Abrir Noticia Guardar

Una nueva democracia

No debemos temer a la inevitable ampliación del proceso de deliberación democrática

En las últimas décadas, ciertos hechos han tenido un impacto negativo sobre las instituciones de la democracia representativa, variando el rol y la percepción de los partidos políticos. Propongo entender que este proceso de transición no nos lleva necesariamente a más ni a menos democracia; solo nos presenta una forma diferente de este sistema de gobierno, con nuevos retos y posibilidades.
El debilitamiento de los partidos políticos se caracteriza por el cuestionamiento de su legitimidad, su representatividad política y por una permanente sospecha. El rol tradicional de mediación política lo deben compartir con los medios de comunicación y con otros actores políticos que afirman representar intereses puntuales e inclusive a la sociedad en general.
En este contexto, hay grupos formales, viejos participantes en la política nacional, que habían aceptado su papel secundario, desarrollando relaciones clientelistas, y otros nuevos grupos informales, no jerárquicos, que reclaman un mayor espacio e influencia. Las empresas que conforman medios de comunicación masiva comparten su espacio con otras formas de difusión informales, poco organizadas y heterogéneas. Muchas voces compiten en la tarea de comunicar e interpretar la realidad.
Adicionalmente, existe una creciente legitimación de formas distintas de actividad política y nuevas posibilidades para que la ciudadanía canalice sus demandas e influya en los asuntos públicos. Se percibe un despertar del interés por lo público en la sociedad civil. Sin embargo, también se visualizan retos importantes. La movilización política por temas puntuales, sin una visión general y convocada por grupos de interés puede afectar la ecuación democrática en el tanto las demandas impulsadas en este nuevo contexto se privilegien sobre la articulación de los intereses de la sociedad en general.
La crítica clásica a la influencia de los grupos de presión reunidos en cámaras empresariales, sindicatos y otros, es igualmente válida para los "grupos ciudadanos" que nos hablan “en nombre del pueblo”, independientemente de la nobleza de los fines que persigan. Sus intereses no son necesariamente coincidentes con el bienestar general. No debemos temer a la inevitable ampliación del proceso de deliberación democrática y de participación ciudadana, pero un escenario con partidos políticos y gobiernos débiles, es propicio para que con banderas de democratización, se impongan los intereses de unos cuantos en detrimento de los de muchos. Sin prejuicios, debemos observar cuidadosamente este fenómeno, que siempre será inconcluso.

  • POR Pablo Duncan-Linch
  • Opinión
Democracy
Notas

Este documento no posee notas.