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USIRI LA TRIBUNA Jueves septiembre de 1922 De PAGINA SIETE ¿Por qué no reconocen los Estados Unidos a México?
a (Viene de la 3a. página)
ría de los accionistas de los ferrocarriles mexicanos se le diese el mando sobre éstos, no obstante que el Gobierno de México tiene el 51 por ciento de las acciones.
constante para el desarrollo interno del país y fines educacionales en los años venideros.
Gobierno, cuyo deber es resguardar la neutralidad y la paz entre las naciones.
Cada dia que demoramos el reconocimiento de México, aumentan las dificultades de su Gobierno y se fomenta la repetición de estas tentativas revolucionarias. Debemos a México, debemos al mundo y, sobre todo, nos debemos a nosotros mismos poner fin a este estado de cosas injusto y anómalo, otorgando el reconocimiento a un Gobierno vecino que está haciendo todo lo posible para devolver a México la paz y la prosperidad.
La política agraria de México es una política muy bien entendida, la cual, en razón del aumento constante del inquilinato de fincas rurales en los Estados Unidos, deberíamos imitar.
Justo es decir que Mr. Hughes ha opuesto una negativa no oficial a estos cargos, en una carta dirigida al editor de La Nación. que se publicó en seguida del artículo de Mr. Alsberg. Mr. Hughes formuló su negativa en estos términos. He manifestado a los corresponsales de la prensa, y ahora lo reitero, que no se han hecho tales demandas y que son enteramente falsos los decires y todos los informes relativos a que se han hecho esas demandas. Cierto es, por supuesto, que como el Departamento vela por los ciudadanos americanos, hemos pedido protección para los derechos válidos de ciudadanos americanos adquiridos de acuerdo con las leyes mexicanas; pero esto no excluye, sino que más bien anticipa igual protección para los ciudadanos de otros países. Ha cambiado por ventura nuestra política histórica. Hemos abandonado acaso la política tradicional de Washington, Jefferson y Monroe que nos valió la estimación universal, haciendo que las naciones más pequeñas de este continente nos mirasen con justicia como a una hermana mayor, que merecia su confianza y su cariño?
Cuando paso revista a nuestra actitud dominadora respecto de Haití, Santo Domingo, Nicaragua, Guatemala, Panamá y hasta de Cuba, parece evidente que así es. Se diría que hemos adoptado una conducta de agresión y de imperialismo. Una alianza non sancta entre poderosos intereses financieros y nuestro Departamento de Estado ha reducido ya, en el sentir de muchos, más de una República hasta aquí independiente, a la condición de protectorado de Wall Street.
En respuesta a lo anterior La Nación mantuvo lo dicho por Mr. Alsberg. No tengo la intención de discutir la veracidad de Mr. Alsberg o del Secretario Hughes; pero al diferir diametralmente en asunto de tamaña importancia, se hace necesario, para averiguar la verdad, estudiar todas las pruebas que puedan dar alguna luz sobre la controversia. Las hay pertinentes. este respecto no puedo dejar de establecer una comparación entre el pronto reconocimiento del Gobierno de Guatemala, tan reciente, y nuestras dilatorias en lo que se refiere a México. El Presidente Herrera, de Guatemala, fue depuesto el de diciembre de 1921, mediante un golpe militar fraguado por el General Orellana. Este golpe fue acompañado de muchísimos arrestos y numerosos asesinatos.
De otra parte y hasta donde es posible saberlo, el gobierno de Herrera se consideraba como el más pacífico y próspero de todos los que le han sido deparados a Guatemala.
Orekana hizo una elección el 15 de febrero de 1922, y no obstante que la Constitución guatemalteca le vedaba expresamente ser candidato, se pusieron soldados en las urnas y más de 500 caudillos del partido contrario fueron metidos a la cárcel. Sin embargo Orellana fue declarado electo y el 15 de abril el Gobierno de los Estados Unidos le otorgó su reconocimiento, a pesar de que sobre todo el procedimiento electoral pesaban las más graves sospechas de ilegalidad.
Generalmente se afirma y no lo he visto desmentido por el Departamento de Estado que previamente al reconocimiento de Orellana firmamos un tratado con Guatemala que otorga a los ciudadanos de los Estados Unidos derechos comerciales de preferencia. En seguida del reconocimiento la firma bancaria de Wall Street llamada Blair Co. intentó reatar el Gobierno de Guatemala a un empréstito de 15 millones de dólares, cuyas condiciones eran tan injustas y onerosas, que no obstante haberlo aceptado el Presidente y su Gabinete, fue unánimemente rechazado por la Asamblea Nacional guatemalteca.
Parece en realidad extraño que el gobierno revolucionario de Guatemala haya sido reconocido con tan sospechoso apresuramiento, si se consideran todas las circunstancias del asunto, siendo así que Obregón lleva 19 meses en espera de que lo reconozcan a él.
bon vittemática de México, a pesar de una explotación sistemática de siglos, es todavía la caja que guarda el tesoro del mundo.
Ningún otro país posee iguales depósitos de minerales, y sin embargo la superficie de su suelo no ha sido relativamente arañada todavía. Sus yacimientos de petróleo parecen ser casi ilimitados, y su sabia política de que el Estado conserve la propiedad de los campos petrolíferos y grave la exportación, dará al Gobierno una renta que irá en aumento Semejante política es miope y ruinosa, porque tratándose de las naciones, lo mismo que de los individuos, es una verdad que los senderos de la gloria conducen a la tumba. en las últimas dos décadas los Estados han marchado de prisa por la senda peligrosa del imperialismo. Tiempo es ya de parar esta tendencia y de volver a nuestras tradiciones de tratar honrada y equitativamente a todas las naciones.
No ha mucho tiempo se dieron en la prensa de los Estados Unidos pruebas auténticas de que Thomas Lee, Secretario de la Asociación Nacional para la protección de los derechos de los americanos en México, sociedad ampliamente subvencionada por los intereses petroleros y cuyos propósitos evidentes son los de obligar a los Estados Unidos Unidos a intervenir en México, quiso facilitar fondos al General Pablo González para una tentativa revolucionaria destinada a derrocar el gobierno de Obregón.
Cartas y telegramas, cuya autenticidad no ha sido nunca negada, demuestran que un grupo de financieros americanos ofreció dar armas y dinero para la revolución.
Los hechos no fueron nunca desmentidos. Hay individuos que descontaron penas en las penitenciarías federales durante la guerra por haber cometido iguales delitos contra otros países; pero nuestras autoridades no han procedido nunca contra Mr. Lee y sus socios, no obstante haber violado de modo flagrante nuestras leyes de neutralidad.
En tiempo más reciente aún, llevó a cabo otra trama revolucionaria en este país Félix Díaz, el cual, para realizar su plan, estuvo algún tiempo en Nueva York, después en la ciudad de Washington y también en Nueva Orleáns; pero no obstante que sus propósitos se pavoneaban en la primera página de todos los diarios del país, hasta donde he podido cerciorarme, sus tentativas ilegales de levantar una expedición armada contra un gobierno amigo, no han sido en absoluto contrariadas por los funcionarios de nuestro Debiéramos principiar con México. El primer paso debería ser otorgarle el reconocimiento, un reconocimiento inequívoco y sin imponer condiciones. Procedamos con México de manera que no tenga motivo justo de agravio, de manera que venga a ser una compensación de nuestros pasados errores políticos y que haga deponer a todas las naciones latinoamericanas la desconfianza que sienten res.
pecto de nuestros móviles. En suma, obremos, no con el espíritu regatero de un matón del mercado, sino de acuerdo con la gran verdad fundamental proclamada por el Nazareno cuando dijo. Haz con los demás lo que quisieras que los demás hicieran contigo.
Si hacemos de esta sentencia el móvil de nuestras relaciones internacionales, no podremos ir mucho tiempo por mal camino, y aun cuando sonrían algunos escépticos, sería ésta una política que nos daría beneficios superiores a los frutos ensangrentados del imperialismo.
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