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De las fiestas del Centenario de Ayacucho El Horror ΕΙ a las Estatuas al bar kod bp Después de conocer a grandes hombres de la América Hispana, venimos un tanto desilucionados de los más, y nos confirmamos en aquella teoría de que no hay que conocer de cerca la naturaleza de los astros; en cambio traemos un horror espantoso por las estatuas, un santo horror, un miedo atroz de que algún dia pensemos en estas tierras en construir esas moles mortuorias, con gestos ridículos y atiborradas de alegorías imposibles y de leyendas fantásticas y torpes. Quedémonos con nuestros pequeños bustos tan humanos y tan ciertos, con nuestras pequeñas estatuas bajas y amables que no pueden nunca renacer en el espíritu de las generaciones sino con un tinte de fraternidad, que no logran despertar envidias malsanas, que no saben hablar a los viandantes sino de sencillez y de cariñosos rey cuerdos de nuestra simple historia.
Las sensaciones que dan las estatuas son diversas. En verdad esos monumentos no son el símbolo de los hombres que representan de un modo caprichoso, sino símbolo de los pueblos que las erigen. Viendo esas estatuas lo que menos se siente es admiración para quienes están representando. Por más que la mano de un artista haya cincelado razgos admirables que han de tener inmensos valores escultórios, la obra de su colocación, de su situación, hace desaparecer todo lo que haya de noble o de grande para reducirlo a la intención de quienes han de sacar partido de ellas.
En nuestro viaje la primera estatua que nos sale al paso es la de Cristóbal Colón en los patios del Hotel Washington de la ciudad de Colón. Es una tosca estatua de bronce que ideó la imaginación de algún pobre artista.
Nada tiene de bello ni de hermoso el grupo que la forma. Antes bien, así de pronto, lo que hiere la imaginación es su conjunto un tanto inmoral. Pero perdonando lo que está hecho por lo que se quiso hacer, se viene a comprobar que el artista que tal monumento construyó no tenía más nociones de Cristóbal Colón que las que tiene un niño de tres años.
Para ese señor, Colón, estará bien representado, dignamente representado sobre un medio mundo en el que estará en relieve la América, y junto a sus brazos protectores, un indio sumiso, semi desnudo y con flecha en una posición de susto y de admiración. Jamás puede verse cosa más torpe ni más brutal. Si se lograra encontrar a un hombre que desconociera la personalidad de Cristóba! Colón, al ver esa estatua pensaría que se trata de un capuchino conscupicente Pero como si fuera poco lo pobre de la estatua y de sus alrededores, el mal gusto de los que allí colocaron esa estatua salta por todos lados. Cada vez que solíamos verla a través de las ventanas del hotel, creíamos que era un espantapájaros.
Pobre Colón. Si para admirarlo hubiera que inspirarse en ese mamotreto erguido sobre un pledestal más alto que una torre, es casi seguro que a la hora de ahora su nombre estaría en el dulce panteón de los olvidados. sin salir de la República de Panamá nos encontramos, en el final del Paseo de la Exposición, la reciente estatua de Vasco Núñez de Balboa. También está mal colocada. Está allá un rincón de la ciudad, frente a las aguas sucias del Océano Pacífico, frente a los reductos en donde se apiñan los desaguaderos de la ciudad. Al verla, piensa uno en que está ideada y cincelada por Benlliure. Oh gran Benlliure exclaman los viajeros.
Pero la estatua no dice nada. En torno de ella han colocado todos los escudos de las naciones de América a excepción de algunos.
Ya eso es torpe y sin sertido. Esa estatua ni siquiera va a ser con el tiempo una figura decorativa de aquel reducto, porque en su torno las perspectivas son funestas. Tal como está ahora, parece un farol de luz eléctrica en medio de una plazoleta, demasiado grande para hacerle cancha. Cualquiera pensará al ver a Vasco Núñez de Balboa, que está atareado en descubrir su propio pedestal y sus alrededo res, más grandes que Océano cífico.
Pensamos que la estatua estaría colocada así para que se divise desde a bordo, pero al alejarse de Panamá lo único que no se ve, lo único que se pierde para siempre de la vista y del recuerdo es ese monumento al descubridor del Océano Pacífico. Los viajeros que quieran conocerlo tendrán que preguntar por él como se pregunta por la Post office.
Pero si mala es la impresión de estas dos estatuas de Panamá, no puede ser peor la que dan las de Lima. Frente al Hotel Bolívar en que se alojaron las embajadas, está la estatua ecuestre del Generalísimo don José de San Martín. No tendremos necesidad de describirla. Cualquiera la imagina. Salta a la vista aun sin haberla mirado nunca. Un gran pedestal que se agudiza en la altura para hacer la plataforma de un caballo brioso con una pata en actitud de caminar. Encima del caballo está el Generalísimo San Martín ceñido a la montura, el gesto fiero, y la espada en alto, como en pose de dirigir esas batallas novelescas. bien. Para los que no tenemos admiración por esas actitucles mandonas qué dice la estatua de San Martín? Nada. Nos divierte y nos hace sonreir apenas. Lo que está quedando de San Martín en la mente de los pueblos son sus contribuciones ideológicas para la libertad de la América. Su militarismo fue el medio de hacer la campaña, o al menos esa es la tendencia de las enseñanzas. Enr tonces. Qué hace ese San Martín furibund te con cara de comerse a los viandantes o descolgar su espada sobre la cabeza de gentes? Lo que hace es el ridículo. Viena esa estatua no hemos admirado a San Martin Me parecía un cromo de barbería de pueb lo esculpido por algún vagabundo leno de a: biciones. veces la sensación que nos da esa estatua iluminada proficuamente por to municipalidad, era la de un artista de cirve haciendo imposibles cabriolas en las altur de un trapecio. la de Bolívar. No es el colmo de irreverencias poner a Bolívar, tan lleno de gl ne rias postreras, montando un caballo sentar ata sobre sus dos patas traceras, como un chal do las pampas. Era acaso la característic principal de Simón Bolívar el ser un buen nete y el hacer figuras acrobáticas en mit de los combates? Un día se lo dijimos a berto Ureta, buen poeta del Perú. Mire usted, una noche de tantas O lívar amanecerá en el suelo. No es posit imprimir en la mente de las generaciones figura tan forzada de un libertador. Si éſ mo no se baja, vendrán días en que lo baj de allí las nuevas ideas. Por qué no lo cm locan en un pedestal más bajo? Su figura sol ju sencilla, jurando ante las Colinas Sagradas e bertad a la América o sin alegorías ningi género, no cree usted que sería lo mejor?
No habría sabido responderme. En Lir está el tríptico ecuestre de Bolívar, San Ma tín y Sucre como una burla a los libertadore Sus monumentos serán más interesantes pa los aficionados a las cuestiones hípicas que pa los que veneren esas glorias de la libertad.
En cambio, la estatua de Ramón Castill uno de los presidentes desaparecidos del rú, ocupa un reducto de la ciudad, muy bell (Pasa a la octava página)
1st 10 Carta Importante San José, 10 de Enero de 1925.
Muy señor nuestro: Muchos industriales y comerciantes pagan intereses sobre dinero, a Bancos y particulares, a razón de doce por ciento anual y más. Esto es simplemente una parte de sus gastos. Significa que su negocio les produce MUCHISIMO MAS. Ud. posiblemente tiene dinero colocado a un tipo irrisorio en nuestra plaza, porque teme invertirlo en negocios o no sabe en qué negocio estaría SEGURO y dándole un alto rendimiento: Nuestra empresa está administrada por personas de altas capacidades financieras y comerciales. Ellas han invertido su dinero en ella. Ellas SABEN que está seguro y que les dará un alto rendimiento. PORQUE ANTES DE ACEPTAR SUS POSICIONES EN LA ADMINISTRACION INVESTIGARON NUESTROS PLANES CON TODO CUIDADO. Ellas no pondrían su nombre al frente de una empresa que invita al público a invertir su capital en ella SI NO ESTUVIERAN CIERTAS DE QUE LA OFERTA ES ABSOLUTAMENTE DE PRIMERA CLASE, en cuanto a seguridad y beneficios.
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De Ud. attos. y SOCIEDAD CERVECERA DE COSTA RICA.
JOSE LORENTE, Secretario Administrador de 1924.
Señor don José Lorente.
Secretario de la Sociedad Cervecera Costa Rica Apartado 553. SAN JOSE.
cuyo vaSociedad Cervecera Costa Rica DIRECTIVA Antonio Escarré, Presidente. Alfredo Sasso Vicepresidente.
José Lorente, Secretario.
Teodosio Castro Vocal.
Lorenzo Tellez Rogelio Güell Enrique Saborio Antonio Rescia Eduardo Hofer, Director Técnico Conrado Erwand Sírvase Ud. tenerme por suscritor de. Acciones de la Sociedad Cervecera Costa Rica lor es de Cien Colones cada una, pagaderos en nueve mensualidades, o sea. un 20 como primer pago, y, el resto en ocho cuotas mensuales de un 10 cada una. El primer pago lo haré el día.
Terminado el pago se me entregará el Certificado de Acciones respectivo.
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