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1924 agina 68 EDICION NACIONAL DE LA TRIBUNA Primer Tema: UN POEMA ¡Piedras. Hay un impulso dentro de mí, que hacia vosotras tiende.
Cada vez que os cruzáis en mi camino, despertáis un anhelo peregrino en mi sér, que os admira y os comprende.
Segundo Premio: MEDALLA DE PLATA PIEDRAS Por AURISTELA DE JIMENEZ ¿Tenéis alma decid guardáis acaso esa antorcha preciosa de luz viva en vuestra masa inerte, y la cautiva asoma su ansiedad por los millones de poros, ventanales o balcones. ojos quizá, que observan y fascinany así como el imán atrae el acero cintentáis absorber mi sér entero?
Talvez mi corazón sea una piedra gemela con vosotras, que golpea en mi pecho muy de prisa, cuando un amago de dolor le arredra, cuando un goce en sus fibras se desliza. al revés. sois vosotras los pedazos de un corazón enorme y palpitante.
El corazón de este planeta errante, que en una hora de angustia y de histerismo, de horrendo cataclismo, os arrojó al espacio, vomitadas por cien bocas flamígeras entradas a las igneas cavernas del abismo después. cuando todo se disgregue, cuando la capa de humus que reviste. como un manto fecundo el rocoso esqueleto, se reseque, se esponje, se despegue, si la recia armadura no resiste, a buscar hospedaje en otro mundo volaréis como flechas luminosas; y al cruzar por el aire enrarecido. en bólido encendido)
fingiréis diamantinas mariposas. Criaturas adorables!
cada vez que os cruzáis en mi camino.
me dejáis un anhelo peregrino que me invita a soñar.
Mi fantasía habituada a las jiras deliciosas por predios encantados, por jardines de rosas, por la alameda umbría, por la comba del mar.
se complace en hallaros dondequiera reales o fingidas a veces en la nube pasajera con que se empiedra el cielo, a veces en el suelo.
calladas y adormidas bajo el beso abrasante de un sol canicular que da bochorno.
Simbolizáis lo eterno, lo inmutable, el numen que perdura. La memoria de los siglos guardáis en vuestros átomos.
Conocéis el secreto impenetrable del principio del Tiempo, y vuestra historia es la historia del Mundo que ha salido no sabemos de dónde, ni es sabido dónde acabe su hermosa trayectoria.
primero entumecidas.
después son como el raso.
más tarde es un crescendo que culmina agitado en el abrazo mil veces repetido.
ahora es un gemido que se pierde y apaga en el estruendo de una nueva caricia, en que no hay sensualismo ni malicia. la vista extasiada se recrea admirando los encajes, las coronas ceñidas al acaso, y la capa de musgos, irisada con mil gotas brillantes que os dejan a porfía, susceptibles de todos los cambiantes desde que nace el sol hasta su ocaso. Regio manto que tiene como broche, una gema de sol, durante el día. un rayo de la luna por la noche.
Más lejos. en el mar.
resistiendo el embate de las olas, y einergiendo arrogantes de la espuma, me cbligáis a pensar en esas almas que batallan solas, y se yerguen altivas, con más bríos y más fé, cuanto más vivas a sus plantas se agitan las pasiones.
Ruge el mar y desátanse aquilones que cuajaron allá en playas ignotas; ni un instante siquiera han conmovido las moles gigantescas, que son nido de miles de gaviotas.
Sueltos vuelan al aire los plumones, y descienden flotando a las espumas.
Mientras tanto, la cumbre se colora, con los tintes rosados de la aurora, a los tibios destellos del sol que reaparece entre las brumas.
Si la mar está verde con un verde sombrío; si está el agua tranquila, como enorme pupila de algún monstruo que acecha entre las ondas. igué capricho este mío! yo quisiera ser buzo y deslizarme por la oscura caverna, que mis ojos no ven, mas adivino: palacio submarino, donde la mar se interna socavando imperterrita la roca; palacio de cristales, de conchas y corales, habitado por pulpos y delfines, tritones y sirenas voluptuosas, que peinan las melenas con sus peines de oro, y cuyo hechizo, miente al pobre mortal un paraíso.
Sirenas y tritones y reyes encantados, y todas las legiones de seres mitológicos que pasan por mi imaginación brindándome en esta hora un goce puro, brotaron al conjuro de vosotras, que sois mi inspiración. Pues doquiera que estéis. en el camino polvoso y fatigante procurando descanso al caminante; en la cumbre de un monte cortando el horizonte, inspirando quizás una leyenda; o sirviendo de templo; o talvez dando ejemplo de equilibrio, como una maravilla de la naturaleza; forradas en gramilla velando el frío sueño, el último, el temido, de algún sér sepultado en el olvido por pobre, por pequeño.
siempre, siempre mi alada fantasía ha bebido en vosotras poesía. mi pluma tan torpe que no sabe expresar lo que yo siento!
Ya fue dicho una vez, no sé si en prosa: volo la mariposa desplegando el prodigio de sus alas; la apresáis en la mano, y de sus galas sólo os queda un despojo ceniciento. Así es el Pensamiento!
JOHN STONES San José, marzo 10 de 1924.
AURISTELA DE JIMENEZ ¡Edad de Piedra. allí principia el hombre a poner los cimientos del grandioso edificio que hoy álzase orgulloso: la. Civilización.
El dolmen milenario, el acueducto, el arco, el obelisco, la esfinge del desierto, la pirámide, el rústico santuario de apilados lajones el ídolo deforme. son mojones tendidos a lo largo de la Historia por vosotras, y marcan el camino comenzado al rayar la Prehistoria, por el hombre que marcha a su destino.
para llegar ca dónde. No sabemos!
Mas toscas o labradas, en finísima arena, ya solas, ya mezcladas, en vidrio, en argamasa o en cemento, continuáis la cadena. talvez un monumento formando. o bien la almena de un castillo. las celdas de un convento, Vuestras calvas destellan con reflejos morados, amarillos o bermejos, mientras chillan en lo alto las cigarras, y la hormiga afanosa, en la sombra que dais construye su horno.
Simbolizáis lo eterno, lo inmutable.
y por eso Moisés el elegido. por temor del olvido, o del tiempo que todo lo consumeen dos tablas de piedra, recibió su Decálogo admirable. con luz que destella (según rezan las Santas Escrituras. la del Monte Tabor, aun conserva la huella bendita del Señor.
Las piedras del Sepulcro, de Jacob, de la honda de David. aureoladas con luz de misticismocomo piedras preciosas, engarzadas están al Cristianismo. no es Pedro, la piedra en que se asienta la Iglesia del Rabino el dulce robador de corazones?
Pues nadie sus blasones más brillantes ostenta; ni nadie se os presenta con más limpio y añejo pergamino.
Ahora es en el río.
Del calor del estío me defiende una copa de verdura que me presta su sombra.
Sobre mullida alfombra de zacate que cubre las riberas me dispongo a gozarme en el paisaje.
Salidas del boscaje, las aguas saltarinas y parleras se deslizan cantando por la fácil pendiente con el suave ras ras de una serpiente. Para quién las canciones dulcemente sentidas, los diamantes y encajes las guirnaldas tejidas? las sartas de perlas ¿quién irá a recogerlas?
Oponiendo una valla a la corriente, ya plantadas en medio, ya a la orilla, solitarias, en grupo, armando un puente, en pequeñas arcadas, desnudas o forradas en musgos de colores y en gramilla, sois las piedras sus únicos amores, sus amigas de siempre, el objeto de todos los primores.
Su canto es un arrullo a las piedras dormidas en su cuna bajo el verde cristal. en los idilios mantenidos desde épocas remotas, a la lumbre del sol y de la luna, vale oír la dulzura de esas notas: Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Abre Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

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