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1924 Página 64 EDICION NACIONAL DE LA TRIBUNA LA EDICION NACIONAL de LA TRIBUNA El esfuerzo que representa la publicación de este número extraordinario de LA TRIBUNA apenas si podrán comprenderlo los que hayan conocido la vida interior de un periódico, y los expertos en artes gráficas, que puedan darse cabal cuenta de la obra tipográfica que se ha hecho en las páginas de esta Edición Nacional.
Desde el mes de febrero se emprendió este trabajo que ha estado bajo la inmediata dirección de los señores Zulueta y Vargas Coto que ie han consagrado su trabajo paciente y laboriosamente.
Si se toma en cuenta que además de esta edición monumental, la más grande que haya hecho ningún periódico en Costa Rica, la empresa tipográfica de LA TRIBUNA ha debido editar diariamente su número ordinario de ocho páginas y publicar por las tardes el de cuatro páginas de La Noticia que se edita en estos mismos talleres, ha de comprenderse la obra realizada.
Casi todos los deseos que se tuvieron en mente al proyectar esta publicación se han cumplido; atendiendo al poco tiempo empleado en realizarla ha resultado al final un trabajo interesante, que da idea de varios aspectos de la potencialidad de nuestra joven nación y que es de ella una guía; obra humana, es lógico que adolezca de defectos que nosotros mismos hemos notado; pero ellos son más, hijos de la carencia de tiempo y de elementos, que de la voluntad de la Empresa editora. Debe, por otra parte, tomarse en cuenta que no se pretendió hacer una obra definitiva, sino una publicación que, como periodística, debe ser una información rápida, concisa, verdadera y fugaz de la actualidad, de la viva actualidad de Costa Rica a quien se ha consagrado este esfuerzo.
Buxury JOAQUIN VARGAS COTO (Di Húsar Blanco)
a cuyo cargo ha estado la redaccion de este número extraordinario de LA TRIBUNA JOSE MARIA DE ZULUETA (Antonio García)
Iniciador de la Edición Nacional y Representante General de LA TRIBUNA para la misma RECUERDOS DE LA VIEJA COSTA RICA UN VIAJE DE PUNTARENAS LA GARITA de carretas ruedan en los meses de febrero y marzo. Las anchas hojas relucientes del espabel, som brean la frente de los soberbios bueyes. Vienen de Cartago, de San José, de la gran hacienda La Pacifica, que está en el valle del Tiribí, a la sombra de las montañas de San Miguel; del las altiplanicies situadas más allá de las ruinas de Ujarraz y frente a las cataratas de los berbis salvajes; Dajan miles de pies para llegar a esta selva y serpentean hasta Puntarenas, el puerto en que se embarca toda la cosecha de café de Costa Rica Yara Europa y los Estados Unidos con excepción de algunos sacos que salen por Sara piqui y de allí al Atlántico.
Las carretas son vehiculos toscos. Un timón sale de un bastidor cuadrilongo, debajo del cual hay su mer of sufferter worla debajo GRANDES ESTABLECIMIENTOS JOSEFINOS En la tarde del día siguiente al de nuestra aegada de Panamá galimos para las montañas.
Una hora de animado galope por la playa que une la villa de Puntarenas a la tierra firme nos llevó a La Chacarita, puesto avanzado de la aduana de La Garita. Allí es donde se registra, se pesan y se pagan los derechos de todas las mercaderias extranjeras destinadas a cualquier punto situado entre el puerto y La Garita. Este puesto avanzado consiste en una barraca espaciosa, construida de bambú y cafias, con un platanar y un gallinero.
Al acercarnos a caballo al intericr de la barraca llena de humo vimos al inspector de aduanas con un cabo de puro en los labios plácidos, meciéndose serenamente en mangas de camisa en hamaca de cabuya. Convencido de que las mantas azules de California sujetas a nuestras sillas solo contenían una mudada de ropa blanca, el calmoso inspector, sin levantarse de la hamaca y con un gesto amable de su mano descolorida, nos manifestó que podíamos seguir nuestro camino. Un momento después estábamos en el corazón de la selva Allí y en todas sus variedades teníanos li palmera, esa princesa del reino vegetal, como la llamó Linneo, agitando siempre sus ramas que parecian plumas y recordándonos tantas escenas biblicas de beleza, de festa y de triunfo: tantas escenas de esperanza y de socorto en el desierto, de vida enmedio de la muerte; la palmera que, como lo atestiguan en sagrados muros muchas esculturas y pinturas vividas llegó a ser el emblema del martirio por ia fe, en las épocas rojas de Ja cristiandad. Allí estaba el ceibo o árbol de algodón sedoso, cuyo tronco alcanza tales dimensiones que en él se cav2. 11 lss canoas más grandes a la vez que Sir Amyas Leigh, el bucanero romántico, lo compara con un faro tan liso, redondo y elevado es. Millares de aves canoras hacen en él sus nidos, en tanto que en las ramas más altas a las que han trepado en busca de luz y aire, las begonias encarnadas, amarillas y rojas cuelgan en trenzas y guirnaldas exhuberantes. All estaba el matapalo o higuera silvestre esparciendo sus tallos larges, tiernos y flexibles, sobre los árboles de los contornos, en busca de algún sosten provisional y una vez encontrado éste y adquirida la necesaria fuerza para mantenerse por si solo, envolviendo y matando a su protector, con abrazos de serpiente.
Estaban allí tambien varias especies de acacias, como el guanacaste y el cenízaro cuyos follajes delicados y plumosos se mezclaban y combinaban con los azahares y las grandes hojas lanceoladas del quino. Luego teníamos los cactos parásitos en variedades infinitas con sus flores de color de rosa, violeta y crema, llenando el aire dorado de las más ricas fragancias. Una selva profunda, solemne.
bella y majestuosa; una de las vastas catedrales de la naturaleza: una catedral edificada con materiales vivos, florecientes, fructiferos, imperecederos; imperecederos porque se renuevan perpetuamente y para los cuales el oro del sacramento no es más que el polvo del camino y los mármoles de Carrara sólo son simbolos de la muerte; una catedral por entre cuyas complejas naves laterales retoza la luz de los cieles coloreada por millares de matices intermedios, de dia y de noche, y siempre, con esplendor de infinita variedad, como no podría hacerlo a través de una vidriera de colores, por maravillosa que fuera su magia; una catedral tachonada de pilares, dividida por arcos como no pudieron construirlos, fabricarlos, ni siquiera planearlos en los más divinos de sus ensueños Zwirner de Colonia ni Angelo de Roma, con todo su genio, con todo su poder, con todos los recursos de que disponían gracias al patrocinio de reyes y pontifices!
En medio de todo esto, haciendo eses por entre la confusión de este soberbio laberinto, centenares un eje em pernado. Las extremidades del eje sobresalen por entre discos o ruedas de cedro sólidas, de cuatro o cinco pies de diámetro; las llantas tienen un ancho de cuatro pulgadas. Entre una rueda y otra hay una armazón de canas que sosLienen un cuero de buey sin curtir que sirve de toldo. Una carreta fabricada de este modo vale de 25 a 30 (pesos. La yunta de bueyes cuesta generalmente 75 a 80. El café descansa sobre la plataforma o fondo de la carreta, cosido en sacos de algodón blanco ordinario. Una de estas carretas puede acarrear de ochocientas a mil libras de café. El flete vale muy poco menos de setenta y cinco centavos por cada cien libras. Encima de los sacos hay otro pellejo sujeto con correas, también de cuero. En tanto que por fuera bailan una olla de fierro, una calabaza para llevar agua y otros utensilios que se usan en el camino. menudo sorprende el viajero asomando por del toldo de cuero, los ojos negros y brillantes y los labios de rubí de alguna hija bronceada de las montañas.
Porque en muchos casos las esposas y las hijas de los carreteros acompañan al café al puerto.
Resultan sociables y sumamente útiles en el largo viaje de seis días cuando menos. Muelen el maiz de las tortilias, guisan los frijoles, rebanan los plátanos y los frien, manejan el hilo y la aguja, proveen de agua y zacate a los bueves y dan pruebas de ser, de varios modos, las más cariñosas auxiliares y proveedoras de confort de los honrados sujetos que caminan trabajosamente a pie y guían sus dóciles yuntas con el chuzo, su ligera vara con regatón de acero.
Estos carreteros desempeñan el trabajo más duro con maravillosa resistencia, agilidad y brio.
Desde el principio hasta el fin de la jornada prosiguen resueltamente su camino descalzos, con sus ropas desastradas, a merced del tiempo variable.
unas veces agobiados y sudando a mares a pleno sol, otras calados por la lluvia o estremecidos por la densa humedad con que lo mismo de noche que a medio dia o al anochecer, los envuelven las tieTras bajas, y las selvas profundas; ligeros de piernas, pacientes, robustos, activos, afables y corteses; leales para con quien en ellos deposito su confianza, prosiguen resueltamente su camino, en medio de todas las vicisitudes que la Proyidencia les depara y contra viento y marea. He aquí el heroismo inofensivo de la industria honrada! No hay más trompetas para proclamarlo.
ni más arcos triunfales para marcar sus progresos que los que la mano de Dios ha puesto en los senderos de la selva. La conciencia de hacer lo que es justo, de prestar al hogar y a la nación el gervicio que les es debido vivifica e ilustra ese heroismo, y los ángeles que veleban sobre los pastores en las verdes soledades de Bethlem, cuidaban de sus rebaños son testigos invisibles y oronistas de su gloria.
Cerró la noche sobre este cuadro. Cayó una fuerte lluvia. través del gran murmullo del río de La Barranca y al vadearlo nosotros en pos de tres carretas que subían las montañas; al través del golpeteo y del salpique de lluvia y de la música lúgubre de las ramas que se balanceaban de un lado a otro, y del estremecimiento de las hojas nos llegó el coro de los monos aulladores de los araguatos, cuyas notas profundas y guturales, que despiertan el eco en las selvas a millas de distancia, predicen la tempestad inevitable, y cuando llega esta, aumentan las congojas del momento.
En el barrio de La Soledad, teniendo al frente el tranvía a Plaza González Víguez y al Liceo, se encuentra este magnífico edificio de la Botica Española THOMAS FRANCIS MEAGHER 1888 propiedad de la reputada firma ASTORGA HERMANOS, establecimiento de farmacia de primer orden.
NOTA: Las cantidades están escritas en pesos, antigua moneda costarricense.
Costa Rica. Los araguatos son los monos conocidos con el nombre de congos.
Este do Sistema Nacional de Cultura y Juvent

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