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Por consumir más de lo que puede producir, a Costa Rica se la incluye en la lista de los países "ecodeudores".
Las implicaciones de esta deuda ecológica son políticas, económicas, sociales y hasta éticas, según planteó la investigadora Rebeca Chaverri en el documento que da sustento a la publicación sobre el tema realizada en el XV informe Estado de la Nación .
Lo más notable es que estamos heredando a las futuras generaciones un país y un estilo de vida con un desbalance que implicará cada día menor disponibilidad de recursos para ellos, y con el que tarde o temprano tendrán que enfrentarse.
Depender de la biocapacidad de otros países –como es el caso de Costa Rica– es correr el riesgo de tener un crecimiento que posteriormente no tenga sustento ambiental y se vea obligado a cambiar dramáticamente.
“Es necesario actuar rápido para revertir el proceso, ya que cuanto más tiempo persista el exceso, mayor será la presión que se ejerza sobre los servicios ecológicos, aumentando el riesgo de colapso de los ecosistemas, con pérdidas potencialmente permanentes de la productividad”, explica Chaverri en su investigación.
“Tenemos una sola Costa Rica y los habitantes de este país hemos sobrepasado nuestra capacidad para mantener el ritmo de consumo y uso de los recursos que hemos desarrollado desde 1961, cuando todavía parecía faltar mucho para comenzar a consumir los recursos que deberíamos estar resguardando para las futuras generaciones, un consumo que va en crecimiento a la vez que la biocapacidad del país disminuye, y con ella su habilidad para absorber nuestros crecientes desperdicios”, concluye el informe de Chaverri.
Este documento no posee notas.