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Faena de entrega total ante el rival y el diluvio

Saprissa rescató un punto al superar un autogol y la tarjeta roja a Balladares La grama sintética soportó el aguacero, pero igual afectó la fluidez en el partido

Guápiles. Decir que llovió a cántaros va más allá de la frase común. Porque, de verdad, el diluvio afectó de principio a fin.
Pero, además, hubo fervor y entrega entre Santos y Saprissa, protagonistas de una tarde intensa que acabó ayer en un 2-2 con sensación de empate y justicia.
Si la iniciativa siempre partió de los rojos del Caribe, la capacidad de reacción fue un sello de identidad saprissista.
Por eso el encuentro fue bueno. Aunque faltaron el toque y el juego de filigrana, unos y otros se fajaron en un arduo trajín, sobre todo a partir del minuto 30.
Justo a la media hora, el segundo o tercer contragolpe de los tibaseños provocó una falta de Greivin Camacho a Jairo Arrieta.
El delantero morado cayó al piso; el juez aplicó el fallo y el mismo Arrieta conquistó la ventaja.
Hasta entonces, Santos manejaba las circunstancias del choque. Sorprendido por la anotación, retomó de inmediato el libreto ofensivo y nueve minutos después, consiguió el empate.
Fue un avance por la derecha. Rónald Gómez sirvió un pase a Fernando Sequeira y el trallazo rastrero derrotó a Fausto.
Roja, autogol y reacción. Corría el minuto 53. Johnny Acosta se fue adelante. Sobre el costado derecho, lo derribó Yader Balladares. Segunda tarjeta amarilla y la consecuente expulsión (53’).
Tres minutos después (60’), el infortunio se ensañó con Saprissa. Gustavo Martínez elevó un centro y Víctor Cordero ensartó el balón en sus propias redes.
Vale recordar que el aguacero continuaba cayendo sobre la gramilla sintética. Si no hubiese sido por el piso artificial, el juego ni siquiera hubiese podido comenzar.
Santos lucía mayor fortaleza en el mediocampo, gracias al poder físico de Fernando Sequeira, al despliegue de Gustavo Martínez y al pulmón de Greivin Camacho.
Saprissa procuraba responder con las mismas armas, pero el hierro caribeño le impedía a David Guzmán tomar la esfera. Entonces, sin el aporte de su creador de juego, el equipo de Roy Myers se veía sometido frecuentemente.
No obstante, el mejor desempeño de los santistas no pudo impedir que el capitán morado, Víctor Cordero, buscara posibilidades, una y otra vez, en el arco de enfrente.
Tiro libre desde la izquierda. David Guzmán elevó el centro. El balón cayó en la brasa. Entrevero y Víctor en la red. 2 a 2, al 73’.
En el epílogo, de banquillo a banquillo, tanto Oscar Ramírez como su colega, el visitante Roy Myers, no dejaban de alentar a sus respectivos equipos en pos de la ventaja que necesitaban.
Las acciones trepidantes se frenaban por el exceso de lluvia. Ramírez incluyó a Yeinor Santamaría con la idea de retomar el control del mediocampo, que había sido, precisamente, su mejor caudal a lo largo del partido.
Pero Myers también jugó sus cartas. Y el pitazo largo dejó, como corolario, un punto para cada cuál, una leve insatisfacción local y, de nuevo, el recurso de la táctica fija, la salvación de Saprissa.

  • POR Roberto García H. / rgarcia@nacion.com
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