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Chiang Mai, Tailandia. AFP. Los "camisas rojas" están regresando a sus bastiones del norte de Tailandia, con amargura y desorientados, con sus líderes encarcelados o escondidos, después de la ofensiva militar que acabó con la protesta antigubernamental en Bangkok.
Cientos de rojos llegan en tren a Chiang Mai, segunda mayor ciudad del país, donde son recibidos como héroes, después de haber participado en unas manifestaciones que paralizaron a partes enteras de la capital y dejaron 85 muertos y 1.900 heridos desde marzo.
El estratega militar de los opositores, el general rebelde Seh Daeng, fue alcanzado por una bala en la cabeza unos días antes de la ofensiva militar del miércoles, que obligó a los principales líderes del movimiento a entregarse.
Tailandia está dividida entre los “camisas rojas”, principalmente pobres de zonas urbanas y rurales que piden la dimisión del gobierno que denuncian como no democrático, y los “camisas amarillas” que representan a las élites del país.
El toque de queda sigue hoy en la capital, al igual que en el bastión de los “rojos” por temor a más violencia. Cuatro delegaciones provinciales ya han sido quemadas.
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