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Pena y desazón

A diario, observo con pena y desazón el sinnúmero de barbaridades que se cometen en nuestro país. Costa Risa, como podría llamarse, es un vacilón y un jolgorio para los que vienen de fuera y para nosotros mismos, los ticos. Se acusa de que el alcohol y la imprudencia causan estragos en las calles; pero esperamos con ansias las fiestas de Palmares para ir a emborracharnos.
Un trailero con la licencia vencida mató a una familia entera, que desgraciadamente se convertirá en una estadística más. ¿Y el chofer? Como tantos otros irresponsables y asesinos, seguirá intimidando en su vehículo porque, al final, ¡todo es culpa del estrés y de las jornadas de trabajo!
Rumbo a reelección. No contentos con el desmadre en el que se vive, las barbaridades e imprudencias se siguen dando en nuestro entorno. Un expresidente acusado de recibir paguillos (comisiones) sale en una cadena de televisión que le financiaron sus amigos (pues costó ¢15 millones) con tal de limpiar su nombre y, tal parece, aspirar a la reelección.
La Asamblea imprimirá cientos de ejemplares del TLC, un documento de más de 4.000 páginas que nos costará a todos una millonada. ¿Quién lo irá a leer? ¿Será que va a ser lectura obligatoria para los estudiantes?
Para los estudiantes precisamente; para aumentar su mediocridad y la deserción al no ver resultados, se eliminarán los exámenes de sexto grado. Un futuro semejante podrían correr las pruebas de Bachillerato, lo que pone en peligro la solvencia de los profesionales.
Pero, como de relajo y vacilón se trata, sigamos así, que ahorita nos cambian de nombre.

  • POR Ólger Arias Rodríguez
  • Opinión
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