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Bagdad. AFP. El ejército estadounidense liberó ayer en Iraq a 41 rehenes detenidos en un campo de prisioneros de la rama iraquí de la red al-Qaeda y que mostraban signos de haber sido torturados o maltratados, indicó el teniente coronel Michael Donnelly, un portavoz militar.
"Esta mañana (ayer) efectuamos una operación combinada con el Quinto Ejército iraquí al sur de Baquba, y hallamos un campo de prisioneros de al-Qaeda, o si prefiere, un escondrijo", explicó el portavoz.
“Al descubrir el lugar, sus guardianes huyeron. Controlamos inmediatamente el área y pudimos así salvar a los prisioneros”, añadió.
En el campo, localizado al norte de Bagdad, se hallaban 41 personas, presuntamente civiles iraquíes, muchos de ellos con traumatismos o signos de deshidratación, explicó.
Algunos de los rehenes habían permanecido retenidos durante varios meses, añadió el militar.
“Está claro que se alegraron muchísimo de vernos”, indicó Donnelly, quien subrayó que el campo fue hallado gracias a la colaboración de la población local, algo que consideró como una buena señal, habida cuenta de que está en un área tradicionalmente hostil a Estados Unidos.
“Es una tendencia creciente que esperamos que continúe, particularmente en esta zona de Diyala, donde debemos concentrar nuestros esfuerzos para proporcionar seguridad a la población y a la gente de Baquba”, agregó.
Baquba es la capital de la provincia ‘sin ley’ de Diyala, que a su vez forma parte de un cinturón de ciudades alrededor de Bagdad, en donde los insurgentes sunitas, las milicias chiitas y las fuerzas de seguridad se encuentran enzarzadas en una espiral de violencia.
La presencia al-Qaeda es especialmente sólida en esta zona, en donde la red terrorista ya ha sido acusada de ataques brutales en contra de civiles, a la vez que ha reivindicado el secuestro y asesinato de decenas de policías.
Muertos. También se informó de que diez militares estadounidenses murieron en combate.
La mayoría de los diez militares murió en Bagdad y en localidades cercanas a la capital, epicentro de la violencia sectaria en el país y escenario de un polémico refuerzo de 28.000 soldados.
Cuatro militares murieron el sábado en dos ataques en la provincia sunita de Salaheddin, al norte de Bagdad, mientras que otros cuatro lo hicieron en la capital.
Un marino y un soldado murieron en combate al norte y al oeste de Bagdad, respectivamente.
Estos decesos elevan a por lo menos 103 el número de bajas estadounidenses en Iraq en mayo.
Otros dos siguen desaparecidos dos semanas después de haber sido secuestrados por al-Qaeda, con lo que mayo será uno de los más mortíferos desde la invasión en marzo de 2003.
El aumento de víctimas entre las filas del ejército responde en buena parte a la nueva estrategia de operar en zonas que hasta poco se evitaban, como la provincia de Diyala.
En Estados Unidos, el apoyo de la opinión pública a las operaciones militares en Iraq sigue cayendo. Las ceremonias del Día de Conmemoración de los Caídos, el lunes, se centrarán de nuevo en el alto precio que Estados Unidos está pagando en su batalla por estabilizar Iraq.
El presidente, George W. Bush, que la semana pasada se anotó una victoria política al aprobar el Congreso una ley que prevé $100.000 millones suplementarios para financiar las campañas de Iraq y Afganistán, advirtió que la violencia seguirá.
“Esperamos más bajas estadounidenses e iraquíes”, declaró Bush el jueves.
Pese a haber aprobado los fondos suplementarios, los demócratas del Congreso prevén nuevos disonancias este verano sobre la gestión de la guerra, y consideran que el creciente número de bajas norteamericanas reforzará el pesimismo.
“Nos opondremos en cada momento a la política fracasada del presidente”, indicó Harry Reid, líder demócrata del Senado. “La batalla continuará día a día”, añadió.
Los mandos militares estadounidenses saludaron por su parte la última llegada de refuerzos a la zona.
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