Debido a los elevados costos del mantenimiento de las imágenes, se ha restringido su acceso solo para las personas registradas en PrensaCR.
En caso de poseer una cuenta, hacer clic en “Iniciar sesión”, de lo contrario puede crear una en “Registrarse”.
La frustrante eliminación de Costa Rica del Mundial de Sudáfrica 2010 fue una copia al carbón de la cadena de errores que se presentó en las rutas fallidas del país a las copas de Estados Unidos 94 y Francia 98.
Duros golpes que sufrió la Tricolor debido a un campeonato nacional poco competitivo, dirigentes que tomaron decisiones poco pensadas, entrenadores timoratos cuando juegan de visita, una prensa complaciente y poco crítica, canchas de juego en pésimo estado y futbolistas que nos fallaron dentro y fuera del campo.
Todos pecamos en estos procesos: los jugadores, el cuerpo técnico, los dirigentes y la prensa.
Algo que nos dolió muchísimo fue la forma cómo le regalamos seis puntos a México, en especial por un planteamiento sumamente temeroso en el Azteca. No se jugó a nada. Igual pasó cuando se fue a Honduras y El Salvador.
Culpable. El más culpable fue el técnico Rodrigo Kenton. Le faltó humildad al sentirse sobrado cuando indicó que éramos el número uno, tras la paliza de 0-4 en Honduras. El grupo se le fue de su control, se relajó con los 12 puntos ganados y no introdujo variantes para sorprender a los rivales, que nos tenían bien estudiados.
Su gran error fue llevar el equipo principal a la Copa de Oro –un torneo desgastante que no clasificaba a nada y en el que había que cambiar de sede en cada partido–. Recuerdo como si fuera hoy cuando anunció el acuerdo con la Fedefutbol de que se enviaría un equipo alternativo a Estados Unidos. ¿Por qué cambió de criterio?
Los seleccionados no hicieron pretemporada y llegaron reventados a la segunda vuelta. Los rivales, Estados Unidos, México y Honduras, fueron a la cita de Concacaf con el equipo B y reservaron el A. Por algo estos países avanzaron al Mundial y nosotros no.
Es hora de tomar decisiones. Deben darse cambios drásticos en la cúpula del futbol que fracasó y no alcanzó el objetivo. Hay que reestructurar el certamen local –una medida urgente es reducir la cantidad de clubes, de 12 a 10–, propiciar la unión de todos los sectores del futbol, bajar la inflación con los jugadores, cancelar las deudas con las instituciones del Estado, mejorar los terrenos de juego y no dejar de planificar.
Hay que dejar atrás la demagogia y la politiquería. Debemos dar pasos firmes para volver a las Copas Mundiales de futbol y proyectar una nueva generación de jugadores que nos lleve a Brasil 2014. Ello es posible si actuamos con diligencia y sabiduría.
Este documento no posee notas.