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LA REPUBLICA. Domingo 30 de noviembre de 1986 UN PRESIDENTE QUE NOS LLENA DE ORGULLO. De sus cuarenta y cinco años, Oscar Arias, ha dedicado treinta a leer buenos libros. Es hoya juzgar por sus publicaciones, su doctorado inglés y su capacidad de análisis, el más preparado de los presidentes del mundo hispano.
a e e са el le Oscar Arias y la guerra en Centroamérica ela aS: an José. el presidente de Costa Rica vive en una casa modesta en las afueras de San José. La custodian. dos chiquillos con revólveres. Ni siquiera existe una cerca protectora. Costa Rica no sólo es una de mocracia desarmada sino. además está gobernada por el más desamparado de los mandatarios latinoamericanos.
Asi debe ser. El pais no esta para lujos. Los ticos. poco más de dos millones deben cuatro mil millones de dólares y no andan bien los asuntos económicos. Ni el café ni el banano tienen buen precio en los mercados internacionales. La exportación de flores está a punto de desaparecer por ciertas medidas proteccionistas que aprobó el Congreso americano. El sector público ha crecido hasta el limite mismo de su total ineficiencia: un CARLOS tercio de la economia pasa por las MONTANER torpes manos del estado. Hay educación es verdad y hospitales, y electricidad pero también hay estancamiento. Ni siquiera se cuenta con dinero para dotar adecuadamente la embajada en Washington. Desde hace seis meses Costa Rica no tiene representante en la capital más importante del mundo.
Oscar Arias sabe todo esto. De sus cuarenta y cinco años ha dedicado treinta a leer buenos libros. Es hoy a juzgar por sus publicaciones, su doctorado inglés y su capacidad de análisis, el más preparado de los presidentes del mundo hispano. El que mejor entiende cómo se crea o se malgasta la riqueza. El que con más claridad comprende y explica las causas de los pavorosos problemas latinoamericanos o la naturaleza de las fuerzas politicas y económicas presentes en la crisis actual.
Por eso me enfrento a un hombre radicalmente preocupado. Sabe que le ha tocado gobernar en un período de plagas y vacas flacas, pero no parece temer la responsabilidad. a fin de cuentas, un tirón de las naciones desarrolladas puede poner de nuevo en marcha el crecimiento de su pequeño pais. Lo que le abruma, sin embargo, es la guerra que se avecina en Centroamérica y la forma en que eso pueda afectar el destino de Costa Rica.
Nuestra primera entrevista, incluso, es interrumpida por varios viajeros que llegan con poco aviso y en misión urgente: Abrams, Subsecretario para Asuntos Interamericanos, el embajador Tambs un académico con la cabeza bien puesta. el general Gavin y otros gringos deliberadamente borrosos y presumiblemente vinculados a la inteligencia.
Vienen de Guatemala y en pocas horas estarán en Tegucigalpa. Hay tambores de guerra en toda la región. miles de kilómetros, en Carolina del Norte, la famosa División 82 aerotransportable adiestra catorce mil paracaidistas en una maniobra militar en la que los soldados americanos auxilian a la imaginaria República de San Lorenzo de los ataques de las imaginarias repúblicas de Macopa y La Palmera.
Sólo los ciegos no se dan cuenta de la seriedad del momen.
to.
En la segunda entrevista esta vez en su despacho oficial oscar Arias está aún más tenso. La visita de los ame.
ricanos le ha verificado su sospecha de que Ronald Reagan no está dispuesto a permitir la consolidación de una segunda Cuba en el istmo centroamericano.
Algo de esto, semanas antes, el propio presidente cos.
tarricense trató de explicarle a Daniel Ortega cuando se reunieron en Esquipulas, un pequeño pueblo guatemalteco.
Se lo dijo claramente. Ni el resto de Centroamérica ni los Estados Unidos pueden permitir que en la cintura del continente americano se instale una dictadura marxista leninista, aventurera y prosoviética, que provoque el caos en toda la región y que a medio plazo convierta en realidad la profecia que Castro le hiciera en julio del 79 al muy serio historiador venezolano Guillermo Morón: Antes de que termine el siglo el Caribe. Centroamérica incluida. será el Mare Nostrum cubano.
Daniel Ortega se mantuvo inconmovible. No hablaba un estadista con sentido de la realidad politica, sino una espe.
cie de ayatollah menor, cegado por el antiyanquismo y totalmente obediente a la belicosa voz de La Habana. Peor aún: Don Oscar Arias descubrió que Ortega no sólo odiaba a los gringos, sino también a los costarricenses, democráticos y pacificos, cultos y desarmados, porque Costa Rica encarnaba. por contraste la más nitida demostración de que los nicaragüenses todo lo habían hecho mal y al revés.
Cuando el presidente Arias regreso de Esquipulas se trajo a San José los peores augurios. Daniel Ortega pese a todo está decidido a convertir a Nicaragua en una segunda Cuba. Si lo logra no es exagerado afirmar que en pocos años una tercera parte de la población nicaragüense algo asi como ochocientas mil personas cruzarán la frontera en dirección de Costa Rica. la escala norteamericana es.
to significaria la súbita inmigración de setenta millones de personas. Ya lo han hecho cerca de 200. 000 nicas y es sólo ahora cuando la situación económica de Nicaragua se ha tornado critica. Pronto será insostenible y el rio humano desbordará la capacidad de los ticos para absorber a los refugiados Oscar Arias sabe que la democracia costarricense y sus costumbres civicas son el resultado de un pueblo que cree en ciertos valores trasmitidos silenciosamente de generoción en generación. se sabe que a medio plazo esa fina ar quitectura ideológica puede volar por los efectos de un de.
vastador bombazo demográfico. Por eso el hombre con quien conversé en San José se veía abrumado. él lo eligieron para mantener las libertades de su patria. No puede resignarse a la catástrofe con los brazos cruzados. C) Fir.
mas Press, OS unie al la tivo, у nde uroeres Jonión ativa ecial er.
euniscar otras donReproducción solicitada de la Nación del día 22 de noviembre de 1986. por un grupo de amigos del Sr. Presidente de la República FIRMA RESPONSABLE: MINOR MONGE PRENDAS CEDULA 156 013 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional Miguel Obregón Lizano del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica.
Este documento no posee notas.