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2 EL PABELLON LIBERAL EL CUERVO DE EDGAR POE.
Mientras tanto el avechucho, sobre Palas reposado En silencio me vein, muy sereno, muy calmado, Ni una pluma sacudía, ni sonido proferfaEn la calma aterradora dije apenas. con la aurora Volará cual los amigos que otras veces me han dejado, Volará cual mi esperanza que ya nunca tornará.
Gritó el cuervo. nunca más!
Una lóbrega, alta poche, meditando el alma mia sobre raros pergaminos de anticuada librería, Mientras débil y cansado, cabeceaba amodorrado, Casi, casi adormecido, de repente oí un rüido En la puerta de mi alcoba, de mi alcoba triste y fria Es me dije una visita que perturba mi solaz, Esto sólo y nada màs.
Fué en Diciembre; bien me acuerdo; el fogón chisporrotoaba en el piso de mi estancia sombras tétricas trazaba.
Impaciente por la aurora. ay. en vano hora tras hora Yo buscaba en la lectura una tregua la amargura Del recuerdo de Leonora, que en los cielos ya moraba, La radiante virgen bella, cuyo acento angelical Ya no oiré, jamás, jamás!
Asombrándome respuesta tan sombria y misteriosa, Que el silencio interrumpía de la noche pavorosa, Muriauré: seguramente, grazna el pájaro inconsciente Las palabras que ha aprendido de algún amo desvalido, De algún misero quien rada, la desgracia negra acosa, Que tomó por muletilla sempiterna su cantar, Las palabras: nunca más.
Pero el pájaro siniestro mi interés vivo atraía, Disipando con su aspecto mi letal melancolía, De tal modo que, rodando mi sillón de seda blando Frente busto y cornisa, frente al cuervo en la repisa Recostème en los cojines, y buscó mi fantasia Solución aquel enigma y el misterio penetrar De la frase, nunca más. el crugir de las cortinas, triste, incierto, intermitente, Tan fantásticos terrores deslizaba por mi mente, Me infundía tal espanto, ine aterraba tanto, tanto, Que del pecho estremeci sofocar cada latido Procuraba, repitiendo, repitiendo vagamente. Será acaso un trasnochado que me viene a visitar?
Esto es todo y nada más.
Cavilando en el sentido de esa frase incoherente, Sobre muelles al mohadones reclinéme holgadamente, Procurando hallar la clave del graznido de aquella ave, Cuyos ojos penetraban en mi pecho y lo abrasaban; Meditando así me estuve, y en la virgen esplendente Que ya nunca en mis cojines su cabeza apoyará. Nunca más jah! nunca más!
Poco a poco recobrando su entereza el alma mia Deseché los mil temores que asaltáronme porfía; Dije entonces con sosiego. Caballero dama, os ruego Perdonar, pero rendido, casi estaba ya dormido tan quedo habéis llamado que dudaba si os oía las puertas de mí alcoba luego abri de par en par¡Sombras sólo, y nada más!
Luego mi alma enardecida pareció el aire más denso Cual envuelto en tenues nubes aromáticas de incienso, Cual si espíritus sensibles deslizáranse invisiblesDije entonces: Dios te envía pobre y mísera alına mía, Un elixir que mitigue ta pesar hondo intenso. Ay! apura ese nepente y Lëonora olvida ya. Gritó el cuervo prunca más!
Largo tiempo mis pupilas fljé entonce en el vacío, Sondëando, escudriñando la tiniebla en torno mío, Por visiones perturbado como nadie habrá forjado; No turbaba ningún rüido el silencio indefinido; Sólo un nombre. Leonora, y en silencio tan sombrío Rapitió solemne un eco en la intensa oscuridad:Lëonora, y nada más. Oh agorero de infortunios. Oh profeta tremebundo!
Que mi hogar lóbrego y frío lanzó el ábrego iracundo! mi hogar que asola el duelo, donde impera el desconsuelo, Donde intrépido el quebranto no me rindo al negro espanto Del Terror que me persigue dime, pájaro errabundo, Hallará reposo mi alma en la azul inmensidad. Graznó el cuervo inunca más!
Con el alma consumida por voraz, ardiente fuego, Torné entonces la estancia, más de súbito muy luego Otro golpe, otra llamada resonó, seca, pausada, esta vez tan claramente, que me dije. ciertamente Alguien toca en mi ventana, alma mia, ten sosiego. el misterio, si hay misterio, vamos pronto penetrar. Es el viento y nada más. Oh profeta! clamé roh duende! ave negra, aterradora; Por el cielo que nos cubre, por la noche abrumadora, Por el Dios en quien espero, por su nombre que venero, Dile esta alma dolorida por mil ansias oprimida Si la virgen quien llaman los querubes Leonora En remoto cielo un día mi pecho he de estrechar!
Gritó el cuervo: inunca més!
Al abrir ambas persianas penetrô en mi cuarto, augusto, Con solemne ademán grave un austero cuervo, adusto, Hosco pájaro de antaño, que, impasible, serio, huraño, Sin ninguna reverencia, no acatando mi presencia, Gravemente fué posarse muy tranquilo sobre un busto De Minerra, que ornamenta la moldura de mi umbral; posóse y nada más.
Esa voz ¡oh cuervo! sea clamé alzándome furtosoLa postrera que aquí digas. Vete, pájaro ominoso. Torna al frío de tus brumas, ni una dejes de tus plumas Cual recuerdo maldecido de la frase que has mentido. De mi pecho arranca el pico. no más turbes mi reposo!
Deja el busto en su cornisa ide mi alcoba vete ya. Graznó el cuervo. uunca más! tan raro parecióme con su cómica apostura Este pájaro grotesco de la negra vestidura Que sonriendo, taciturno dije al fin. cuervo nocturno, Aunque esté tan desplamada ta cabeza y arrugada No revelas, viejo fosco, cobardía ni pavuraEn el reino plutoniano, dime, acnál tu nombre, cuál. Graznó el cuervo. nunca más! allí fijo, siempre fijo, sobre el busto encaramado Permace el cuervo, inmóvil, cual espíritu malvado, Con los ojos medio abiertos, cual los ojos de los muertos, el quinqué la oscura sombra lanza tétrica la alfombra De aquel ave que parece un demonio adormitadoY la sombra que me cubre cual mortaja funeral. Se alzará? ya nunca más!
Tal respuesta sorprendióme, pues de fijo no creyera Que tan feo pajarraco de tal suerte respondiera. Cavilaba en el sentido de ese nombre indefinido, Pues de cierto que ninguno habrá visto cuervo alguno, Bruto pájaro que nombre tan simbólico tuviera Como el ave encaramada de mi puerta en el umbral, Con tal nombre: nunca más. GUILLERMO HALL.
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