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LA MAQUINA DE 3 EL ORO SIMBOLO DE RIQUEZA ESCRIBIR Una mejora invisible rioso, la necesidad de contar con un medio de escritura que fuera suficientemente rápido.
Antes de 1873, se habían inventado ya muchas máquinas de escribir. Algunas funcionaban como pianos; otras, parecían ratoneras o trabajaban como relojes; pero todas eran bastante complicadas, frágiles o muy lentas para competir con la escritura a mano. Sin embargo, la nueva máquina que apareció aquel año era diferente: funcionaba. Nació de una sencilla idea. Cristóbal Sholes, periodista, inspector de aduanas e inventor en sus horas de ocio, tuvo esa idea una noche del verano de 1867, cuando una fuerte tos lo mantenía despierto. Por qué no, razono, poner una sola letra en el extremo de una barra metálica corta y fijar ésta a una tecla? Cuando la tecla fuera oprimida, la barra se levantaría e imprimiría la letra en un pedazo de papel. Sholes puso manos a la obra. Hizo un modelo de su letra, empleando una tecla de telégrafo y una barra de metal con una grabada en el extremo. Después de seis años de trabajo y de ensayar con cerca de 50 modelos, la máquina de escribir que construyó resultó lo bastante práctica como para lanzarla al mercado.
Las máquinas de escribir han sido notablemente perfeccionadas desde entonces; la línea donde aparece la escritura, que originalmente se escondía detrás del rodillo, ahora es visible, y se ha agregado una tecla de cambio para las mayúsculas.
Un notable adelanto consistió en la adopción del llamado teclado universal, que pone al alcance de los dedos más ágiles, cuando se escribe al tacto, con los diez dedos, las letras de mayor uso. Aunque ese teclado fue concebido para idioma inglés, con pequeñas variaciones se ha adaptado para los demás que usan el alfabeto latino.
Las modernas máquinas de escribir guardan muy poca semejanza con el primer modelo comercial. Los adornos han desaparecido, así como el pedal de retroceso del carro. Mientras que la mayoría de las máquinas de oficina son operadas a mano, las más eficientes tienen una ventaja invisible: funcionan con electricidad. Una máquina eléctrica típica de oficina es baja y muy plana, y el declive de sus teclas es muy leve. Por lo regular se fabrican en colores suaves y atractivos. Las teclas para regresar el carro, el tabulador, el espaciador de retroceso, el cambio de mayúsculas, la barra de espacios y las teclas de letras funcionan eléctricamente y responden al más ligero roce de la yema del dedo. En la máquina eléctrica pueden emplearse hasta doce hojas de papel carbón, obteniendo copias fuertes y nítidas. También hace que la persona gaste menos energia, ya que un mecanógrafo puede escribir en ella durante más tiempo, con más rapidez y menos fatiga que en las máquinas manuales.
Las máquinas están equipadas para escribir casi en cualquier idioma. Aquellas para la escritura de idiomas que usan el alfabeto romano, como el español y el inglés, generalmente tienen cerca de 50 teclas con unos 90 signos. Las que se usan para escribir idiomas complicados necesitan muchas teclas más; una máquina japonesa puede llegar a tener hasta 3, 130 signos. Varias máquinas para la escritura de idiomas extranjeros funcionan hacia atrás; los modelos para el árabe, el iranés y el hebreo escriben todos de derecha a izquierda.
También las hay diseñadas con signos y símbolos especiales para trabajos específicos, como matemáticas, fisica, química, meteorologia y música.
En los últimos años, se introdujeron varios perfeccionamientos y se amplió el campo de aplicación de la máquina de escribir.
Hay máquinas automáticas, que funcionan en forma parecida al piano mecánico y reproducen por sí solas copias perfectas de documentos, a una velocidad de 135 palabras por minuto. Hay otras con tipos de letras intercambiables, y si se les agrega un regulador automático de márgenes llegan a escribir textos prontos para la copia fotográfica que usan las prensas de imprimir en offset. Cuando se combinan con otros tipos de máquinas de oficina, pueden desempeñar una gran variedad de trabajos contables. Si se conecta al cable del teléfono, la máquina de escribir se convierte en teletipo. Del mismo modo, al oprimir sus teclas, unos impulsos eléctricos transmiten el mensaje a través del cable, y una máquina receptora, que puede estar a miles de kilómetros, lo escribe. Combinada con una calculadora, una computadora y un dispositivo de programación, la máquina de escribir eléctrica se convierte en calculadora electrónica o en facturadora. Puede calcular automaticamente el importe exacto de un cliente y hacer el descuento correspondiente a su factura, una vez que el operador ha escrito el nombre y domicilio de aquél, así como la cantidad, precio y designación del artículo vendido. Los hombres aman la riqueza; la quieren las naciones, pues juz gan que por ella serán poderosas y respetadas. tanto en uno como en otro caso, ya se trate del individuo o del estado, el oro es el símbolo y la medida, hasta cierto límite, de la riqueza. Mucho se ha escrito sobre la quimera del oro, y tanto el saber popular, expresado en leyendas y apólogos, como los tratados de los moralistas muestran la inconsistencia de tales deseos cuando nacen de un afán desmedido.
Midas, rey de Frigia, quería ser poderoso. Los dioses atendieron estos deseos y le otorgaron lo que podría estimarse como el don más apetecible: todo cuanto el rey tocara se convertiría en oro. Con tal regalo de los dioses, Midas se sintió feliz.
En un momento, con el solo tacto, la mesa, el trono y la pajarera fueron oro macizo. Pero aconteció que llegó la hora de la comida y Midas tomó un manjar para satisfacer el apetito; apenas la mano real tocó el alimento, éste se convirtió en oro imposible de comer. Fueron inútiles todas las tretas para escapar del destino: si la mano no tocaba la comida, el contacto de la boca bastaba para que el alimento se convirtiese en oro. Como es fácil de prever, lo que había sido un privilegio se convertía en una maldición.
Midas, para no perecer de hambre, tuvo que suplicar a los dio ral, constituye una pretensión fueron grandes orfebres, como lo habían sido antes los egipses que le retiraran el don conce para las naciones. Ahora bien, el dido.
logro de este mundo mejor y cios, cuyas maravillosas joyas y mascarillas, en las que el noble La leyenda griega del rey de más humano depende, entre oFrigia es una de tantas y en tras cosas, de la riqueza, y ésta metal alterna con el esmalte, se han conservado hasta nuestros seña que la posesión de la ri llega a considerarse como sinóqueza no basta para la felicidad nimo del oro.
días porque permanecieron resde los hombres, al par que muesguardadas en las tumbas de los tra cómo, desde los tiempos LAS JOYAS DE ORO HAN SIfaraones. Las joyas griegas son las más artísticas y finamente tramás remotos, el afán de poseer DO SIEMPRE MANIFESTAse ha centrado en el oro.
CION DE RIQUEZA bajadas de la antigüedad; las romanas repiten el estilo griego, Sin embargo, en el deseo humano de riqueza no todo es Desde tiempos remotos, pero lo hacen más pesado y pomposo.
reprensible. La aspiración cons por su aspecto, por su brillo e tante de la humanidad hacia una inalterabilidad, el oro, más que En China los vestidos de los vida menos hostil y hacia un los otros metales, ha sido emple poderosos se recamaron en oro mundo más acomodado con el ado por el hombre como ornato y con este metal los orfebres disfrute de todos los adelantos y considerado como la materia hicieron las coronas y cetros de conseguidos por la civilización, más noble para plasmar en ella los monarcas europeos. Así, a es algo perfectamente legitimo; las invenciones de la belleza. Ya través de los tiempos hasta el hombre busca, y no ha de a en la prehistoria las armas lleva nuestros días, el oro, solo o covergonzarse de ello, un nivel de ban motivos ornamentales de o mo engarce natural de las pievida mejor. lo que es una ape ro, y algunos utensilios eran tam dras preciosas, conserva la pritencia de los individuos en gene bién de este metal. Los griegos macia sobre los otros metales Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
58 LA REPUBLICA. Viernes 21 de noviembre de 1986
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