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APRENDAMOS con la República 739 Asesoría técnica: Lic. JORGE MORA Apolo llevó al pequeño Mercurio ante el trono de Júpiter, acusándole de haber robado sus dueyes.
EL PEQUEÑO MERCURIO Vivía, en el monte Cilene, la nin tonces el pequeño dios, de alados que un niño muy pequeño, casi vofa Maya. Un día le nació un hermo pies, se lanzó a correr por los cam lando, dominaba toda una manada so niño, el pequeño dios Mercurio. pos maquinando una jugarreta con de bueyes como si fuera un viejo y Maya lo fajó con blancos pañales y tra el dios Apolo. Poco después lle experto pastor y yo lo he visto con lo puso a dormir en una gruta um gó a la Pieria (región donde el dios estos ojos míos y no lo he soñado.
bría. Pero Mercurio, que no se es del Sol apacentaba sus bueyes divitaba quieto ni un momento, logró nos. se acercó a ellos, eligió cin ¡Maldición para tu lengua. Así deshacerse de las fajas y salió co cuenta entre los más bellos, los se guardas las promesas que haces. rriendo fuera de la gruta. Era una paró del resto de la manada y se los grito Mercurio enfurecido, y transnoche maravillosa y delante de la llevó.
formó al campesino en un peñasco.
cueva se extendía un inmenso praLuego se marchó con sus bueyes, do florido. La luna, con sus rayos Durante el camino, hacia el alba, caminando por montes y valles, encontró a un anciano campesino de plata, jugaba con las flores y con hasta llegar a las orillas del río Allas plantas. De pronto, Mercurio vio que miró con estupor a un niño tan feo y allí, en aquellas verdes pradeun ancho cuerpo oscuro que avanpequeño que se movía con extraorras, dejó pastando aquellos bueyes zaba lentamente; se acercó y desdinaria desenvoltura manejando un divinos. De pronto, se acordó de su cubrió que era una tortuga que cagrupo de bueyes tan grandes. Mermadre y tuvo miedo de que se huminaba lentamente, según su coscurio, advirtiendo el aire atónito del biera despertado y que no lo hubietumbre. Mercurio, que no soporviejo, se paró y le dijo: Si deseas ra encontrado y entonces, en un auna buena cosecha hazte cuenta de taba la lentitud, mató a la tortuga, brir y cerrar de ojos, volvió al monque no has visto nada y si alguno te vació su caparazón y lo recubrió te Cilene, entró en la cueva y, hapregunta quién ha pasado por aquí, con una piel suave de buey. Luego biéndose cerciorado de que Maya compórtate como si fueses sordo y cortó algunos tallos que se cimseguía durmiendo, se metió silenbreaban con la fresca brisa nocturciego.
ciosamente en los pañales y se durna y los metió en el caparazón, su El aldeano, cada vez más estupemió profundamente. la mañana jetándolos de modo que formaran facto, se lo prometió, pero Mercu siguiente, el dios Apolo notó inmeuna especie de caballito y, por fin, rio, que no las tenía todas consigo, diatamente que le faltaban cincuentendió siete cuerdas en el medio, simuló que se marchaba de allí para ta de sus bueyes más hermosos y, sujetándolas bien fuerte: había involver al cabo de un rato, esta vez como poseía el don de la adivina. ventado la lira.
cambiando de aspecto. Así que, bación, no tardó mucho en comprenjo el disfraz de un viejo pastor, se der que el autor del robo había sido Mercurio. Sin pérdida de tiempo, el presentó al campesino y le pregunEl pequeño dios tocó las cuerdas dios del Sol se dirigió al monte Cito si había ocurrido alguna novedad y éstas emitieron sonidos armoniodurante la noche. El campesino, halene y entró en la caverna de Maya.
sos; entonces Mercurio, lleno de feSe fue derecho a la cuna del pequelicidad, se puso a cantar y a bailar blando con voz muy queda, le resño dios y, con voz severa, le intimo: pondió: En verdad que no puedo tocando alegres melodías en su Devuélveme mis bueyes, ladrondecirte nada, porque así lo he pronovísimo instrumento. Pero de zuelo. Mercurio se había acurrupronto calló, pues temía despertar metido, pero tú no hables con nadie cado entre los pañales y fingiendo lo que te voy a contar, pues lo que a su madre, que descansaba tranquique se despertaba entonces de un yo he visto es algo muy raro que no lamente en el fondo de la cueva. Sin largo sueño, respondió con aire ilo puedo tener secreto. Has de saber embargo, Maya no se despertó y enEste documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
nocente. Cómo puedes pensar, oh dios del Sol, que yo pueda haber hecho una cosa parecida? Bien ves que estaba durmiendo y que tú me has despertado. además, soy demasiado pequeño. Cómo podría haberte robado unos bueyes que son tan grandes. Pero, por toda respuesta, Apolo asió al bribonzuelo por una oreja y lo plantó delante del trono de Júpiter: Este muchacho aún no acaba de nacer y ya me ha robado cincuenta bueyes. dijo el dios de la luz. lo que contestó Mercurio, gimoteando: Padre Júpiter. no ves que soy muy pequeño y no tengo fuerzas. Cómo puedo haberle robado sus bueyes? Júpiter no pudo disimular una sonrisa, pero seguidamente compuso su rostro y le ordenó severamente que devolviera en seguida sus bueyes al dios Apolo.
Mercurio comprendió que no podía durar más la broma y que no había más remedio que obedecer a Júpiter; así, pues, llevó a Apolo a orillas del río Alfeo, donde estaban sus bueyes pastando tranquilamente. Perdóname, dios del Sol dijo el pequeño Mercurio a Apolo, que continuaba mostrándose inquieto y enojado. ha sido una broma. Yo sólo quería jugar. y le regaló su lira en señal de paz y amistad. Al pulsar Apolo las cuerdas, éstas emitie.
ron unos dulcísimos sones. Enton.
ces se iluminó de alegria el rostro del dios y se puso a tocar y a cantar, olvidando con la música su enojo contra el pequeño Mercurio.

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