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Costa Rica debe retomar los valores y las prácticas del centro político, en especial fraternidad, paz social, tolerancia, libertad y democracia.
Hay que recuperar la cultura de paz caracterizada por la moderación, el equilibrio y la sensatez. Hay que reconstruir el balance entre la libertad y la justicia hacia el desarrollo humano integral. Esa será la mejor vía para que nuestra democracia sea sostenible y duradera.
Al regresar a Costa Rica, noto que mi país se ha polarizado. De esa polarización podría nacer más adelante una confrontación de insospechadas consecuencias negativas. Tan pronto como sea posible, el país debería volver al centro: el punto que nos dio la armonía social que hemos disfrutado por décadas.
Dignidad y bienestar. El fin de la economía no debe ser el mercado o el Estado, sino el desarrollo humano; la dignidad y el bienestar de las personas. El Estado debe estar al servicio del bien común. Como dijo Mahatma Gandhi: "Lo que debemos fomentar no es el bien de unos pocos, ni tampoco el bien de muchos, sino el bien de todos".
Latinoamérica ha hecho el tránsito de las dictaduras de seguridad nacional hasta las democracias representativas, y ahora hacia nuevos Gobiernos de izquierda, moderados o radicales. Una vez más el péndulo se ha movido de un extremo a otro. Esa ha sido la historia de nuestra América: una crónica de intolerancias, dogmas, violencias y extremismos. En ese contexto histórico, Costa Rica ha sido, casi siempre, excepción, faro iluminador y esperanza para la región.
No a la pugna. Costa Rica debe evitar el camino de la polarización, de la lucha de clases y de la pugna entre ideologías. Debe volver al humanismo, a la cultura cívica y a la estrategia de crecimiento con equidad. Debe buscar nuevamente el camino medio de la prudencia y la mesura, la convergencia, el diálogo social y el consenso.
Hay que evitar los extremismos y construir soluciones costarricenses a los problemas costarricenses. Hay que proteger el presente y el futuro de la democracia, que puede ser amenazada tanto por la arrogancia de los de arriba como por el resentimiento de los de abajo. Como dijo el sabio chino Lao Tsé: “Para gobernar a los hombres y servir al cielo, nada vale tanto como la moderación”. La democracia será moderada o no será.
Hay una verdad más importante que cualquier ideología política y cualquier acuerdo comercial y es que todos los costarricenses somos hermanos, con la misma dignidad e iguales en derechos y obligaciones. Hay que construir una agenda nacional de desarrollo, en la que todos estemos dignamente representados. Costa Rica debe ser la casa común de todos los costarricenses.
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