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ina 54 EDICION NACIONAL DE LA TRIBUNA 1924 ttttttttttttttttttttttttttttttttt ttttttttttttt PRINES ES 12616 Poco a poco va la población saliendo de la Meseta Central: hacia el norte y hacia el sur, nuevos caminos se van abriendo a la esperanza del porvenir Por las carreteras nuevas, propias para el camión y el automóvil, las gentes vinjan a pie, a caballo: la fotografía muestra un trozo de carretera, al sur de Ia capital, que conduce hacia los nuevos centros de población donde empieza a agitarse la vida NUESTRO PORVENIR por la habilitación de un puerto cercano y de un camino de internación.
Esos territorios, en parte olvidados, en parte desconocidos, admitirán cientos de miles de pobladores y bastarían para enriquecer a muchas empresas y para improvisar miles de pequeñas fortunas, en forma Por su tamaño es Costa Rica una de las más pequeñas naciones del globo. En su territorio, de apenas cincuenta mil kilómetros cuadrados, no cabría más que una media docena de parques como el Yellowstone.
Por el número de habitantes, somos aun más liliputienses. Nuestra población entera se acomodaría en un barrio de una ciudad populosa; y si todos los pobladores de Costa Rica se trasportaran de golpe a Nueva York, se les podría alojar en unos cuantos hoteles y podrían ser llevados en una mañana a recrearse con los encantos de Coney Island pensar que sin inconveniente alguno podríamos ser diez veces más numerosos, esto es que perfectamente holgados podrían vivir dentro de nuestros linderos cinco millones de seres humanos, sin que les esca sease ni comida ni ocupación! Sin pretender la densidad de una Bélgica y sin salirnos de nuestros contornos, ahí están, para demostrarlos, El Salvador con un tercio de nuestra extensión y con una población triple y Haití con menos de la mitad de superficie y con cuatro veces nuestro medio millón de almas.
Para nuevos poblados, ahí están, esperando aperezadas y dormidas, las riquísimas regiones de Río Frío, San Carlos, Sarapiquí y Tortuguero, que asombran al raro visitante con su fertilidad prodigiosa y que no requieren, para convertirse en fuente de inagotable producción, más que un puerto que les sirva para importar y exportar con independencia de la meseta central. Al Sur y del lado del Pacífico están las de El General, Buenos Aires, Pirrís, Paquita, Téiraba, Golfo Dulce, Cañas Gordas, ofreciendo sus fecundas entrañas y no aguardando más para coger impulso que el establecimiento de una línea de cabotaje, permanente y formal. del otro lado, el del Atlántico, están los terrenos feraces sin rival de la Talamanca, altos y bajos, en parte ya cruzados por líneas férreas y que claman respetamos la propiedad. Al extranjero abrimos los brazos y le hacemos fácil la entrada a nuestra vida íntima, y el extranjero por eso se aclimata y se asimila bien pronto.
De otra parte, gozamos de condiciones geográficas brillantes. Estamos a un paso de los grandes centros civilizados y de consumo; dos mares bañan nuestras costas y sirven al comercio exterior; dos golfos de gran amplitud facilitan el comercio interior; la bellísima bahía de Culebra puede abrigar una escuadra; los caños que corren en tierra firme y a lo largo del Atlántico entre Colorado y Moin, con poco costo y con gran facilidad comunicables, formarán no muy tardado una vía fluvial de primer orden; tenemos ríos que se podrían utilizar para la navegación, mediante obras de poca importancia; nuestro clima en las alturas, propias para el europeo, es de una benigni dad extrema; jamás necesitamos cambiar de ropas ni calentar habitaciones; con esas circunstancias la vida está libre de los tormentos del frío; y de otro lado, el calor de nuestras bajuras y costas jamás llega a grados tórridos. Por último, tenemos al Sur el canal de Panamá y tendremos al Norte, el inevitable canal de Nicaragua; y así llegaremos en breve a ser una isla o parte de una isla en el centro del continente. Esto podrá quizá tener inconvenientes de orden político, pero desde el punto de vista de negocios y de comercio, que es el que importa al que llegue, será nuestra posición enormemente ventajosa.
Hacer saber estas cosas al mundo que apenas sospecha nuestra existencia y regar fuera del país todas estas nociones, con datos estadísticos, con vistas y con grabados, sería tarea patriótica. De la prensa nacional LA TRIBUNA, que se apronta a emprender este camino de la propaganda, con el presente número especial, merece un sincero aplauso. Ningún costarricense se lo negara.
CLETO GONZALEZ VIQUEZ LIC. DON OLETO GONZALEZ VIQUEZ un de granos, de frutas, de maderas, de ganados; sin hablar de los tesoros que no descubre la vista y que sacaría de la tierra el más insignificante esfuerzo.
Para todo ello, sinembargo, nos falta gente, y gente podría venir sin más trabajo que una activa propaganda y unas cuantas leyes y medidas de favor para el inmigrante. Porque el país a la verdad brinda ventajas y presenta atractivos. Somos pueblo de buena raza, laborioso y pacífico, gobernado con moderación y seriedad. No padecemos de la enfermedad que a otros aflige de frecuentes convulsiones y trastornos, los enemigos de todo progreso y cuando por excepción hemos sufrido algún movimiento de desorden, en una hora se liquida y se liquida casi en paz, pues ni amamos el derrame de sangre, ni tenemos hábitos ni temperamento revolucionarios.
La propiedad raíz está bien distribuida y le 1967 Nuestras carretas, tiradas por los mansos y valientes bueyes, ayudan a las cuadrillas de peones que se ocupan en construir las nuevas vías, arterias por donde un día circulará la vida nacional.
Entrada a una hermosa población al sur de San José: el grabado muestra un trozo de carretera en el centro de la población de Aserri. De dicha población los caminos siguen al sur, hacia El General, Buenos Aires, las llanuras virgenes y fecundas きる

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