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PAGINA CUATRO. LA TRIBUNASABADO 23 de junio de 1923 ENTREVISTAS DE LA TRIBUNA Con don Jacinto Benavente Sentimos piedad de don Jacinto.
Después, él nos dijo. Dentro de poco vendrá a América con una compañía, Gregorio Martínez Sierra. De veras. Creo que hará buen negocio. Sabe una cosa, don Jacinto dijimosque don Gregorio Martínez Sierra, no nos gusta para nada. Oh es bastante más joven que yo, no mucho, pero más joven. Yo le prologué su primera obra. la verdad, no nos acordamos por qué no nos gusta don Gregorio Martínez Sierra; pero con este motivo, le dijimos a don Jacinto. es cierto, don Jacinto, todo eso se cuenta de Martínez Sierra, de usted, de todos los autores españoles. Es cierto, por ejemplo, que a Martínez Sierra le escribe los libros su esposa. Fantasías y leyendas dice Martinez Sierra lo he conocido yo autor antes de que él sospechara casarse con la que es su esposa. Son calumnias. En América se nos calumnia mucho y se nos inventar historias. díganos una cosa, don Jacinto. cuál es su sucesor en España. Cuál va a heredar su pluma de dramaturgo?
Vestido con su traje gris de Palm Beach, más bien de color perla, don Jacinto nos espora en la puerta del hotel, nos hace pasar adelante muy afectuosamente, y ya dando fin a los indispensables cumplimientos, logramos sentarnos en un ángulo del salón, vis a vis, frente a frente.
Don Jacinto nos sonríe y nos dice. Ya lo esperaba a usted; me avisaron que vendría después de almuerzo, aquí me tiene a sus órdenes.
Rendimos las gracias al señor Benavente por tanta amabilidad y quedamos observándolo un poco. Acumularemos dentro de nuestro cerebro todos los prejuicios buenos y malos que sobre este eminente literato teníamos para comparar entre lo que habíamos pensado y lo que estábamos viendo. Allí estaba al frente nuestro don Jacinto, el autor de tanta obra aramática, el autor de tantas crónicas bellas y de tantas cartas de mujeres que nunca han llegado tal vez a su destino. El genio estaba alli, reistiendo nuestro aná isis mental, sin inmutarse, sin tonar una sola pose más que la de la cordialidad, esperando nuestras preguntas para contestarnos, dejándoncs en entera libertad de escoger el tema. Rápidamente nues.
tros pensamientos iban de reflexión en reflexión; queríamos así de golpe, sin una sola palabra de antemano, tener la verdadera sensación de la personalidad de don Jacinto, psicologerlo por su aspecto, clasificarlo por su manera de presentarse ante nosotros, ante nosotros, seres enteramente anónimos para él, desconocidos absolutos; cámaras fotográficas, nosotros, de esas que portan viajeros misteriosos, que nadie sabe de dónde vienen mi para dónde van la impresión que el eminente escritor nos ha dejado después de este breve minuto, es la de un hombre sencillo, claro, franco, llano.
con una alma castellana, de esas almas de temple y sin pretensiones de ninguna clase.
Desde el momento comprendimos que no estibamos en presencia de un hombre vulgar; pero tampoco en presencia un primer actor.
Sus ojillos vivaces denuncian su talento y lo profundo saben llegar en el alma humana; so calva majestuosa. da la sensación del reposo y de la reflexión; se diria que allí tienen aposentos, cámaras de lujo, reservados, confort moderno, y jardines antiguos y hasta campos de ruinas, las ideas, para que no se apresuren a salir por el mundo sino cuando Mas espontáneamente lo desean. Su barbilla, su elasica barbilla de que tanto se habla, no le oculta sino ralamente una parte de la cara y le ayuda a su gesto bonachón y noble. Simpatizamos con don Jacinto, y se nos quitó el deseo de faltarle al respeto, un deseo iconoclasta que tenemos siempre ante los consagrados para probar el temple de nuestro criterio o para saliinos de la opinión pública en un gesto de irresponsabilidad y de orgullo.
En estas condiciones emprendimos la conversación con el genio español que nos visita, quien, lejos de inspirarnos o imponernos cierta compostura protocolar, nos dió una absoluta confianza, como si deside hace mucho tiempo hubiéramos sido compañeros de literatura y de arte. Verdad, si, que don Jacinto sabe que desde hace mucho tiempo hay en cada americano un admirador de sus obras y de su genio. De modo dijimos que usteil nos esperaba? Ya se sabe usted de memoria el sistema y sospecha quienes deben llegar al día siguiente.
Es lo natural, y yo acepto eso con mucho gusto: me satisface ir conociendo la inelectualidad de América. La intelectualidad de América. qué le parece a usted la intelectualidad de Amé. No lo sé. Puedo decir como Gautier, que la naturaleza nos debe todavía muchos poetas; pero ahora no sé. Los contemporáneos todos son aceptables, y los jóvenes se destacan poco.
La literatura actual de España no está boyante en capullos fue ésta la única vez que vimos en don Jacinto pasar un destello de orgullo, de satisfacción. El sabe que fuera de él, el Teatro Español no está en buenas manos, y que acaso con él morirá por muchos años ese brillo que él le ha dado, que él le ha impreso. No lo dice, pero lo sabe. Nosotros sabemos que lo sabe.
Preguntábamos demasiado. No dejábamos descansal a don Jacinto. cada paso le interrumpíamos con nuestras preguntas, abusando de la confianza brindada.
llevar a cabo lo que pretendíamos y lo que pretendemos al hacer esta entrevista de pasada. Ha visitado usted muchos pueblos de América. Solamente siete repúblicas me quedan sin conocer. Dos de ellas de Centro América Haiti, si se considera como tal. sospechaba usted su popularidad en estos pueblos. Si algo se trasluce y algo nos llega hasta España; pero me voy muy satisfecho. Ha sido usted muy agasajado. Mucho. En todas parte he recibido muy honrosas manifestaciones de afecto. La prensa ha sido con: usted muy amable. De todo un poco. veces muy extremada en elogios y a veces muy extremada en dicterios. Sobre todo en Buenos Aires, en donde hay lucha teatral, del negocio teatral y las empresus necostan su público y lo defienden.
Algunos periódicos de allá parecen mis bien periódicos de pueblo. No me refiero a la prensa seria, derde luego. Hay mucho entusiasmo en Buenos Aires por el teatro. Debe haberlo y lo hay; pero en la actualidad la mente de los argentinos está pendiente de Firpo porque Botafuego, el caballo nacional, el gran caballo que era la institución más reconocida del país, se murió. Firpo es su heredero y ahora Firpo ocupa toda la atención de los periodicos. Los cables no hablan más que de Firpo. Y en México. México, muy bien. Hiee alli uma brillante temporada de dos meses y me ha encantado el país. De México pasó usted. a Guatemala y LI Salvador Si. me gusta por cierto más El Sal vador, aunque hice mejores negocios económi cos en Guatemala. En El Salvado. lice uma mala temporada. Lola Qiembrives estaba erferma y la mayor parte las obras en que trabajó lo hizo con una fiebre muy alta y has ta la vez viene enferma; pero ya no tanto; sin embargo, no ha sido posible poner en el debut la obra escogida. Lola Membrives, es una buena 22tista. Es una buena artista? Vale mucho. Yo la tengo en gran estima. Todos los actores que vienen conmigo son unas excelentes personas y unos buenos artistas. Escogidos para el viaje que pensé. Además, que vienen haciendo un repertorio conocido, y ya sabe uster que para obra sabida, como dice el refrar, no hry cómico malo. De El Salvador. preguntamos el Viaje fué directo a Costa Rica. Sí, aunque pasamos por un puerto de Nicaragua, Corinto. Hemos hecho, por cierto, un viaje incómodo, en un mal barco en donde apenas nos daban de comer y en donde la oficialidad venia a puñetazos con la servidumbre. Un horror Todo el viaje. De Puntarenas salimos para San José; pero yo no me doy cuenta de ese trozo de Costa Rica; bis primes horas de viaje adivinamos algo de la nui turaleza porque los relámpagos se encargaban de hacer un poco de luz; después, ni eso: la más absoluta oscuridad, hasta llegar a San cos Do relatar todas las peripecias de los viajos de dou. Jacinto, sería disputarle el trabajo que tendrí de escribir su tournée por Amé.
rica; pero no resistimos la tentación de trascri bir algumas de sus impresiones, conto malos delantos de su obra, te seri monumental y grandiosa. Qué le pareció a usted dijimos. lus Estados Unidos. Me gustan. Soy admirador del monstrue Se dice que es un país práctico, lleno de materialismo; pero eso no es cierto. Es la única parte del mundo donde yo no he oído hablar runea de dinero. Allí se ganará y se gastará el dinero: pero no se habla de él. Ni se envidia al que lo tiene, ni se menosprecia al que no lo tiene. Se ignora su existencia como matoria de conversaciones o de sentimientos. En cambio, se rinde homenaje al talento y se aprecia el trabajo y se paga. Recuerdo que en una de tantas recepciones estuvieron dos hombres que me habria gustado conocer más intimamente, Morgan y Rockefeller. Me los presentaron; pero no fué sino hasta que se habían marchado que me dijeron que esos eran ellos. En cambio, traté mucho a una hija de Morgan.
Ganó usted mucho dinero en los Estados Unidos. No. Lo gasté. Los Estados Unidos me quedan debiendo. Alli la vida es muy cara; pero no se puede discutir eso. Además, no sólo he admirado a los Estados Unidos allá.
sino al pasar por el Canal de Panamá. Es esa una obra monumental, que, debieron haber hecho para si estas veinte naciones de la América, y a cuyo paso, por más que uno no quiera a ese gran pueblo norteamericano, a ese monstruo como lo llaman, tiene uno que decir: Bendito sea el Monstruo. como se tendrá que decir cuando abran este otro can nal de Nicaragua. por qué, Dios mío, no han hecho esa obra los latinoamericanos? Ante el mundo tendrán que decir como aquellos cier gallegos a quienes les robaron en el camino: No teníamos más remedio, porque iba mos solos.
Pero habiamos olvidado que estábamos delante de un eminente literato y que hasta el momento nada habíamos conversado de arte, ni nada habíamos dicho de literatura. Piensa usted escribir alguna obra extraida de América?
No dijo don Jacinto que voy a escribir de este cúmulo de divergentes impresiones; si acaso, escribiré crónicas. Ha escrito algunas. Qué tiempo me queda para ello? Ninguno. En estas condiciones de viaje, apenas se toman apuntes; pero nada más. Ha estrenado alguna obra nueva en América. Sí, en Buenos Aires, una obra que no se ha representado en España, Más allá de la merte.
Es un nombre curioso. Si, raro para mi estilo; pero es que se rata de una obra teosófica. Esti usted entregado ya a la teosofia. Me gusta mucho y he hecho muchos estudios sobre eso. Es la primera obra de esa nueva época de su literatura. Sí; pero antes había escrito, sin saberlo, como en la comedia, filósofo, por casualidad, LA NOCHE DEL SABADO, que dice la crítica ser teosófica. No lo sabía; acaso la escribí así porque en mi anterior vida hubiera sido pensada. Yusted trabaja en la escena?
Algunas veces hago el Crispin de Los Intereses Creados. pero muy poco; aqui no trabajaré. En cambio, dará algunas conferencias. Si. Unas conferencias muy interesantes. La temporada será muy larga. No. El treinta de este mes termina nuestro compromiso y se acaba la tournée. Yo me voy para España directamente. Para España. Qué le extraña a usted. Es que nos habian dicho, hace tiempo, si mal no recordamos Ramón Caralt, que España estaba aburrida de usted, y de los Quintero y de unos cuantos más. Tal vez; pero yo sé que Caralt es el que no ha podido volver a trabajar desde hace tiempo. Se ha dedicado al género policiaco. a propósito de Caralt y propósito de España, y a propósito de los Quintero, entablamos con don Jacinto la conversación de criterios sobre actores y autores. Por nuestro tamiz pasaron todos los conocidos, todos los que se dedican ahora al teatro, para quienes don Jacinto tiene palabras benévolas, aunque se adivinan sus reservas. El teatro de los Quintero lico es más fácil que el mio y más regional. En España no hay actor, por malo que sea, que no se atreva con los Quintero. a usted le gustan los Quintero. nosotros. No. En cambio, el teatro suyo nos parece más humano.
Don Jacinto ha oído tantos elogios que no se ruboriza y nos oye disparatar a nuestro sabor sobre su teatro, nos oye pacientemente, dócilmente. en medio de la monotonía de nuestras preguntas, puso una nota de arte y de encanto, el inmenso presente de flores que la Colonia Alemana le envió. Qué bien huelen esas flores dice don Jacinto, no son como otras, muy bellas; pero sin olor! cada una de las flores fue aspirada por el genial escritor, que parecía como perder a veces su cabeza entre las flores en busca de la que mejor perfume exhalara. Qué bellas flores. verdad. Le gustan a usted las flores?
Mientras observábamos a don: Jacinto en su tarea romántica, a nuestra memoria vinieron aquellas páginas que él escribiera en tiempos de lucha europea.
Volvimos a conversar, teníamos ya una hora de charla y ni nos aburrimos nosotros, ni don Jacinto lo demostraba.
Cuentos, algunas anécdotas y muchos comentarios chistosos, pero pensábamos en irnos y dejar a don Jacinto entre las flores.
Una linda y fresca señorita entró al salón en espera de alguien. Era otra nota de encanto Don Jacinto la vió y la admiró Pero no logró distraer nuestra atención y seguimos conversando de arte, de cosas que se nos antoja que son de arte. Don Jacinto dijimos hablari usted esta noche. Si. Saludaré al pueblo de Costa Rica, para quien tengo mucha simpatia. Entonces contestamos hasta la noche en el teatro, donde seremas un interminable aplauso Como siempre. Saldré a escena. Es lo obligado. Hasta la vista don Jacinto. Hasta la vista. icx. Abundante y buena; sólo que con un poco de tendencia hacia lo francés, lo que no está bien, porque la América es joven y no puede y está mal que tenga un espíritu tan refinado, como está mal que un niño tenga los ideas y los gustos de los viejos. La literatura americana debe ser nerviosa, espontánea, brillante, cálida; pero no alambicada en Forma que se pretende. Europa es vieja y nella corresponde esa literatura.
Don Jacinto es sabroso y ameno para su conversación, algo inexpresivo, algo frío y sus juicios serios, como sus chistes, se confurlen pasan inadvertidos si el oyente no está atento, expresamente atento. Nos habría dicho más de la intelectualidad de América; pero nuestras preguntas tenian que ser rápidas e gial queriamos sus contestaciones, para poder don Jacinto Benavente nos aconpano hasta la puerta del hotel.
Nosotros quedamos satisfechos. No perdimos una sola parte de nuestra admiración por el escritor español que hoy honra a Costa Rica con su presencia y hemos venido a nuestra mesa de redacción a pergeñar esta entrevista, con más carácter de informativa que de literana, ya que el tiempo que nos queda a los periodistas es tan corto y no nos permite pensar en tantac cosas bellas como sugiere el haber conocido a uno de los más grandes genios españoles, Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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