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NUESTRO TRATADO SOBRE CANAL El Congreso instó al señor Presidente de la República para que convocara una magna Junta de Notables, sobre el asunto de la convención de Washington, relativa a nuestros derechos en el canal de Nicaragua. LA TRIBUNA califica de medrosa la iniciativa del Congreso. Tal censura es perfectamente infundada. Supongo que aquí el miedo tendría que ser de ponernos mal con la Casa Blanca; y, entonces, si hubiera intervenido miedo, el inmediato resultado habría sido la aceptación lisa y llana del convenio. No, la conducta del Congreso se inspiró tan sólo en la consideración de que un asunto que tan hondamente interesa a todos, por todos debe ser decidido. LA TRIBUNA misma asi lo pensaba hace apenas unos pacos dias. Cuando se conoció aquí el texto del pacto, LA TRIBUNA, si mal no recuerdo, hizo un llamamiento, a campana herida, para que todos los costarricenses prominentes hicieran oir su voz en este trascendental asunto. Para qué queria LA TRIBUNA que nuestros hombres hablaran?
La respuesta es obvia: para que la opinión pública influyera en la decisión del Congreso. Se presta a ello el Congre80, y, entonces, se le reprende y se le advierte que a nadie debe consultar, que debe moverse fuera de la opinión, y resolverlo todo, por grave que sea, por si y ante sí. Extraña inconsecuencia; pero, por desgracia, bien común inconsecuenbia. El toque de a rebato que dió LA TRIBUNA se perdió en el silencio. Según el señor Presidente de la República, nadie se ha movido, nadie ha interrumpido sus habituales quehaceres porque nadie ve amenazados los derechos o intereses del país, porque nadie encuentra sino motivos de regocijo por la celebración del tratado de Washington. Cumplía al Congreso averiguar si el señor Presidente está o no en lo justo. Mahoma decia: si la montaña no viene hacia ti, anda tú hacia la montaña. La opinión no viene hacia el Congreso, entonces que vaya el Congreso hacia la opinión.
He ahí explicada nuestra conducta.
Ahora trataré de explicar mi particular actitud. HaNo que la convención es mala, y mis razones son las siguientes. Los que la defienden la alaban porque constituye un reconocimiento de nuestros derechos, en virtud de los cuales no puede haber canal sin nuestro consentimiento. esto hay que contestar que el reconocimiento de hoy huelga. En primer lugar, nosotros no necesitamos que ninguna nación reconozca el hecho de que tenemos soberanía sobre nuestro territorio. Deber de todas las naciones de la tierra es reconocer ese hecho. En segundo lugar, nuestros derechos en las aguas del río San Juan, indispensables para todo canal de Nicaragua, son inconcusos; y los Estados Unidos de América los tienen de antiguo reconocidos. Fué el ilustre Presidente, Mr. Grover Cleveland, quien, como juez altísimo, los puso para siempre fuera de discusión. Los Estados Unidos lo saben bien, porque cuando el Senado americano aprobó el tratado Bryan Chamorro incluyó en el instrume to la cláusula de que los derechos concedidos por Nicaragua, para la construcción del canal, no afectaban los justos derechos que sobre el particular tuviera Costa Rica. Tratándose de una nación honorable, como lo es la de los Estados Unidos de América, esos actos de reconocimiento bastan y sobran; y si a pesar de ellos pudiera darse el caso de que algún gobierno de Washington, aconsejado en mala hora por el demonio del imperialismo, nos atropellara y dispusiera de nuestras aguas del San Juan y de nuestra ribera, también lo haría con todo y el nuevo convenio. El triste ejemplo de Colombia es una demostración objetiva de lo que digo. Papeles no nos salvarán, ya que por desgracia aquellas palabras cínicas del gran Bismack: los tratados dejan de ser obligatorios cuando no nos conviene cumplirlos y tenemos fuerza bastante para imponer nuestra voluntad. siguen a veces teniendo curso forzoso en las relaciones internacionales. Nuestra defensa está en nuestro derecho y en el espíritu justiciero del pueblo americano, que manifestó su grandeza al reconocer su yerro con respecto a Colombia y al repararlo pagando veinticinco millones de dólares.
Si la convención Hughes Oreamuno se hubiera limitado a un simple reconocimiento de nuestros derechos, la cosa no sería objetable. Como lo expresó el señor Presidente de la República, un nuevo reconocimiento siempre será bien venido. Lo malo es que el reconocimiento lo pagamos por un precio excesivamente caro. Fuimos por lana y salimos trasquilados. Las obligaciones que asumimos por el tratado son ilimitadas y por la vaguedad de los términos empleados se prestan maravillosamente a que se nos pueda compeler a extremos equivalentes a la pérdida de la soberanía. Desde luego, a partir de hoy, si el convenio se aprueba, todos nuestros derechos sobre el canal los traspasamos a los Estados Unidos de un modo definitivo e irrevocable. Ellos serán quienes decidan si hay canal o si no hay canal; y de ese libre arbitrio gozarán por todos los siglos de los siglos, amén. Lo natural sería que si les damos derecho para abrir el canal se compometan ellos a ejecutar la obra en un período racional. Sin embargo, el pacto sigue otro camino. El tiempo corre en contra de nosotros, pero no en contra de ellos.
Esa clase de gravámenes perpetuos es demasiado onerosa, sobre todo cuando nada se nos da de presente. El señor Acosta nos informó que él no había querido hablar de precio alguno; y nos dijo que Costa Rica debería dar gratis su consentimiento para la apertura del canal. Respetuosamente disiento de tan peregrino parecer. Los panamenos recibieron compensaciones de los Estados Unidos por razón del canal; y los americanos que trabajaron en aquella obra o que vendieron maquinarias para la misma, con todo y ser ciudadanos americanos cobraron en buenos dólares sus servicios o sus artefactos. No veo ninguna razón para que nosotros procedamos de distinta manera. Si damos, nos deben dar; eso es de justicia secular.
Admitido este postulado, resulta malo el convenio de Washington porque nos deja reatados desde ahora a traspasar la cosa vendida, pero deja la fijación del precio en el limbo de las cosas futuras y por averiguar. Precio que no se obtiene al ofrecer vender, mal puede obtenerse después. Se dice, aunque no sé si con fundamento, que el Gobierno de Washington cuanto está dispuesto a darnos es quinientos mil dólares por nuestros derechos; y que para tan extraña oferta se funda en que si a Nicaragua por los suyos se le pagaron tres millones de dólares, Costa Rica quedará bien pagada con medio millón de dólares. La suma es ridicula. Se dirá que como el tratado no nos obliga a vender por ese precio y que como ese punto del precio habrá de fijarse cuando vaya a abrirse el canal, no venderemos si no se nos paga lo que pidamos. El argumento me parece malo. Cuando el caso llegue, se nos dirá que estamos obligados a vender, y que esa obligación implica que el precio ha de ser racional, y ya se sabe que, tratándose de una gran potencia, será ella quien defina qué es lo que se ha de entender por un precio racional; y si entonces no nos inclinamos ante la fijación dada por ella, se nos dirá que somos deudores de mala fe, que no quieren cumplir sus indiscutibles obligaciones. El Senado colombiano no quiso aprobar la convención Hay Herrán mientras no se aumentara el precio que debían pagar los Estados Unidos de América. El Presidente Roosevelt se indignó y calificó de BLACK MAIL la conducta del Senado colombiano. Sirvanos de lección aquello, y acordémonos del refrán que dice cuando la barba de tu vecino vieres pelar, echa la tuya en remojo.
Pero esto del más o el menos del precio viene a resul tar un simple detalle ante la terrible incógnita que deja planteada el pacto sobre qué es lo que nos comprometemos a entregar a los Estados Unidos de América. El pacto es más grave por lo que calla que por lo que dice. primera vista uno cree que todo se reduce a que las aguas del San Juan se usen, o a que se desvíen aquí o allá, a que se aneguen estas o aquellas tierras, o se ocupe una faja a lo largo del canal. Pero si uno lee y relee las cosas líneas de que se compone el tratado, se admira de la ingeniosidad con que, desde el punto de vista americano, ha cabido tanto en tan poco espacio. El canal contemplado va desde el Atlántico hasta Brito, en el Pacífico. Sin embargo, nos obligamos a traspasar nuestro dominio en la bahía de Salinas, que está lejos de Brito, y de un modo indefinido, a traspasar cuanto territorio sea necesario para la protección del canal. Con la misma razón con que desde ahora se pide la bahía de Salinas, para defensa del canal, mañana se nos podrá pedir la de Calebra, o el golfo de Nicoya, o el Golfo Dulce; y aun el completo uso y control de nuestro territorio, para fines militares, en defensa de la seguridad del canal de Nicaragua. En vano alegaría Costa Rica que jamás fué su intención abdicar su soberanía y perder el señorío en su territorio, por servir los intereses generales del mundo y en especial los militares de una nación amiga. Se le contestaría que los pactos internacionales son pactes, y ue el suscrito por ella no hace distingos ni contiene reservas. Habrá cruce de notas, pero en definitiva nos medirán nuestras obligaciones con su vara de medir, es decir, con los pies que usan, es decir, con el pie que calce Mr.
Hughes o algún sucesor de Mr. Hughes, que no sabemos quién sea. Nosotros no debemos firmar pacto alguno que nos coloque en la situación de dependencia militar de los Estados Unidos de América o que de pretexto para que se nos reduzca a semejante degradación. No debe haber precio, por subido que sea, que nos tiente para suscribir tra tos de esa naturaleza; y cuando el precio es irrisorio.
añadiríamos al desacierto, por monía, una torpeza mayor que la de Esau, pues él vendió su derecho de primogenitura por un plato de lentejas y nosotros no recibimos ni el plato de lentejas.
RICARDO JIMENEZ Moy cierra sus sesiones extraordi Los éxitos del Feyth narias la Cámara de Diputados Fallecimiento de don Con motivo de una alusión escura Francisco Amador Mejía 1 San José, abril 11 de 1923. Bud. para su personal tranquiliLa sociedad capitolina está consaEn la mañana de ayer se reelble2 dad, que no he aludido a Udresgrando al Teatro Feyth, como su ron en esta capital telegramas de Señor Diputado pecto a sus propiedades adquiridas Begun acuerdo de los señores de mas de la República.
centro de renntón de moda. La em Palmira, Guanacaste. In cormando don Gerardo Zaniga por Ud. durante su empleo público.
putados, hoy quedan landas También se han aprobado algu presa de empeña en hacer de este que en la bacienda El Tempisque. Pte. De Ud. atto. y las sesiones extraordinarias de la nas que no responden a aluguna centro cultural un lugar en donde del sefior Sobrado, después de cor Sefior: Okumara con el objeto de tomarse necesidad nacional, pero ellas son la sociedad pueda pasar ratos de la gravedad, falleció don FrancisG. ZUNIGA MONTUFAR descanso, ya que están tan cer las menos.
solaz y amenidad, en un ambiente co Amador Mejia, caballero colomPor conducto de las personas holas sesiones ordinarias en las Hoy, pues, es la altima sesión de cordialidad y confort. Ei Feyth blano realdente desde largo tiempo norables que se encontraban en las Por demás está decir que yo no cuales tiene que conocer importan. Los setores diputados de provin ha estado proyectando películas que en el país, donde fundó su hogar, barras del Congreso durante la se Ignoraba el precepto legal a que se tes asuntos nacionales.
cias marcharán a sus casas a to han atraído a su seno una gran y donde tuvo general estimación sión de ayer, he sido Impuesto de acoge el señor Zúñiga, suplente de Al cerrarse las sesiones extraordi marse un descanso de un mes, más concurrencla todas las noches y a por sus condiciones de generoso y que usted lanzó un cargo velado diputado. Pero me sorprende gran parlas, no fueron resueltos todos o menos, para regresar en mayo a una multitud de niflos a los agra esforzado.
que pudiera se rdirigido contra roldemente que a una carta de cartelos asuntos sometidos a la conside inaugurar la legislatura ordinaria dables matinées, los domingos. LA TRIBUNA deplora profunda relativa a In adquisición de la proter enteramente personal, se dé una mente la muerte del señor Ama piedad de una casa.
ración de los representantes; pero de 1923.
respuesta protegida con el sello de no se puede negar que la labor ha Ya hemos dicho que la primera Pronto se proyectarán películas dor Mejfa y envía el testimonio de Deseo que usted se sirva decir si la República y con los distintivos ardua.
ley que les será sometida es la ley de la Talmadge, de Chaplin, de Don su más sentida condolencia a la se la aluelón era dirigida a mí y en del Congreso Constitucional, como Durante la sesiones extraordine de preeupuesto, que está ya terml elas Falrbanks, de Willam Hart. fora vluda doña Label Sobrado de el caso afirmativo, que proceda ae fuese de este Poder que proce ries sy han aprobado infinidad de nada por la Secretaría de Hnolon de Dorothy Dalton y muchas otras Amador y a sus clnco hijos, a los coneretar el cargo.
diera la respuesta. Yo me dirigí al leyes que resuelve varios proble da.
insignes estrellas del arte allente. padres políticos don Federico SoComo éste fué público, espero que señor Zuälga, no en mi calidad de brado y dofia Pacifica de Sobrado, a usted me autorice para hacer de funcionario sino en la de caballero, los hermanos don Porfirio Castro y su contestación el uso que mejor porque sé que tiene límites la Inmudofia Teresa de Castro, don Oton me convenga.
nidad de un diputado a la hora de Apestegui y doñn Lulea de ApesteDe Ud. atto. y lanzar un cargo personal, escudándo gul, doctor don Antonio Garcia y se en ese consabido pretexto. Ppes el donia Margarita de Garcia (residen JOSE MARIA PINAUD no ser posible cobrarle a un diputado tes en México. don Casimiro Solas expresiones Injuriosas que lanbrado y dotla Chepita de Sobrado. Hay un sello)
ce desde su puesto contra un cludon Antonio Sobrado y dofia RosaOFICIAL dadano, equivaldría a aceptar como la de Sobrado, sefioritas Paquita, bueno el hecho de que todo homDlena, Socorro y Consueto, don FeOongreso consum. donal bre Incapaz de hacer un ataque por derico, don Matias y don Miguel So de la República de Costa Rica la prensa o de otra forma pública, brado, residente este último en los buscara refugio en la Cámara pa Estados Unidos, San José, abril 12 de 1923 denigrar a sus enemigos persoSr. Director del Cuerpo de Detec nales, ateniéndose a la inmunidad Dr. Valenzuela tives don José María Pinaud que dan ese recinto y ese cargo y DENTISTA AMERICANO Pte.
que no puede desde ningún punto Senior: de vista Invadir, sin peligro, el teInyección Diploica rreno puramente personal.
Acuso recibo de su carta de feUltimo procedieminto para Estas son las consideraciones que NOTA: Dentro de 15 días recibiremos un surcha de ayer, en la cual Ud. se re ime obligaron a dirigirme al suplenhacer cualquier clase de tido inmenso para vender al por matratamiento dental absoflere a mí, en mi calidad de dipu te sefior zoniga, mas como el cartado.
lutamente sin dolor.
Aun cuando en virtud del go no fue lanzado contra mí, seyor y detal a precios sin competencia.
testo constitucional ningún emplea gún la anterior carta de este sefior, OFICINA: 50 yaras al Oeste do del Gobierno puede pedirme ex nada tengo que agregar.
de la Iglesia del Carmen.
plicaciones por Juiclog vertidos dentidos dentro del Congreso, le dire JOSE MARIA PINAUD Paraguas! Paraguas!
Marca ROYAL SHAPE Agentes generales TIENDA ROMERO Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de

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