaran por la eficiencia del PANI.
¡Paradojas de la historia y exquisiteces de un régimen tiránico! Tres ticos gozan, en el periódico de la dictadura, de la libertad negada al pueblo y a más de un millón de cubanos aventados, por tierra, aire y mar, fuera de su patria! La historia nos enseña, sin embargo, que los favores o premios de las dictaduras o de sus periódicos acreditan el uso o manipulación de los favorecidos. Así, en el favor –el ser humano como medio– está el castigo.
Volvemos a nuestra columna del viernes pasado. Esta publicación de Granma contra Costa Rica, contra el presidente de la República y contra el TLC se convierte, a la postre, en homenaje a Costa Rica, pues su cinismo demuestra la falsedad de las denuncias sobre fábricas de armas, militarización o represión en nuestro país. Si fuesen ciertas, jamás Granma las destacaría ni echaría mano de tres ticos y de otros que han estado montando estas imposturas. ¿Se quejarían los narcotraficantes, en sus periódicos, para seguir con el símil, de la declinación del narcotráfico?
La campaña de Granma proclama que los adversarios más apasionados del TLC carecen de argumentos. Cuando se echa mano de la mentira y del insulto, y cuando el periódico de un régimen despótico los ventila, es señal de que la razón ha sido desplazada por la falsedad y de que algo bueno se anida en el TLC para que se recurra a estos métodos y La Habana se preocupe.
Ojalá lo entiendan algunos dirigentes del PAC, los líderes sindicales responsables –que los hay– y ciertos grupos universitarios. Hay límites que no se deben traspasar, de hecho ni de palabra.
En último caso, muchas gracias, Granma castrista. Nada más triste y sospechoso que el elogio o la mano tendida de las tiranías, y nada más honroso que los insultos de los enemigos de la libertad y de los violadores de los derechos humanos.
Y nada más esperanzador que, en el ocaso de Castro, su periódico, por primera vez en 47 años, proclame, aunque sea cínicamente, que la paz, el desarme, la prensa libre y los derechos humanos son bienes que valen la pena, y que un país, Costa Rica, debe seguir dando testimonio de ellos.
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