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1924 EDICION NACIONAL DE LA TRIBUNA Página 43 UN MILAGRO Por Ricardo Fernández se Si la afición a las bebidas fuertes es parte de nuestra herencia indigena, no asi el vicio del juego. El indio americano no era codicioso ni avariento, ni conocía. la manera de ganar o perder rlquezas interpelando a la suerte.
En los días lejanos de la conquista nunca pudo explicarse el afán con que el español buscaba ese to a la maltlla y la lotería las mimetal amarillo, que a él solo le raba con desdén, juzgándolas esservía para labrar idolos, extrabas joyas y algunas veces ha desocupadas y maldicientes y preparcimientos propios de viejas chas. la dosis de sangre caucátextos para beber chocolate.
sica que corre por nuestras venas Con la frecuentación asidua de debemos los hispano americanos cuantos garitos y fulleros habil la pasión de la baraja y los daen Alajuela, su ciudad natal, må dos. El Asia parece haber sido la sobrenaturales, que yo por mi con avidez sobre la presa codila pérdida de quinientas onzas cuna de los juegos de azar. En parte confieso que poco o nada ciada. El caballero, que en achaadquirió un saber y una maestria las tumbas egipcias de la más entiendo.
ques de juego sabía tanto como que ciertamente no estaban por remota antigüedad se han enEs el caso que una noche acu el famoso Vilhán, permaneció demás en una época en que el contrado los pequeños cubos de dió el caballero, como de costum impasible y en acecho de una juego era ocupación predilecta bre, a cierta tnhureria que era en cuya invención envanecian buena coyuntura. Estuvo capean.
de muchos caballeros, de los erradamente los griegos. Con deaquel entonces el centro de reu do la adversidad con mucha macuales no pocos tenían la mala lirio los amaban los romanos y nión de los jugadores más ad! na hasta las dos de la madrugacostumbre de corregir la suerte todos saben que sirvieron para nerados de Alajuela. La concu da, hora en que una serie de Los ojos negros y jugar la pobre túnica del Redenel corpitio rrencia habitual se había aumen suertes le hizo dueño de una repleto de una doncella linajuda tado con tor. La España de la Edad Media la llegada de unos buena parte del dinero que había lo distrajeron hacia los treinta ganaderos ricos que traían sendas no era menos inclinada a los da en la mesa. Entonces, a fuer de años de su viclo favorito; pero dos, como lo prueba el Ordenatalegas llenas de oro, producto hombre precavido y familiarizamiento de las Tafurerías del rey cuando la prosa de la vida conde la venta de sus reses. El jue do con las veleldades de la fordon Alfonso el Sablo, y ese país yugal hubo disipado en el la emgo no tardó en encandencerse; tuna, emprendió la retirada con fue el primero de Europa en que briaguez del deseo, olvidó las las paradas crecian a medida que gran disgusto de los perdidosos; promesas de enmienda que le exise conocieron los naipes. Los con5 iban acalorando los contrin per como era bien sabido que no gieron para concederle la manequistadores trajeron a América cantes; las monedas circulaban aguantaba pulgas, lo dejaron ir cita y demás encantos de su nolos demonios de la codicia y del en la mesa redonda con un ruido sin chistar.
via. Una noche llegó a las once, juego. Cuentan las historias siniestro acompañado del choque disculpándose con que se había que aquellos hombres rudos, de sordo de los dados en el cubilete Al salir respiró con deleite el entretenido en el billar, juego músculos de acero y corazón de de madera y de las voces altera aire puro y fresco, después de bronce, se disputaban el fruto de inocente si los hay: tres dias das de los tahures; las caras pa larga permanencia en la atmóssus rapifias con hojas de árboles después entró a las doce y hubo lidecían, los resuellos se cortaban, fera de la sala de juego, viciada convertidas en cartas. Llenos es.
lágrimas, sollozos y recriminacioУ los dedos, agitados por por el aliento humano y las emane: tán los archivos coloniales de paque sólo pudieron acallar temblor febril, tenian crispacio naciones fétidas de una lámpara solemnes juramentos para lo fupeles que relatan sucesos ocunes de despecho o calan estirados de petróleo. Contento y satisfecho rridos en torno del tapete verde, turo; pero no había transcurrido y por ellos vemos que hasta los un mes, cuando la desdeñada eseclesiásticos desafiaban las iras posa pasó la noche sola.
0000000000000000000000 0000e entonces esta fue la regla en de la excomunión mayor con el cubilete y los cartones en las aquel hogar, del que una pasión innoble había desterrado el amor manos Sin parar mientes en la ameEste preámbulo de erudición naza que se cierne sobre la cabebarata, no tiene más objeto que za del marido que descuida a una traen a cuento a un caballero de mujer joven y linda, torturada Centro América! patria idolatrada!
antaño, para quien no tuvo se por el despecho y el recuerdo canya sereno se acerca el bello dia cretos ningún juego de envite. En dente de una felicidad desvanede gloria y libertad; ya el cielo envia su niñez ganaba y perdia ciga cida, pasaba las noches en claro de noble aspiración, con la alborada.
rrillos, granos de cacao y golosl ei empedernido jugador con nonas a la taba, al chocolo y las table perjuicio de salud y haa tus guerreros, la fulgente espada cuepas, robando muchas horas a cienda. Ni los ruegos de su atripara extirpar la infanda tiranía, la escuela, donde la palmeta del bulada consorte, ni los amargos y a tus bardos sublime melodia maestro suplia las deficiencias del reproches de una suegra justapara cantar la libertad sagrada!
método educativo.
mente irritada, ni las reflexiones e Apenas adolescente fue iniciado de amigos verdaderos, lograron La bella libertad, deslumbradora, por cierto amigo en los misterios desviarlo del abismo de perdición al fin sonríe a In oprimida gente; de las paradas y las pintas; pero en que cada día se iba hundiendo el sol radiante ya las cumbres dorn tan sólo crueles experiencias per más y más Sólo un milagro sonales le enseñaron a guarecerse puede salvar a ese hombre capaz de los cinco volcanes, y esplendente, de las trapacerias del dado carga de jugarse hasta la camisa. dede una época feliz la bella aurora do y de su hermano el dado fiera. cían las buenas gentes, y un milucir se ve sobre el albor de oriente.
El monte y el faraón eran para el lagro lo salvó, si hemos de dar menos gratos que los huesecillos crédito a personas respetables, al EDUARDO HALL de seis caras y los gallos. En cuan parecer enteradas de las cosas 200wed naba terreno sobre la fugitiva y ya las fuerzas comenzaban a faltarle. En medio de su carrera loca le asaltó de pronto el presentimiento de algo extraño y terrible, y tuvo un escalofrio al reparar en que la postura de la mujer no era la de una persona que corre. Erguida, sin ninguna mose dirigió a su casa, sintiendo el ción visible, se deslizaba veloz agradable peso de las monedas como la sombra de una nube que que llenaban sus bolsillos. En arrastra el viento. Por la mente medio del cielo transparente la del jugador cruzó el recuerdo de luna se destacaba como un disco todas las consejas que había oido de azogue, bañando la ciudad er su niñez y sus piernas vaciladormida con su luz misteriosa y Ton; pero recobrándose en segui.
pálida en el gran silencio de la da hizo un esfuerzo desesperado noche, que sólo rompía el paso y dando saltos enormes llegó tan firme del jugador afortunado.
cerca de la fugitiva, que alargó el brazo para echarle garra. En De pronto, al llegar a una bocacalle, vió dibujarse una silueta el mismo instante está dobló una femenina sobre la blancura de esquina y desapareció. El cabauna tapia enjalbegada. En aquellero se detuvo jadeante, con los.
cabellos erizados de terror y la llos tiempos, una mujer sola en las calles de Alajuela, a las tres sangre helada en las venas.
de la mañana, era un hecho tan Luego se repuso y buscó la puerta por donde hubiera podido extraordinario caballer que el hizo un además de sorpresa y se meterse la mujer. En una distancia de treinta varas no habia detuvo un instante; pero luego, ninguna, y su espanto ya no tu.
impulsado por la curiosidad, se fue siguiendo los pasos de la vo límites al reconocer el sitio donde estaba. Era exactamente desconocida, tal vez con la espeel mismo en que por primera vez ranza de que la buena fortuna que lo acompañaba aquella noche había divisado la silueta femenina destacándose sobre la blancule deparase algo más poético que las onzas de los ganaderos. Enarra de la tapia que la luna alumdecido por tan grata perspectiva, braba de lleno. Cómo podia ser esto, después de haber corrido apresuró el paso para dar alcantanto en otra dirección? El hecho ce a la mujer, lo que no era fácil, era inexplicable, pero evidente, y porque esta avanzaba muy ráp damente con un leve susurro de lo atestiguaban todos los objetos de los contornos con su silencio faldas que era una provocación Observó que vestía el traje dopaovroso. El jugador sintió agitarse las alas del ángel de la pular, y del garbo de la figura y la agilidad del andar dedujo muerte y, dando un grito ronco, se desplomó sobre el suelo.
que era joven. El rebozo, puesto Gentes madrugadoras lo llevasobre la cabeza, ocultaba las facclones, pero este detalle era un ron por muerto a su casa, donde los activos cuidados de un médi.
incentivo más para el enamorad co y de su mujer consiguieron perseguidor, que ya se imaginaba volverlo al mundo de los vivos ver salir de aquel tapujo una capero aquel hombre que no era rita seductora con grandes ojo ningún cobarde, que había peleanegros.
do bizarramente contra los veteLa tapada siguió su camino si ranos de Morazán en 1842, que volver la cabeza ni darse por en.
estuvo en El Arroyo con Juan tendida de la solicitud de que era Alfaro Ruiz, en El Sardinal con objeto, y el caballero no tardó er Florentino Alfaro y en la trinDotar que, por más que había chera de Angostura con el genealargado el paso, no disminuia 1: ral Cañas, no volvió a tocar un distancia que de ella lo separadado ni una carta en el resto de ba. Empeñado en una aventura sus días, que fueron muchos y que sin saber por qué lo atraſ felices.
de modo singular, se resolvió a Con el oro de los ganaderos romper por todo echando a co compró una hermosa túnica para rrer en pos de aquella hembra, el Nazareno de la parroquia, y que bien podía ser fea y desa este pagó el obsequio colmando gradable. Comenzó entonces una de hijos a la esposa del jugador persecución encarnizada. El ca arrepentido, que desde aquella ballero corría con toda la pres noche nunca durmió sola.
teza de sus piernas vigorosas, pero corría en vano, porque no ga. De su libro La Miniatura)
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