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Domingo, de Dic. de 1922 LA TRIBUNA PAGINA TRES Correspondiente en Costa Rica amaranto de doña Sol sabis o Aspasia, bella como Helena, olimpica y derrocadera con una Pompadour que regara a su paso triunfal collares de perlas, medallas esculpidas y deslumbrantes pedrerias esa reina, la palabra del Maestro, sujetaba bajo su cetro a los hombres y domaba las multitudes temblorosas y llenaba de tesoros de luz el alma de los pueblos.
GUILLERMO VARGAS Don José Ma. Alfaro Cooper Lic. Alejandro Alvarado Quiros cho, pues, que existan personas apegadas a la dicha de páCartago, apareció un grupo de dos hermanas, bellas como jaros, gatos, perros y variedad de otros hermanos menores, una Niobe, bellas como el dolor inmerecido: jóvenes, también conocidos y simpáticos, a quienes miran como a las niñas de como el dolor, que es eternamente joven. Recibieron el beso sus ojos? De esas almas era Gregorio.
de la muerte, confundidas en el último abrazo que se dieron.
Séa ese nuestro símbolo: abracémonos fraternalmente, no Perplejo quedé al mirarlo (un cachorrilio) dentro de para morir, sino para vivir; sobre todo, para ayudar a vila canasta de mis papeles, abultado de párpados, cerrados Don García Monge vir, para remover los escombros del infortunio que oprime los ojos y sin más señales de vida que ia respiración que le a tanto hermano infeliz.
abombaba y le escurría la panza como si fuera un juguete RICARDO JIMENEZ de hule; y tentaciones tuve de restituir tan incómodo regalo Dificultades por vencer nos salen al camino por dondeun si es no es agravioso. Pasé al examen del botellón lar quiera; por fortuna, no vienen del desbaratamiento de un (Del Mensaje Presidencial de de mayo de 1910 al tomar go y estrecho, coronado por una mamadera de púrpura, des pueblo en decadencia, sino de las leyes naturales de que no posesión de la presidencia de la República. tinado a sustituir a la ilustre nrogenitora en las naturales somos responsables y que no han de funcionar siempre en exigencias; y la grave perspectiva de amo de cría no dejó nuestro perjuicio, o constituyen una enfermedad de creci.
De Ernesto Martin de despertar cierto resquemor incómodo en mi ánimo.
miento. Hemos querido, guiados por la impaciencia, alhajar a la República, a toda prisa; con mejoramientos que Ved cómo son efímeros los triunfos de los que encamiotros países han alcanzado al largo correr del tiempo y mer. nan sus empeños a amontonar vanidades o riquezas que la El maestro Zambrana muerte implacable les arranca, si antes no las ha dispersado el infortunio; ved cómo se rompen los imperios que el emSu oratoria, era una floresta encantada; floresta de ropuje de las armas construyera; y observad, en cambio, como bles y de lirios, con vegetación de jardín y de montaña, al trasciende a través de las edades la labor de los que modetravés de cuyos ramajes densos y dorados fluían apacibles lan almas, creando con ello el elemento esencial de las civibrisas o destrenzaban su melena trágica los huracanes; y lizaciones. Maestros oscuros que al guiar la niñez en los que se poblaba, en las grandes horas del combate, de múlbalbuceos iniciales de la ciencia, ponen al pensamiento en tiples ecos: junto al rugido del león, el nostálgico canto del su primero, inefable contacto con la majestad de lo infinito, jilguero: junto al estremecimiento del águila que abre sus o profesores eminentes que desde los prestigios de la cátedra alas, la fina nota del ruiseñor que cierra las suyas en el sipromulgan las últimas verdades arrancadas al misterio, toOmione Don Carlos Gagini ced a grandes capitales acumulados, factores ambos de que carecemos nosotros. Hemos anticipado gastos; eso es todo o casi todo; y si tenemos paciencia y cordura, el tiempo curará nuestras dolencias, pues mientras no degeneren las cualidades del pueblo costarricense, su tenacidad en el traDon Roberto Brenes Mesén Lic. don Alberto Brenes Cordova bajo, su aspiración a que sus hijos aprendan, su plasticidad para recibir ideas y adelantos modernos, su amor a la paz y a la tierra, su perspicacia en los tratos, su gusto y enerlencio de la noche; junto al anátema del profeta, el llanto gia para subyugar los bosques indómitos, no debemos des dos, todos son augustos delegados de la voluntad suprema miserando del huérfano, del triste, del pobre, del desvalido; confiar del porvenir; él nos aportará un nuevo florecimiento que rige el concierto de los mundos e impone su ley de arjunto al himno de la belleza, el trueno de la justicia, y luego, de bienestar. Ni las inundaciones, ni los incendios, ni las mónico progreso a los seres y cosas que pueblan el espacio.
llenando todo el aire, el acento agudo y vivo del clarin de la cosechas negadas, ni los terremotos pueden ser herrumbre (Fragmento de un discurso)
libertad que corre. aeero del carácter costarricense; por el conSu elocuencia era como una grande y maravillosa reina, trario, esas caramidades mantendrán limpio el acero, renoOrígenes de los costarricenses que tenía por reinos los de la Historia, y más allá de ellos el varán su temple. Trabajaremos más; lo haremos mejor; intangible pero entrevisto imperio del porvenir. Con una an ahorraremos. La marcha hacia adelante no se detendrá.
Se ha erigido ya en leyenda y se da como cosa perfeccha diadema de diamantes saules sobre la frente; con una Hace sesenta años, nuestros abuelos fueron víctimas de tamente averiguada y verdad irrefutable, que los costarrilarga cabellera oscura olorosa a esencias de Oriente y a jazcenses descendemos de gallegos. Nada es, sin embargo, más falso.
mines del trópico, tendida sobre la espalda mórbida; con una veste grácil de canéfora griega, a veces: y a veces con Cierto que nuestras gentes tienen algún parecido com la austera túnica recta de Lucrecia o con el suntuoso traje esos honrados y vigorosos hijo de la madre España: su (PASA LA PAGINA)
Don Pegorio Martin un sacudimiento terrestre igual al de estos dias. Cayeros sus casas, no decayó su animo varonil. Rehicieron sus for tunas: y nos legaron una república rica y contenta de su suerte. Seremos tan menguados que lo que hicieron los abuelos no lo repitamos los nietos? Entre los escombros de Lie. don Guillermo Vargas Lic. don Claudio González Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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