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¿Quién ganó en EE.UU.?

BUENOS DÍAS

Los electores estadounidenses propinaron una derrota indiscutible a la política exterior del presidente George Bush. Queda claro quién perdió, pero hay confusión sobre la identidad de los ganadores.
Los demócratas que controlarán ambas cámaras del Congreso critican la guerra de Iraq, pero muchos también deben sus escaños a la promesa de frenar la inmigración y derrotar el libre comercio.
Jacob Weisberg, editor de la revista Slate , les encaja la etiqueta de "nuevos nacionalistas económicos" y señala las distancias existentes entre ellos, el ala liberal del partido y los demócratas moderados al estilo de Bill Clinton.
La nueva especie de demócrata no pierde el sueño por el desarrollo del Tercer Mundo. Su visión se agota en el contorno del Valle de Ohio o la ribera del Potomac. Según Weisberg, parten de que a los estadounidenses no les está yendo bien, pero, en lugar de culpar a los ricos de casa, como era tradicional en los círculos de izquierda, se ensañan con los pobres en el extranjero.
La ampliación de los mecanismos protectores de la propiedad intelectual incorporados al TLC con Centroamérica les resulta indiferente y probablemente no hayan oído mencionar siquiera la apertura de seguros y telecomunicaciones en Costa Rica. Más bien acusan a la Casa Blanca de ser demasiado generosa en la negociación de los tratados de libre comercio y lamentan la generación de empleo en el extranjero por considerarla perjudicial para los intereses locales.
Esas objeciones dicen mucho sobre la conveniencia de aprobar el TLC y subrayan la imposibilidad de renegociarlo. En abono de esa tesis, Weisberg descarta que la nueva conformación del Congreso permita renovar la autoridad negociadora del presidente Bush cuando expire en el verano del 2007. La renegociación nunca fue una idea realista, pero el giro de la política estadounidense demuestra que, de ser posible, también sería suicida.
Está por verse la opinión de la nueva camada de demócratas sobre la extensión de los beneficios de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe. ¿Aceptarán prorrogar las ventajas concedidas unilateralmente solo para complacer a Costa Rica? Si estos eran los aliados que los proponentes de la renegociación esperaban tener en Washington, ¡Dios nos agarre confesados!

  • POR Armando González R. / agonzalez@nacion.com
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