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23 PAGINA LITERARIA DEL DOMINGO JUGANDO AL AJEDREZ die a la gallarda justa. El bando mío rompe también su fila delantera, y clavando en el centro su bandera responde a tu bizarro desafío.
Sobre áurea mesa con amor bruñida, de un artista genial obra maestra, el tablero, minúscula palestra, a silenciosa lucha nos convida.
Son joyeles las piezas cinceladas en marfil o coral, y lisonjero sus treintidós primores el joyero por mitades nos brinda. Ya enfiladas las enemigas huestes, frente a frente se miran y se retan. Que tú cojas las Blancas, por ser dama y yo las Rojas es lo galante en buena ley. Ya siente el Peón del Rey Blanco la divina presión sedeña de tu dulce mano y, cual Lohengrin por el cisne arcano, conducido por ella se encamina Lanzan como en sangrientos carnavales sus flechas, al soslayo, los Alfiles: palidecen de rabia tus mar files y se encienden en furia mis oorales Los caballos, con impetu violento, dando el quiebro del rayo en sesgo brinoo, en recias cargas, con furioso ahinco destrozan el contrario regimiento.
Las formidables torres, fortalezas que marchan, aguerridos elefantes, atrincherados montes ambulantes, vomitan la metralla de sus piezas. presenti tu espléndida victoria, pues a cada marfil que se movía bajo tu linda mano, descendía el luminoso beso de la gloria. cada vez que en la gentil palestra algún coral tu diestra ensangrentaba, toda mi sarta bélica deseaba ser desgranada por tu blanca diestra.
La vida, ese ajedrez, es un combate en que tan sólo por tu amor porfío: será posible que con cruel desvío des a mi corazón el jaque mate?
No temas, dulce amiga, los excesos de este invencible amor que crees delito.
Dispón el ara que comienza el rito, ven a mis brazos, ven, dame tus besos!
Pongamos por testigos los luceros, el rojo Aldebarán, el blanco Sirio que es del cielo a la vez diamante y lirio, y Orión, el de los Reyes hechiceros. misterioso ajedrez que en el sombrío tablero de la noche lento avanza, y que juega el Dolor con la Esperanza en el vasto silencio del vacío!
CARLOS BORGES Estros para la amada Le regalé en una tarde la vida a una mujer.
Mi vida quiero que guarde para siempre esa mujer, Aprendí a cantar al són del agua de mi jardín y es muy triste mi canción desde el principio hasta el fin! las damas, soberbias capitanas del Ajedrez, terribles amazonas, ceñidas por espléndidas coronas las olímpicas testas soberanas doquiera acuden, por doquier campean, sembrando estragos con desprecio estoico y revelando en ardimiento heroico que por su honor y por su Rey pelean. retaguardia, y esquivando el jaque tras un muro de bravos luchadores, ambos reyes, atentos, avizores, dirigen la defensa y el ataque.
POETAS QUE NOS VISITAN El Médico y el Crucifijo Tu recuerdo es un rosal que siempre está florecido.
Mi amor es un manantial bajo el rosal escondido Mas, de pronto, rompida mi ardua trama por la combinación de tus marfiles, declaranse en derrota mis Alfiles, mis Caballos, mis Torres y mi Dama.
alg ANA Ya mi alma no resiste de tánto soñar en vano. estoy tan solo. tan triste.
Tengo un amor tan lejano!
Le regalé en un tarde la vida a una mujer.
Mi vida quiero que guarde.
para siempre esa mujer.
Salvador Mesa Nicholls Al pie del moribundo un crucifijo, alrededor estampas por doquiera, así doctor halló al doliente y dijo. Que triunfe mi cuchilla, Dios lo El sabio cirujano en su afán fijo hirió con tal acierto, y de manera IBLIOPBOA que al terminar su operación bendi al bisturí que otro éxito le diera.
Pocos días después el operado corría satisfecho por el huerto, siendo con efusión felicitado.
La gente murmuraba sin acierto: Sólo aquel crucifijo lo ha salvado. Qué hubiesen dicho si se hubiera muerto?
ALEJANDRO FLOREZ Llega el trance supremo del combate: defiéndese mi Rey como un Leonidas, pero en vano. mis piezas caen vencidas.
ta victoria es completa: jaque mate!
Bien lo temi: desde que hirió mi flanco tu mano en que una gema real destella pensé que ese diamante era la estrella la buena estrella del Monarca Blanco.
COSTA RICA EL ENFERMITO EL BALCON DE LOS PAJAROS gao. ilo quitaré. Sí, lo quitare! bu a todo duelo. Era una inmeY desprendiéndose de los brazos sidad infinita de sufrimiento. de ella, que le habían estrechado Aei una hora. otra. hasta que a empezar a exponer su pensa el cuerpo de ella fue rebullendoge miento, fue hacia la puerta, la pesadamente; fue tornando a la abrió con violencia y mirando un actividad plena. Sus manos restre momento hacia atrás, desaparecio garon sus ojos, se apo en el por el hueco de ella.
duro suelo y dobló su cuerpo, que Márchase con el crepúsculo la tros hasta tocar ligeramente el del ca, como golpes sobre caja mor No sería monstruos dejarle sin El golpazo de la puerta al cerrar quedo sentado próximo a la cuna: claridad cenicienta de un día de angelito. Pobrecillo, como ar tuoria, él a nuestro desgraciado nifio? 90 dio, al mismo tiempo que el dirigió su vista, distraída, al enotoño; borrones grises hacen más de. dice él, limpiándose una. Cobraste hoy. le dijo con No estoy obligado a prestarle mi golpe del cuerpo de ella, al caer fermito; a la luz paliaucha de una lúgubre la obscuridad del anoche lágrima que le formó un surco en asombro ella.
ayuda desinteresadamente? Iré al desmayada junto a la cuna de cu vela que alargaba una cuenca de cer otoñal.
su cara, polvorlenta por el traabjo. No! Hasta mañana no pagan; bazar, rogaré para que me den el hijo.
cristal; a la habitación toda; y al En una estancia reducida y fría. Si vieras, Emilio; siempre que Dero maflana puede no necesitar tambor; contaré su situación y la La estancia quedo sumergida en encontrarse sola y recordar la caucon la desnudez de la vida misé abre los ojos, un momento que el tambor. Puede haber muerto! mia, y. si no me ereen, bi se nie una angustia espectral; sobrepuja Pasa a la página 10 rrima, tiene lugar una escena do pueda vencer este aletargamiento lorosa.
que ahora tiene, lo emplea en lo Una mujer joven entrégase a un mismo. papá, mamita. Ha sufrir gigante. Su hijo, su peque ido por el tambor. Sí, sí, le niin Adolfo, el rubio pequeñuelo he dicho siempre, y el pobrecillo El mejor artículo publicado en España encantador, hace dias que su cuerparece sonreir con amargura que Decito de pájaro se duele en la hace llorar.
enda, presa en las garrudas manos el niño pareció escuchar a la ana de una fiebre maligna. De aquella madre. Abrió sus ojos mortecinos, cara redondita, como una medalla y señalando con las manecitas a su de gloria, orlada con los tenues y padre, balbució como balldo de (En Madrid se creó, no hace merecía tanto como el concejal, Halcones de innumerables casas se ban conquistado el aprecio de la lucientes hilos de un haz de oro, corderlio: Me lo compraste, mucho tiempo, un premio de cinco por ejemplu, o como el cacique, o da de comer al pajarillo.
gente. De la gente que amaba al no queda casi nada: la carita se papaſto. Estas palabras ca mit pesetaz. que habría de serle como el restaurador, o como ej bu Todavía estamos bastante lejos gorrión previamente frito y de la dia ebupado, a argándose lívida; los yeron sobre él con la fuerza de una otorgado al mejor artículo perio rócrata; y sin embargo, todos los de la eda matritense de oro en otra.
ojos, reidores y cándidos, se han gran maza férrea, y arrojándose distico publicado durante el afio, chicos españoles ejercitaban el de Que no se Kolpce a la mula ni se hundido y están cubiertos por una sobre su hijo, besándole en sus en España. Ese premio le fue atri porte algarero de agredir a la aca deje Derecer al caballo en un cir Ahora rada ballcón tiene BU Inconsútil gasa fúnebre, y el pell manos, en su rostro, apretándole buldo una vez a Ramón Pérez de cia, suspiro de la urbe, y al go co. Pero mientFas el Progreso y clientela do xurrlatos, y aun entre to aureo se ha envedijado azafra cariñoso, iba diciéndole: Ayala y ahora el Jurado se lo ha rrión, reyeznelo de la acacia. la sensibilidad no invaden la ace los balcones surgen, sl no compe nescamente, adhiriéndose a la piel isi, hermoso. No te lo com concedido a Emiliano Ramfrez An Uno y otro embellecian la ciudad, ra, más arriba, en log balcones de tencia, de Jurisdicción, por lo me Budorosa, que fue albina. En po pré aún, pero abora voy por el gel, por el hermoso artículo que reutralizando la prosa, la fiebre y las casas, ge echa pan a los pája nos torneos para atraer al mayor cos dias, la pobre madre agotó el mismo que te gustó cuando venia reproducimos. la opresión del asfalto, del auto número posible de tunantes e. la dolor, y su expresión ae ahora es mos el domingo para casa. Aquel móvil a pestogo y retumbante, del Esta costumbre va esparciéndo dos. Detas de los cristales el pro Casi una suspensión de vitalidad. que tus miradas atraia en el escaposte, del polvo municipal. Be de barco en barrio sin que en veedor mira a su parroquiano, y Ha chirriado la puerta de la ha parate del bazar. El de rojo y La piedra piensan ahora los Tisiquilla la acacia y receloso el el camino se contaigle de sensible el parroquiano se deja ver, y pico bitación. Un hombre ha venido amarillo aro, de parches obscuros gorriones, que son, además de gra gorrion, eran armiños en la urbe ra. El gorrión es desde muy anti tea la mercancía sin la precipita anhelosamente hacia ella. Ju y tirantes y su cuerda azul, que rujas, filósofos ha cedido el fangosa; pero apenas vivan. Ello guo un animal simpático, que tie clón del miedo. Entre este y a lia. ella, estrechada amoro sujeta a los dos palitos blancos y puesto a la miga. Hace años, parece que ya va siendo una ро ne la coquetería y la piedad de no quél se tiende el hilo dorado de Bamente por él, ha roto en sollozos delgados. Ahora mismo, angell muchos ciertamente, el muchacho sadilla disipada, Madrid se clvill poseer apariencia humana. Sus sal la simpatía, el cordoncillo luminoso convulsos. iSe muere, Emillo. to querido. Ahora mismo voy! madrileño, y aun el de casl toda za un poco más, pene a sus hote titos varbesos, la Sracia con que de la amistad, El balcón madrile Be muere. Se levanto; limpio sus ojos, se la Penfnsula, fuese o no a la es! Jes vanidosos y a. japlos de doi mira de lado, la viveza de sus alar filo brinda hoy el espectáculo, nun Los dos han acercado quedó un momento sin movilidad Cuela, tenía dos odios incurables: ce pisos; se humaniza. Dl árbol mae y acechos, la gentil silueta de ca visto bajo nuestro elejo, de que la cuna, han inclinado sus ros su faz, y echose a reir con risa se el árbol y el pájaro. Ninguno lo cunde por los Dulevaro, y en los 3g buche de avecica humilde le aj hombra el pájaro fraternieen.
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