Guardar

Comunicación oral La escalera dianes de un lenguaje que no es de mi dominio, Claro, este lenguaje impuesto no es solamente el llamado culto o lenguaje normativo (el de los diccionarios o el de la gramática de la Academia de la Lengua)
sino también el técnico, el que se usa para denominar profesionalmente los objetos (el de los médicos, los ingenieros, los científicos. Sin embargo, este lenguaje llamado normativo es el que la escuela pretende enseñar; para ello se le enseña al alumno a recurrir a los diccionarios y a preguntar. Está bien dicho. Así es como se dice. Esta situación es la que aumenta la crisis o la alimenta.
Sin embargo, dicho sea en honor a la verdad, la escuela por diferentes razones que no cabe analizar aquí, no logra durante el período en que el alumno permanece bajo su jurisdicción enseñar el código culto o normativo pero, sí logra producir ese temor al usar el lenguaje, si produce la manía de la correctio que alguna gente padece y que le impide expresarse espontáneamente. Ha caído una cadena sobre la lengua del niño.
ald ot Una lima Más de una vez al exponer un tema, lo hacemos en forma incoherente, con rodeos, abultando la expresión de frases recurrentes.
Ya se ha planteado el concepto de competencia versus realización. Esto se ha ejemplificado con el iceberg, el cual representa el desequilibrio existente entre lo que se podría realizar y lo que se realiza.
Hemos, además, planteado los problemas derivados de la desconfianza que tenemos sobre determinados códigos de nuestro dominio, lo cual genera los problemas de incoherencia, falta de claridad, frases recurrentes, posiciones incongruentes, etcétera, El principal problema que se le plantea a la persona que se expresa oralmente es la dificultad para hacer que emerja toda su potencialidad lingüística. En el fondo de su iceberg duerme infinidad de recursos correspondientes a diversos lenguajes.
Sin embargo, estos recursos no tienen el orden adecuado, e inclusive personifiquémoslos, pugnan, se liman entre sí, en una lucha para que sobreviva el más apto. es que en asuntos del lenguaje no existe una aptitud absoluta sino relativa. Los elementos léxicos, las estructuras y las figuras son buen lenguaje de acuerdo con la ocasión.
La conciencia de esto último, la posibilidad de aceptar un pluralismo lingüístico, contribuiría a que toda la potencialidad expresiva que poseemos se acomode y organice de manera disponible para ser usada en cualquier momento. De esta manera, el código culto. el ogro del cuento no asuste a los demás y los deje vivir y funcionar en paz.
Algún teórico muy responsable sostiene que las variantes dialectales, manifestaciones particulares de una lengua general, pueden guardar casi tan importante diferencia entre sí como la lengua general con otra. Esto implica la necesidad de pedir, por lo menos, que se deje al estudiante adquirir un código nuevo antes de atentar contra lo que posee o, por otra parte, como ya se ha dicho, dejar que ambos coexistan.
El tartamudeo, el lenguaje apenas balbuciente, la mano que acercamos a la boca como para capturar a tiempo la palabra mala. la voz inaudible, la frase incompleta, etcétera, manifestaciones de problemas profundos, tienen causa suficiente en la indecisión de lenguajes que ya hemos caracterizado. Todos han escuchado al casi extinto narrador campesino u obrero que nos cuenta sus vivencias sabrosa y fluidamente, con propiedad casi absoluta de léxico y recursos. Se trata de hombres en cuya interioridad no opera la devastadora lima del ¿qué dirán de mi lenguaje?
Es imperativo poder decir lo que queremos y lo que nos toca. Para ello se requiere que todos nuestros recursos emerjan libremente, controlados por la sola voluntad comunicativa, Aunque esto: es suficiente para el coUna lima es un instrumento para desgastar superficies, su principal característica es la dureza y la constancia en la abrasión. Cuando el niño viene, según se ha planteado, a la escuela, los diferentes lenguajes que usa coexisten, son, se puede decir, paralelos. Pero al ingresar este nuevo lenguaje que al parecer, nadie domina sino que es un ideal, algo que sólo aparece en los libros y, no en todos precisamente, el niño empieza a sentir la presión, la dureza de un código cuya fuerza reside en el prestigio social y en la chota, en la mala nota, en la consideración de maicero o de persona mal educada. De esta manera, no es el código sino la intención con que se esgrime, el que empieza a minar, a desgastar los lenguajes naturales que le han llegado desde la cuna.
Es aquí donde empieza uno a recordar la anécdota del joven que fue mandado a estudiar al exterior y que unos meses después debe escribir a su padre diciéndole que le mande para volver a su tierra porque no logra aprender inglés y está olvidando el español. El pueblo lo sintetiza en una expresión maravillosamente eficaz: quedarse sin el santo y sin la limosna.
Esta poderosa labor de abrasión realizada por la lima del cuento se manifiesta en todas esas actitudes expresivas incoherentes que encontramos en el alumno que expone ante el grupo: sus titubeos, su mirada perdida, su balanceo, sus muletillas, sus gestos incongruentes. Son estas las virutas, las esquirlas, los fragmentos de lenguaje que semejante instrumento desprende de nuestros puros y originales lenguajes.
tos incongruentes. La educación de la lengua oral debe implicar la adquisición de nuevos códigos (principalmente el culto y los técnicos que dan acceso a la literatura y a las obras científicas) sin restringir los códigos populares que sustentan la relación cotidiana, municador coloquial, para la relación diaria, debe considerarse la necesidad de la comunicación en otros niveles: los académicos y los técnicos. En este último campo es donde las técnicas de comunicación (las individuales como la charla, la conferencia, el comentario, el discurso; y las colectivas como la mesa redonda, el simposio, el foro, etc. y los ejercicios de dicción y proyección de la voz y todos los consejos que se pueden dar al alumno, contribuyen a una mejor comunicación oral. Sin embargo, debe plantearse que todo esto pertenece al nivel superficial, algo así como el acabado de la exposición y que, el gran trabajo, la verdadera enseñanza debe empezar por resolver los problemas en el nivel profundo: en la mente que controla las actitudes, que determina el entusiasmo, que le da vuelo a la palabra.
Resolver estos problemas de la comunicación oral es como dotar al estudiante de una escalera para que sus recursos expresivos emerjan con mayor facilidad. Los aspectos que tradicionalmente se han incluido en los programas de comunicación oral (técnicas de comunicación, ejercicios correctivos de la voz y la expresión corporal) deben aplicarse como complemento de un programa que tienda a devolver al alumno la confianza en su propia experiencia y en sus recursos, Enseñar a hablar debe ser enseñar a hablar sobre todo: lo técnico, lo cotidiano, lo artístico, lo laboral.
e. El estudiante debe hablar de lo que vive, de lo que se ha incorporado a él. No se debe tratar de que hable de lo que le es lejano y no mueve sus deseos de comunicarse. Dicho en otros términos a. La educación de la lengua oral debe basarse no sólo en el mejoramiento de los aspectos superficiales (dicción, detalles de sintaxis, supresión de cierto léxico) sino en resolver los problemas (inseguridad, tensión, falta de entusiasmo y deseo de comunicarse) que son los que generan las verdaderas manifestaciones indeseables (abuso de frases de contacto, referenciales, dilatorias, oraciones incompletas, gesLas anteriores consideraciones sobre el problema la enseñanza de la lengua oral en nuestro medio no quieren convertirse en una teoría y mucho menos en una receta para resolver un problema de dimensiones infinitamente mayores que estas ideas. Sin embargo, es nuestro deseo que sean tomadas en cuenta no como una manera de sustituir las metodologías existentes sino como una posibilidad de enriquecerlas, La cómoda Cuando se presenta este problema de que los diferentes lenguajes que se manejan se repelen entre sí (principalmente los que se han denominado naturales con los artificiales o cultos) lo que se requiere es una conciliación. El ideal consistiría en que los códigos permanezcan, coexistan independientemente y que sean usados por el individuo en el momento en que le convenga. Absurdo sería usar el código culto para tratar a un niño pequeño, o en el coloquio amoroso o en el café que nos tomamos para descansar con nuestros amigos, de igual manera absurdo sería uLitzar el lenguaje de los deportes, de la barra de la esquina, o del coloquio amoroso en una reunión de negocios o en una petición de empleo.
cómoda es un mueble dotado de amplias gavetas, en la cual se ponen los diferentes tipos de prendas de vestir. De esta manera, en la gaveta más grande se ponen las prendas más voluminosas y en las más pequeñas las menores. Así cada cosa está en su lugar y siempre sabemos como encontrarla. Algo así como decir: Cada uno en su casa y Dios en la de todos, De igual manera, los códigos deben coexistir de manera pacífica y debe disponerse de ellos en el momento oportuno.
Ninguno de los códigos debe sustituir al otro sino que todos deben coexistir y funcionar como igualmente útiles recursos de comunicación.
WN sea veces se siente la dureza de un código cuya fuerza reside en el prestigio social y en la chota.
El principal problema que se le plantea a la persona que se expresa oralmente es la dificultad para hacer que emerja toda su potencialidad lingüística.
Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.

    Notas

    Este documento no posee notas.