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Vocación ofensiva atizó el primer paso

El equipo de Kenton utilizó hasta cuatro delanteros para asfixiar a El Salvador La nueva Tricolor superó su primer examen, aunque falta mucho camino

Un libreto ofensivo, cargado de variantes para asfixiar a un limitado rival, abonó el camino para que la Selección costarricense cosechara sus primeros puntos rumbo a la hexagonal premundialista.
Rodrigo Kenton diseñó en su debut un equipo totalmente volcado hacia adelante, que intentó hacer surcos por cualquier resquicio posible. Alejandro Alpízar y Alonso Solís abrieron trocha muy pegados a la banda, con la intención de dibujar diagonales que desestabilizaran a la defensa cuscatleca, por mucho su línea más sólida.
Más adelante, Álvaro Saborío y Bryan Ruiz completaron el cuarteto, que sumaba enteros con las subidas de los laterales.
El Salvador no exhibió mayor cosa cuando tuvo la pelota en los pies. Es un equipo "amarrete", al menos de visita, construido alrededor del líbero y los dos stoppers , sin mayor credo que ahuyentar la pelota lo más lejos posible utilizando cualquier recurso, incluido el reventón impúdico.
La llamada Selecta depende de Eliseo Quintanilla para tratar de incomodar al oponente. No es una estrategia muy prudente, porque ya es conocido que el Cheyo se apoca en las citas importantes.
El penal que obtuvieron al final de la primera parte era una renta exagerada. Es cierto que Gonzalo Segares marcó de manera impropia a Rudis Corrales, cuando dentro del área se aconseja guantes de seda a la hora de abordar a los delanteros. Sin embargo, los visitantes no habían hecho mayor cosa para merecer el premio.
Ricardo González conjuró la acción ante un Quintanilla que se derrumbó ahí mismo y no pudo ni siquiera pescar el sencillo rebote.
Alivio. La vocación ofensiva de la Tricolor tuvo su recompensa cual inicio del complemento, cuando Alonso Solís hizo lo suyo, que es entrar con pelota dominada y encarar a cuanto rival se le ponga al frente.
El árbitro Marco Rodríguez dio una lección: no es necesario que el jugador caiga dando 20 vueltas para señalar un penal.
Álvaro Saborío cobró con furia. Le salió uno de esos remates inatajables, apenas para dotar de tranquilidad al bando costarricense.
Lo de Saborío es tema aparte. Entra a cada partido en una especie de libertad condicional ante la afición, que insiste en recordarle sus numerosos fallos del pasado.
Esta vez superó el juicio sumarísimo. El penal lo redime, aunque sea momentáneamente, porque ahí radica lo pesado de su calvario: a la primera que falle en el próximo volverán los silbidos.
El cuadro tico perdió revoluciones luego de la anotación. Es la actitud natural, aunque no la más deseable: el oponente queda aturdido, así que lo ideal es aprovechar esos instantes de postración para intentar una nueva herida.
Los salvadoreños salieron del cerco y ahí terminó de quedar en evidencia lo modesto de su futbol. En el primer tiempo tenían la excusa del empate parcial; pero cuando les tocó romper el caparazón simplemente no tuvieron con qué.
Costa Rica estuvo más cerca de hacer otro gol que El Salvador de arruinarle el estreno a Kenton.
Son apenas los primeros trazos. Lo de anoche fue un ensayo con vestuario, porque el nuevo cuerpo técnico no dispuso ni de un amistoso.
Rescatemos lo bueno: actitud vertical. Señalemos lo malo: inconsistencia para mantener el tren de juego. Pero en general, la Tricolor supera el primer examen muy por encima de la nota mínima.

  • POR Gustavo Jiménez M.
  • Deportes
Football
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