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Hace diez años, Gradeli Carvajal Villegas tuvo su primer infarto. Aunque recibió tratamiento, debió dejarlo por una razón muy sencilla: sus patronos ocasionales nunca lo aseguraron y esto le quitó el derecho de recibir medicamentos especiales.
Por eso, hace tres semanas un nuevo dolor en el pecho lo volvió a mandar al hospital.
"Me desmayé y caí en un hueco en la construcción donde trabajo. Hace como tres meses vengo sufriendo de un cansancio", dijo este hombre de 57 años.
Carvajal vive en la ciudadela León XIII, en San José. Él es el único sustento de su familia.
Sentado junto a la ventana en uno de los tantos salones del sexto piso, en el hospital México, piensa en su esposa, enferma de asma.
“Ahora, ¿quién me dará trabajo? La doctora me dijo que me ayudaría a tramitar una pensión de invalidez pero creo que no tengo las cuotas necesarias porque casi nunca he estado asegurado”, contó.
Ese martes 5 de junio, Carvajal iba a pasar a la sala de hemodinamia del hospital México para un cateterismo.
Los médicos le iban a inyectar un medio de contraste para conocer, mediante una imagen de computadora, cuál es el estado de venas y arterias del corazón de este obrero.
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