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La tarde del 3 de noviembre, el agente Randall López y su compañero Joaquín Sánchez recibieron la orden de interceptar el vehículo en el que viajaban unos jamaiquinos, sospechosos de la muerte de una universitaria.
Otros oficiales de seguimiento alertaron a la fiscalía que habían descubierto a los sospechosos, por lo que el Ministerio Público dio luz verde a la captura. López no participaba en la pesquisa, pero estaba cerca de los jamaiquinos cuando surgió la orden.
Desde el momento cuando resultó herido pasaron cerca de 20 minutos antes de que la central de comunicaciones del OIJ restableciera el contacto.
Las grabaciones de lo ocurrido ese día así dan cuenta. A lo largo de ese tiempo, agentes del OIJ pidieron, desesperados, la intervención de la central.
La operadora destacada ese día no logró comunicarse por uno de los canales principales, por lo que tuvo que emplear otro de uso común para pedir a los investigadores "cero comunicaciones".
Pese a sus esfuerzos, no logró coordinar, pues no tuvo la certeza de ser escuchada.
Desesperación. “Central, clave 2, clave 2. Estoy pegado (herido), necesito una ambulancia”, solicitó, de manera suplicante, el oficial Joaquín Sánchez a la central.
Acababa de ser herido en un brazo por la bala de un fusil de asalto AK-47. Pese a su desesperación, la central no pudo responderle. Otros agentes intervinieron para preguntar si la radioperadora los escuchaba, pero tampoco obtuvieron respuesta.
Entonces, reinó la confusión. La central no logró revelar el sitio exacto del incidente. Mientras tanto, el oficial Sánchez volvió a implorar por ayuda. Clamó a comunicaciones por una ambulancia. “Estoy pegado; creo que el compañero Randall López también. Los sujetos sacaron AK-47, AK-47. Yo voy pegado. Necesito que me coordine ambulancia”.
Por momentos, la voz suplicante de la encargada de la radio pedía a los oficiales que no transmitan, pero las comunicaciones entre ellos no cesaban.
“Compañeros, si alguno me escucha... no transmitan, no transmitan”, les pidió.
En algún momento de la transmisión, la encargada de la central solicitó ayuda a su similar de Fuerza Pública. “Audy (operador de Fuerza Pública que estaba de turno), necesitamos que nos den una luz porque nos quedamos sin comunicaciones. Necesitamos que nos digan cómo están los compañeros heridos porque no tenemos comunicación ahorita”, le manifestó.
Minutos más tarde, intervinieron otros tres jefes policiales del OIJ. Uno pide cuentas por el silencio de la central. El otro le indica que intenta comunicarse por teléfono, pues no hay acceso por medio de la radio.
“Ellos tienen problemas en la central. Parece que la Centracom (consola de comunicaciones) no está funcionando”, le respondió el tercer jefe.
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