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PAGINA CUATRO LA TRIBUNA Sábado de setiembre de 1922 Páginas de honor Una visita a doña Anita Lagos de López Gutiérrez Huésped de Costa Rica es desde hace pocos días la distinguida dama hondureña doña Anita Lagos de López Gutiérrez, esposa del actual Presidente de aquella República hermana. Desde su llegada a San José tanto el elemento oficial como la sociedad nuestra han concurrido sincera y oportunamente a presentarle sus respetos. efectivamente dice allá en mi Tegucigalpa he procurado intervenir para que sean ayudados todos los centroamericanos que nos solicitan hospitalidad. Es un deber que he creído siempre necesario cumplir.
Con este propósito, doña Anita nos cuenta los motivos que tuviera El Salvador para alimentar estas revueltas.
Allá se creía equivocadamente que su hermano don Carlos Lagos, entonces Ministro de la Guerra del General López Gutiérrez, había prestado armas al revolucionario salvadoreño don Arturo Araujo para que se lanzase contra el Gobierno de don Jorge Meléndez y éste quiso que se aceptara la renuncia de su hermano, lo que no fue posible sino hasta hace poco tiempo y con otros motivos. La correspondencia revolucionaria tuvo que manifestarse con el opoyo de El Salvador a Ferrero, pero eso pertenece ya a la historia. Las amistades ahora entre esos Gobiernos son muy cordiales.
LA TRIBUNA, admiradora y amiga de la señora de López Gutiérrez le envió también ayer su saludo con nuestras mejores muestras de simpatía respetuosa, pensando que al hacerlo cumplía con un deber para con la gentil señora, para con su esposo el señor Presidente de Honduras y para con la sociedad hondureña.
Volviendo a Nicaragua, la señora de López Gutiérrez nos mostró una elegante medalla de oro que le obsequio el pueblo de León, en cuyas caras aparecen las siguientes leyendas. León a doña Anita Lagos de López Gutiérrez.
Admiración, gratitud, afecto. Cree usted le preguntamos que el pacto asegure la paz? cuenta nuestro redactor que se honrara con esa comisión, que la señora de López Gutiérrez recibió muy amablemente la visita y el saludo, y que, haciendo a un lado el protocolo y la etiqueta en un acto de verdadero republicanismo, le confió algunas noticias de mucha importancia de que era dueña la simpática dama.
También nos facilitó dos de las improvisaciones de intelectuales de allá, que fueron dichas con motivo de su llegada.
Ellas son las siguientes. Creo que sí. Por su parte, el señor Presidente de Nicaragua me ha manifestado su pesar por la participación que pudo habérsele atribuído en esas revueltas anteriores y por no haber conocido antes a mi esposo. Parece ahora muy bien animado en favor de la paz y del Gobierno de Honduras.
INPROMPTUS DE DON JOAQUIN SACASA EN EL CONCIERTO CON QUE LOS GREMIOS OBREROS DE LEON OBSEQUIARON DOÑA ANITA LAGOS DE LOPEZ Serán esas expresiones sinceras?
Señora, ya usted lo ha visto: desde su arribo a estas playas, ha habido como un desborde de simpatía en las almas. Yo no lo dudo. Don Diego Manuel Chamorro me parece una buena persona y un cumplido caballero que sabrá mantener su promesa. Por el momento, cumplió con retirar de la Secretaría Privada a don Ismael Solórzano, que era el funcionario más comprometido en contra de mi país.
Le han extendido los brazos todos cual viejos amigos, y se han tornado las frases en rosas de alto cariño.
Cuando llegamos. dice nuestro redactor a las habitaciones de la señora de López Gutiérrez en el Hotel Washington se encontraba acompañada del General Volio quien le hacía una visita. Se nos hizo pasar adelante, y se nos atendió cortesmente. El pequeño salón estaba colmado de tores que amistades de la estimable señora le han enviado profusamente en señal de simpatia y bienvenida. Ella sentada en el sofá sabía corresponder a todas las atenciones de que era objeto de parte de los visitantes que solicitaban oiria amena e inteligente, y de parte de personas que desde fuera la enviaban un saludo espontáneo. Su aspecto es interesante y grato a la vez. Muy distinguida y muy amable, de hablar suave y argentino, no se diría esa misma señora que las crónicas políticas de Centro América nos pintan como muy enrviosa, afanada en misterios de Gobierno y moviendo de un lado para otro los ejércitos y las multitudes, las opiniones y los criterios, ante la cual suelen sentir temores los Gobiernos vecinos y los diplomáticos más hábiles y expertos. Se nos antoja más bien hecha para la tertulia elegante y femenina que para las intrigas de palacio, se diría mejor dispuesta para atemperar las malas horas del militar y del hombre público, que para aumentarlas con sus influencias invencibles. Nos la imaginamos perdonando agravios y dando la mano piadosa al caido; pero nunca vengadora ni agresiva.
Cuando hable allá entre los suyos de esta tierra de los lagos, no olvide que aquí el afecto se lo encontró a flor de labios; Que este noble pueblo mío, que al par que sincero es bravo, quiso poner este día su corazón en su mano, así a pesar de lo lejos, y aun al través de los años, por la virtud del recuerdo siempre estaremos cercanos.
La bondad de su mirada, la sonrisa alegre de sus labios y la claridad de sus pensamientos nos lo confirman desde que hemos estrechado la leal blancura de sus manos.
SEÑORA, MI VERSO. Costa Rica le hemos dicho siente gran placer de que usted sea su huésped por mucho tiempo. Desgraciadamente. nos contesta voy muy de paso. Me encanta este país y en él tengo amistades muy queridas pero necesito tomar el barco para los Estados Unidos.
Para el Album de la altísima Dama doña Anita de López Señora, mi verso que no es verso te saluda: la estrella cuando brilla es porque está desnuda de toda sombra. Sin embargo hemos replicado tendrá usted que abandonar esa idea por algunos días, mientras la sociedad satisface su deseo de agasajarla como usted merece. Tal vez contesta. yo no puedo ser nunca indiferente a las simpatías que se me demuestren. Las agradezco siempre en el alma.
Mi lira se siente humilde para cantarte, Señora, queda a tus plantas; mis bosques están solos, mis noches sin aurora.
Habíamos inquirido más de lo que nos permitía su amabilidad. Al cabo, una dama no suele allanarse a entrevistas políticas, sobre todo tratándose de la señora de López Gutiérrez que se confiaba a nuestra discreción y a nuestra caballerosidad.
Surgió entonces en nosotros el deseo de saber aunque ya lo barruntáramos si efectivamente doña Anita era esa Madame Stael a quien tienen que alejar de la patria los políticos timoratos que huyen del talento. efectivamente, hemos llegado a comprender que la señora que hoy nos honra con su visita no ha permanecido nunca indiferente a la suerte de su patria. Ella ha ayudado a su marido en cuanto le ha sido posible y ha puesto de su parte todo su valer intelectual para que Honduras llegara a ser lo que sueña una mujer para su pais.
Pero lejos de parecernos eso censurable, lo hemos alabado calurosamente, porque sabemos bien que sus intervenciones juiciosas y discretas lo han sido para mantener la paz, para que Honduras sea próspera y feliz y para que se terminen las rencillas partidaristas que ensangrientan con frecuencia alarmante el solar patrio.
Así lo hemos expresado, y entonces vienen al recuerdo de la dama los días de revoluciones y de angustia, de huidas sigilosas, de planes difíciles y de noches de vela.
Nos cuenta episodios terribles en que ella tomara parte para salvar a su marido de las garras del enemigo y episodios gloriosos en que ella también ha estado alimenlando a una falange, de rifles y municiones, de medallas y de entusiasmo, de patriotismo y de heroicidad.
Recuerda que una noche quiso vestir a su marido de monje para que pudiera huir, y recuerda también cuando venían los heraldos pregonando los triunfos obtenidos por la rebeldía de un patriota. ese patriota era su marido.
Nos sentimos transportados a las leyendas heróicas y cada vez tenemos para ella una frase de admiración acompañada de un nutrido aplauso del General Volio que, entusiasmado, sueña con las falanges y con los cañones, con el ruido de las ametralladoras, y con los sonoros toques del clarin.
Para atemperar nuestro entusiasmo bélico, doña Anita nos cuenta después los dolores de la vida Presidencial.
Mil cartas pidiendo recompensas y mil enemigos que van surgiendo cada día ante las negativas necesarias, dolorosas, inevitables. Un día dice llegó a su casa una mujer a pedirla un favor. Cuál era? Quería tres mil pesos de regalo. Imposible esa suma! como no se pudiera complacerla de esa forma, solicitó entonces que el Gobierno hiciera salir premiado el número de lotería que la solicitante tenía en su poder. Por qué. Cómo hacer eso? Era muy fácil, le dijo la mujer. No sabía como; pero Estrada Cabrera sí lo conseguía cuando deseaba favorecer a un amigo.
Doña Anita ríe de esas aventuras que ella sabía afrontar con su bondad y por sus ojos pasa repentinamente la sombra del recuerdo de su patria, y enmudece.
Aquí, de no cantar, solloza el paso de la fuente, el árbol a lo lejos presta mustio su follaje; ni un celaje entolda, Señora, el amor de nuestro árido paisaje.
aromas. Cuándo salió usted de Tegucigalpa. Sali cuando mi esposo venía a las conferencias del Tacoma. No traía la intención de hacer un viaje fuera del país, sino la de acompañarlo a él hasta Amapala; pero cuando él volvió de abordo del barco, después de haber firmado el pacto, yo ya estaba lista para venirme a Costa Rica de paso para Nueva York. Fue así un viaje repentino e inesperado. Tomé el mismo barco que conducía al señor Presidente de Nicaragua, también procedente de las conferencias y acepté gustosa la invitación que se me hizo para pasar adelante en la vecina República. Allí estuve muy a gusto. Fuí muy bien atendida y sólo traigo de ese país buenos recuerdos, El labriego, que airoso batió palmas un día por la feraz campiña, está triste y tartajea como el hombre cerval de la ciudad.
Boabdil ve la ruta que a lo lejos serpentea: Boabdil es mi tierra mendigando libertad. nuestros ojos cierra el sol sus gloriosos pabellones, el mar, el monte, el bosque y la desierta pradera; no vengais, Señora, donde escupen los sayones, patria infeliz, sin honor y sin bandera. GARCIA ESPINOZA.
León, agosto 25 de 1922.
La señora de López Gutiérrez nos relata ampliamente su permanencia en Nicaragua. La atendió el Gobierno y la atendió la sociedad en todas las poblaciones que visitara; pero lo que sin duda alguna se ha quedado grabado en sus recuerdos fueron las manifestaciones de que se le hizo objeto en León, en donde todas las clases sociales le prodigaron agasajos y manifestacione splenas de cariño y de espontaneidad. La ciudad se vistió de gala. El entusiasmo brotó a raudales, y a pesar de la situación política de aquel país, el Gobierno contempló sin molestia cómo se improvisaban versos, cómo se pronunciaban discursos y cómo se la llamaba a la huesped distinguida LA MADRE DE LOS NICARAGUENSES EMIGRADOS. Se pregonaba a todos los vientos que la señora de López Gutiérrez había sido la que propicia y magnánima calmó más de una mala situación y ayudó a más de un enigrante culierra hondureña.
Después de este peréntesis lírico, muy en armonía con el alma sentimental y bondadosa de nuestra visitada, iniciamos algunas preguntas de otra idole. Honduras está ya pacificada. Así creí cuando salía de Amapala. Con el pacto, parecía darse el golpe a las revueltas; pero estando en Nicaragua, supe que se habían librado dos combates, uno por el lado de Yuscarán, contra el General Funes, quien fue derrotado, y otro por el lado de El Salvador contra el General Ferrero, quien también fue derrotado. Sin embargo, creo que ya estará por completo terminada esa revolución. Al menos así lo deseo.
Tal nos refiere nuestro redactor quien, agradecido de las bondades de la distinguida dama hondureña, le dedica hoy esta página de LA TRIBUNA, con el entusiasmo y la complacencia de la Empresa que se adhiere a la simpatia y al cariño de que es objeto en Costa Rica, doña Anita Lagos de López Gutiérrez.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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