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TENDRA ABIERTO TODO EL DIA DE HOY Ontario ORTIZ EL JOYERO CHIC Cuento de Navidad La queja del establo Partieron los pastores y los reyes. el ReyNiño y sus pobres padres, partieron, por la ley Bárbara del bandido Herodes, sér del diablo.
Entonces, en la triste soledad del establo Hablaron, amasando la paja entre los dientes, Los dos dulces rumiantes, más dulces que las rentes, Que habían ofrecido sus alientos y vahos Aquel que el Universo hizo brotar del caos. Con qué viveza bulle la clara fantasia De los niños. Oh noches aladas del hogar. La ventana está abierta, y hay una luna fría Que sobre un gran silencio deshoja su azahar.
Una niña y un niño mueven sus locas manos En un álbum de estampas, la abuela que los mira Con unos ojos que hablan de los tiempos lejanos, Les conversa con una palabra que suspira.
El fonógrafo llena con una serenata Metosa el gran sosiego de esa noche de plata; Y, en el atormentado cilindro, una voz suena al fin va poco a poco muriendose de pena.
Los niños, luego, desde la ventana asomados, Ven las calles, las torres y la luna de cera: Un gato a la carrera pasa por dos tejados, Cual si fuese un ovillo que se desenvoiviera.
La abuela, con palabras que parecen lamentos, Cuenta a sus nietecillog historias como cuentos Ya es el audaz pirata que, en la crujiente popa, En pie, busca y vigila, con su hacha de abordaje, El galeón que lleva de las indias a Europa, El codiciado y fácil oro del coloniaje: veces pone proa resuelta hacia algún puerto, Donde una fortaleza sobre un peñón desierto Inútilmente hostiga la noche con sus luces; hay relámpagos de hachas y truenos de arcabuces, hay esplosión de retos y extorsión de querellas, hay violaciones de arcas y raptos de doncellas.
Ya es el avaro exangue que, en un rincón callado De su misera alcoba, por la noche, ha cavado, Sin que nadie lo sepa, lugar para el tesoro De talegos preñados con las onzas de oro: Muere el viejo; y los meses se escapan; pero un día Su alma torna a tal sitio como a purgar sus penas, Y, durante las noches, en la alcoba sombria Hay un rumor de ergástula henchida de cadenas.
Los nietos, que en la anciana tienen flos olos, Piensan en el tormento de pesados cerrojos, En la llave que chilla dentro de la cerradura, En la angustia silente de largos pasadizos, En el ruido de puertas que hay en la noche obscura, En la vieja vecina que hace ensalmos y hechizos.
Y, con el alma llena de medrosas visiones, Cuando a fin se retiran a dormir, ven los techos Por si entraron vampiros, husmean loy rincones, antes de arrodillarse y hacer sus oraciones, Buscan a los ladrones debajo de los lechos.
Sueñian. La niña sueña que se encuentra el tesoro De talegos preñados con las onzas de oro; el niño que es pirata, que asalta y que deguella que en un puerto un día se roba una doncella.
JOSE SANTOS CHOCANO NAVIDAD La candela en el campo. Es tarde de Nochebuena, y un sol cpaco y débil clarea apenas en el cielo crudo, sin nubes, todo gris en vez de todo azul. De pronto, es un estridente crujido de ramas verdes que empiezan a arder; luego, el humo apretado, blanco como armiño, y la llama, al fin, que limpia el humo y puebla el aire de lenguas momentáneas. Oh, la llama en el viento!
Espíritus rosados, amarillos, malvas, azules, se pierden no sé donde, subiendo a un secreto cielo bajo; y dejan un olor de ascua en el frío. Campo, tibio ahora, de diciembre. Invierno con cariño. Nochebuena de los felices. Las jaras vecinas se derriten. El paisaje, a través del aire caliente, tiembla y se purifica como si fuese de cristal errante los niños del casero, que no tienen Nacimiento, se vienen alrededor de la candela, pobres y tristes, a calentarse las manos arrecidas, y echan en las brasas bellotas y castañas, que saltan, en un tiro. se alegran luego, y saltan sobre el fuego, que ya la noche va enrojeciendo, y cantan: Camina, Maria, camina, José.
JUAN JIMENEZ (De Platero y Yo. El diálogo era triste a pesar del aroma Que les dejara el nido de la Sacra Paloma el buey decía: Sé que es el Dios de Todo. la mula: Es aquel que nos saca del lodo. quién todos No Pues entonces ¿quién. Al malévolo humano que no nos quiere blen. Tú ves el porvenir?
Es nuestro dón, hermano.
Eso tenemos más que el enemigo humano Nuestros ojos tranquilos, que traspasan la aurora Saben bien lo que vierte el cáliz de la hora.
Somos mudos para el mundano entendimiento Mas nos entiende el sol, la luna, el campo, el viento alguna vez, ten por seguro, Jesucristo Se acordará que siendo niño nos ha visto. Pero entre tanto, estamos tristes. No! Contentos Dice un Angel que llega de los vientos que llena al instante de un resplandor divino La cabeza del buey, la testa del pollino. Llegará un día en que la redención que os toca Bratará hecha relámpagos de la Suprema Boca en que el alma del buey y la mula en un cielo Proporcionado a su dulce y humilde anhelo, Hallen la recompensa del biblico servicio En un sagrado, puro y eternal ejercicio. Pero entre tanto, dice la mula. aqui haremos? aquí, prosigue el buey. qué premio lograremos? el Angel: MUÑECAS ¿Cuál es la niñita que no ha roto muñecas por el deseo impaciente de conocer su contenido, que le parece algo de muy curioso y singular, alg na cosa así como el alma de su precioso juguete? Su decepción no es sin duda, menos grande que la nuestra que, en el transcurso de la vida, también rompemos más de un idolo en busea de un alma que no posee. Oh, suaves almas. oh, amables bestias!
Aquí no encontraréis sino amargas molestias!
Mas os voy a decir, un secreto de Dios Que hondamente interesa sólo a vosotros dos: Vosotros que en Belén fuisteis por Nuestra Luz Os juntaréis con quien compartiera su Cruz. allá, en el Sacro Empireo donde os lleve el deseo Os llevará a pastar San Simón Cirineo. RUBEN DARIO Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
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